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La Galicia republicana

Recortes de periódicos gallegos de 1931

David Lombao

Martes, 14 de abril de 1931. Desde primeras horas de la mañana circulan rumores de que la inestabilidad política y, sobre todo, los resultados de las elecciones municipales iban a llevar al rey Alfonso XIII a renunciar a la corona de España. A medida que la noticia se va extendiendo, “por las calles y plazas se nota una gran efervescencia, viéndose numerosos grupos de personas que circulaban pacíficamente” dando “vivas a la República”. Esta es una parte del relato con el que un periódico de la época daba cuenta de lo sucedido en varias ciudades gallegas con la llegada de la II República española, una etapa con tanta inestabilidad política y amenazas como esperanzas e ilusiones por parte de la izquierda, del progresismo y también del galleguismo, algunas de las cuales vuelven a aflorar con la abdicación de Juan Carlos I.

Cabeceras como el coruñés El Orzán explicaban al día siguiente que la proclamación de la República llegó en muchos lugares de la mano de los “funcionarios de Telégrafos”, y por eso fueron las oficinas de Correos las primeras dependencias oficiales en las que ondeó la que iba a ser bandera del nuevo régimen político. En el caso coruñés, los concejales electos por organizaciones republicanas accedieron al Pazo de María Pita para, antes de constituir la nueva corporación, “romper el retrato del rey, sustituyéndolo en el lugar que ocupaba por una bandera republicana”. “En el balcón –relataba el diario –se izaron la bandera republicana y la gallega, después de arrancar de esta última la corona que formaba parte del escudo”.

Algo similar aconteció en Lugo, donde el Comité Repúblicano emitió una nota informando de los acontecimientos y apelando a la “cordura, orden, sensatez, respeto a las ideas y a las personas. Seamos buenos republicanos”, reclamaba. En el Ayuntamiento lucense fue el médico Rafael de Vega, presidente del Comité, quien proclamó la II República. “A las nueve de la noche se izaba en el Ayuntamiento primeramente la bandera republicana y, a continuación, se cubría con la bandera gallega la corona real que figuraba en el escudo de su frontispicio”, contaba El Progreso. El discurso de De Vega fue “acogido con estrondosos aplausos y una delirante ovación, que se prolongó bastante tiempo, tocando la banda la Marsellesa y el Himno Gallego”.

La música, la manifestación y las “banderas republicana y gallega” fueron también protagonistas de la proclamación en Ourense, donde el retrato de Alfonso XIII fue “arrancado del salón de sesiones”, destruido y “arrojado a la calle mientras la banda de música tocaba La Marsellesa”. En la capital ourensana el primer discurso fue el del presidente de la Federación Republicana, Luis Fábrega, en unos actos ante los que “el comercio cerró sus puertas, se dieron muchos vivas a la República y se dispararon bombas”. Mientras, en Vigo, “los republicanos y las clases obreras” organizaron “una manifestación que recorrió las principales calles”, al final de la cual sonaron la Marsellesa y el Himno de Riego. En Ferrol, el retrato del rey en el salón de sesiones del Ayuntamiento fue sustituido por los de Concepción Arenal, Francisco Suárez y Pablo Iglesias.

La breve República Gallega

Estas no fueron las únicas proclamaciones republicanas en Galicia en aquel 1931. Apenas dos meses después, el 27 de junio, llegó otra República aunque solo por unas horas: la gallega. La paralización de las obras del ferrocarril entre Zamora y A Coruña dejaba sin trabajo a más de diez mil personas e impactaba con especial dureza en la provincia de Ourense, donde fue ocupada la casa del Ayuntamiento. Dos días más tarde, el 29, el presidente de la Xunta Revolucionaria, Antón Alonso Ríos, apelaba en la Alameda de Compostlea a “hacer nuestra revolución por encima de todos los poderes centrales habidos y por haber, proclamando nuestra independencia y abrazándose, si hace falta, cariñosamente a Portugal”.

Según relató después el periódico El Pueblo Gallego, al acabar este mitin “se formó una manifestación imponente” que se dirigió a la casa consistorial. Una vez allí los manifestantes “izaron la bandera blanca y azul en el edificio, proclamándose el Estado gallego” y dimitiendo inmediatamente “todas las autoridades”. La revuelta, impulsada esencialmente por galleguistas y organizaciones obreras, concluyó cuando el Gobierno central accedió a reiniciar las obras. Desde hace unos años este episodio de la historia de Galicia se reivindica con diversos actos.

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