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La lluvia deja en evidencia en Galicia un nuevo error de diseño de la “autovía de la niebla”

Viaducto de Vedros en la A-8 a su paso por Mondoñedo en el que la lluvia está a socavar sus pilares

David Reinero

La lluvia se suma ahora a la niebla como elemento meteorológico no previsto en el diseño de la Autovía del Cantábrico (A-8) a su paso por Mondoñedo, en Lugo. Casi cinco años después de la inauguración de ese último tramo gallego de la infraestructura, que costó unos 200 millones de euros, el Ministerio de Fomento anuncia que va a realizar en él una obra de 113.000 euros no prevista originalmente “para evitar que el agua de escorrentía socave las pilas” de un viaducto “con ocasión de los episodios de lluvia”. La actuación llega mientras el ministerio tiene pendiente de resolver el largo proceso administrativo para encontrar una solución a la baja visibilidad por la niebla habitual en la zona que obliga a cortar la vía un mes al año.

Según el anuncio realizado por Fomento, el viaducto de Vedros, de 330 metros de longitud, se alza “sobre un valle que no alberga ninguna corriente permanente de agua, pero que debido a la configuración del relieve, canaliza el agua de escorrentía bajo el viaducto, con ocasión de los episodios de lluvia”. “Para evitar que el agua de escorrentía socave las pilas”, dice el ministerio, ahora se ejecutará allí una “bajante escalonada de hormigón armado que canalice el agua” hasta más abajo del viaducto “impidiendo el contacto del curso de agua con el terreno natural y, en consecuencia, su acción erosiva”.

El tramo entre Mondoñedo y Abadín de la A-8, de unos 20 kilómetros y en el que se sitúa el viaducto de Vedros, fue el último de esa infraestructura inaugurado en Galicia, en febrero de 2014, tras una inversión de unos 200 millones y un cambio del proyecto original porque durante las obras se venía abajo la ladera de una montaña por la que discurría. Cinco meses después la niebla habitual en esa zona en los meses de verano provocó un accidente múltiple con una fallecida, lo que supuso el inicio de sistemáticos cortes del tráfico cada vez que la visibilidad baja por debajo de los parámetros que la Dirección General de Tráfico (DGT) considera seguros. A pesar de diversas mejoras de la señalización e iluminación de la vía instaladas en los últimos años, eso ocurre entre 600 y 700 horas al año, equivalentes a cerrar la carretera durante un mes cada año.

Los problemas de circulación en la A-8 llevaron a Fomento a impulsar un innovador sistema de consulta al mercado y compra de inventos que eviten o palien los efectos de la niebla. Sin embargo, ese largo proceso, en el que se preseleccionaron 26 inventos, aún está en la fase previa a la adjudicación de los prototipos de los mismos (el contrato fue licitado a comienzos de año y aún no ha sido resuelto) para poder testarlos en terrenos de pruebas junto a la autovía y decidir cuál o cuáles combinados son los más efectivos. Al tener que analizarse su funcionamiento en los meses centrales del año, los de más niebla, lo que ya es imposible antes de la primavera de 2019, el invento o los inventos que finalmente resulten elegidos, que después aún deberán ser contratados y desplegados de manera general en el tramo, no podrán estar disponibles hasta, por lo menos, el período de máxima intensidad de nieblas de 2020, más de seis años después de inaugurarse la autovía.

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