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“Llega un momento en que a una se le acaba el miedo”

Concentración convocada por la PAH contra las hipotecas IRPH

Marcos Pérez Pena

Preferentes, cláusulas suelo, subordinadas, IRPH. El modus operandi ha sido en todos los casos muy parecido: una entidad bancaria o financiera les ofreció a sus clientes un determinado producto o condiciones, bien para colocar sus ahorros, bien para pedir un préstamo hipotecario. Con poca información y mucha confianza. Unas operaciones que acabaron por ser muy gravosas para sus firmantes. En lo que también coinciden todas estas situaciones es en que durante mucho tiempo fueron ignoradas por la opinión pública e incluso por los propios afectados y afectadas. Hasta que se comenzaron a conocer los primeros casos, los primeros juicios, y se visibilizó la verdadera dimensión -personal y social- del problema.

La plataforma IRPH Stop Gipuzkoa calcula que en toda España hasta 1,3 millones de familias pueden estar afectadas por las hipotecas que toman como referencia el índice IRPH. En Galicia podrían ser alrededor de 27.000, siendo una de las comunidades con un menor incidencia. Hace unas semanas el ferrolano Marcos Guerrero inició el proceso judicial para que se declare “abusiva” la aplicación de este índice en su contrato. El IRPH es producto de la media aritmética simple de los tipos de interés de los préstamos hipotecarios de las entidades bancarias españolas y el propio Banco de España ha reconocido que se trata de un índice “manipulable” y opaco. La realidad es que se sitúa muy por encima del Euríbor (el IRPH está en estos momentos en el 2,132%, mientras que el Euríbor ronda el 0,054%), lo que hace que los afectados por estas hipotecas estén pagando muchos más intereses que los firmantes de otros préstamos que se mueven en función de la evolución del Euríbor u otras referencias. Entre 100 y 300 euros más al mes, en función de la cuantía total de la hipoteca.

De saber esto, los y las clientas de las entidades financieras que firmaron estos contratos seguro que que no habrían aceptado lo que el banco les ofrecía. Pero en las entidades les aseguraron que la referencia del IRPH iba a ser para ellos más favorable que el Euríbor y, sobre todo, más estable.

En los últimos años han sido bastantes los y las afectadas que llevaron a juicio a sus bancos para exigir la anulación de estas cláusulas en sus hipotecas. Y desde finales de 2014 son muchos los fallos judiciales que han declarado abusiva la referencia al IRPH en los contratos hipotecarios, anulando estas cláusulas. Más de 30 sentencias en Euskadi (donde se registraron las primeras victorias, que marcaron un camino a seguir), y algunas más en Barcelona, Valencia o Castilla-La Mancha, casi siempre en juzgados de lo Mercantil. Sin embargo, hasta ahora siempre que las entidades bancarias han ido recurriendo las sentencias, las respectivas audiencias provinciales han acabado por darles la razón, dejando abiertos estos procesos con nuevos recursos -esta vez de los ciudadanos afectados- que debe estudiar el Tribunal Supremo.

La plataforma IRPH Stop Gipuzkoa llama la atención sobre esa muy diferente interpretación de la ley, “un hecho jurídicamente insólito”, criticando en su caso a la Audiencia Provincial de Guipúzcoa, de la que señalan que es “notoria” su “soledad en defensa del IRPH”. “Las sentencias son demoledoras porque además de la falta de transparencia reconocen la manipulabilidad del índice”, pero “la Audiencia de Gipuzkoa sigue defendiendo su validez con argumentos ridículos y escandalosos”, dicen. “Tememos que pueda existir algún tipo de presión que explique lo que no conseguimos explicarnos de otro modo. No en vano estamos hablando de una estafa multimillonaria que afecta, según nuestros cálculos, a más de 1,3 millones de familias en todo el Estado español”, añaden.

El caso de Silvia Herrera

Una de las victorias judiciales fue la obtenida por Silvia Herrera, barcelonesa de 40 años, limpiadora, madre de un hijo pequeño, que llegó a pagar 1.440 euros mensuales de intereses, 400 más de los que le correspondían. En marzo de 2015 el Juzgado del Mercantil nº 7 de Barcelona obligó a la Unión Crédito Inmobiliario (filial del Banco Santander) a declarar nula la referencia al IRPH y a devolverle los intereses cobrados de más durante años. Silvia Herrera había abonado 110 mil euros, pero sólo había reducido en 20 mil su deuda. La entidad financiera recurrió la sentencia, que señalaba que los bancos “influyen en el importe del índice que se utiliza”, que había habido falta de transparencia y de información a los clientes, sobre todo teniendo en cuenta que “la aplicación del índice IRPH resulta más gravosa para el consumidor o cliente que la aplicación de un tipo como el Euríbor”, pues “el IRPH Cajas se situó siempre por encima del Euríbor”.

“Nosotros no estamos pidiendo caridad, nosotros estamos pidiendo justicia”, destaca Silvia Herrera, que denuncia las dificultades que están encontrando los afectados y afectadas en las instancias judiciales: “Los jueces están adoptando una posición de parte, en defensa de las entidades bancarias”.

“Yo no tengo nada del que avergonzarme. A mí me engañaron. El modus operandi fue parecido con todo el mundo, a todos nos vendieron un índice que era mejor que el Euríbor, porque el Euríbor fluctuaba muchísimo”, recuerda. “Yo salí de la notaría incluso contenta, pensando: 'vaya, han pensado en mí, han pensado en ofrecerme un índice que me va a proteger'. En absoluto”, añade. “Esto me ha obligado a pedir ayuda a mis padres, a tener que trabajar muchísimo. No puede ser que en nuestra casa estemos dos personas trabajando y que no llegue para pagar la hipoteca”, explica.

Silvia Herrera señala además su sorpresa por la falta de información existente sobre un asunto que afecta a tantas personas en todo el Estado. “Yo encuentro todos los días personas que se dirigen a mí pidiendo información, porque acaban de enterarse de que tienen este tipo de hipotecas, de que a sus amigos les está bajando el interés que pagan y que a ellos no, y de que están pagando más de lo que deberían”, dice. “Este es un tipo que hipoteca que nos ofrecieron a los trabajadores, a los pobres y, muy probablemente, buscando quedarse con estas propiedades y también con las que funcionaron como aval”, denuncia.

“Yo sufrí un ERE en la empresa en la que trabajaba y ese fue el peor año de mi vida”, recuerda. “Mis padres pusieron su vivienda como aval para mi hipoteca, y me niego a que les quiten una casa que les llevó toda la vida conseguir. Llega un momento en que a una se le acaba el miedo y no te queda otra que demandar”, destaca. “Dentro de lo que cabe yo fui de las afortunadas, porque conseguí ir pagando los intereses, pero hay gente que no llega, que no puede”, dice. “Lo único que podemos hacer es seguir peleando”, concluye.

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