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La revista Granta dedica su último número a la diversidad lingüística de las literaturas del Estado

Imagen de una librería

Daniel Salgado

31 de diciembre de 2022 06:00 h

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“Captar un momento en la vida de la imaginación de un tiempo y de un lugar”. Así resume Valerie Miles el objetivo del último número de la revista que dirige, la edición en español de Granta. La célebre publicación literaria ha enfocado sus páginas a la diversidad lingüística de las literaturas de España a partir de las narraciones inéditas de 15 autoras y autores en gallego, catalán, euskera, asturiano y castellano. “Se trata no solo de reivindicar atención a las literaturas que no son en castellano”, señala en conversación con elDiario.es, “también es un desafío, una llamada a que haya un mayor esfuerzo por leerlas”.

“Un escritor aspira a la inmortalidad. El propio acto de escribir también es una comunicación diferida hacia el futuro, en la que el autor establece un diálogo que se completará una y otra vez con el paso de los años”, escribe en Frank Sigmundson, soñador en tulé Xesús Fraga, Premio Nacional de Narrativa en 2021 por Virtudes (y misterios) (Galaxia, 2020) y, junto a Berta Dávila y Susana Sánchez Arins, uno de los tres gallegos incluidos en este Granta. La idea de conversación la utiliza también Miles, fundadora en 2003 y junto a Aurelio Major de la versión en español de la revista, para explicar la intención del número: “Esta es la conversación del momento en España a través de la literatura”. Y por ello no se pueden obviar las otras lenguas, señala.

Neoyorquina de nacimiento y asentada en Barcelona, Miles (59 años) recuerda como su observación de la realidad española la llevó a interesarse por su “increíble diversidad”. En ella incluye los paisajes, las gastronomías, las maneras de ser, “muy diferentes”. Y sobre todo los idiomas. “Nuestra hipótesis es que esta riqueza lingüística no puede no reflejarse en una riqueza literaria, en la plasmación de una imaginación rica y variada”, apunta. El trabajo de campo para seleccionar los materiales -al que contribuyeron Berta Ares, Estibalitz Exkerra, Julià Guillamon y Domingo Ródenas- se lo confirmó. “Sentía una enorme curiosidad por explorar estas lenguas, estas tradiciones y sus realidades contemporáneas”, dice, “descubrí escenas bulliciosas que desconocía”.

De la catalana, por ejemplo, aparecen Perejaume, Adrià Pujol -“me hace feliz pertenecer a la misma especie que Calimity Jane, Carl Sagan, Hildegarda de Bingen, Rabelais y un chatarrero de la primera calle donde viví que nunca supe cómo se llamaba”, escribe en Las dualidades- y Rafa Lahuerta, este valenciano. El asturiano Xuan Bello firma Tres historias de la historia. Y en euskera son Uxue Alberdi, Karmele Jaio, Harkaitz Cano y Eider Rodríguez las que aportan relatos. Los textos en castellano los proporcionan el ucraniano residente en Canarias Dimas Prychyslyy, el extremeño Gonzalo Hidalgo y la madrileña Julieta Valero. El ensayo Feminismo y literatura catalana, de Monserrat Roig, es el rescate de archivo. Todos los escritos figuran en su lengua original y traducidos al español y al inglés.

La abuela, el padre, el bar

El número anterior de Granta, el 23, seleccionó “los mejores narradores en español”. “Leímos muchísimo y me llamó la atención la presencia de la figura de la abuela. Sin embargo en España la presencia que abunda es la del padre”, dice. Lo corroboran los cuentos de Uxue Alberdi, Berta Dávila, Rafa Lahuerta o Susana Sánchez Arins. Son literaturas íntimas, próximas al yo, sobre la experiencia directa de la vida, “pero no literatura del yo”. Manda la fabulación, asegura, y esta adquiere formas diversas. “No había plantas ni cajas de gaseosas. En un rincón, una gata amamantaba a cinco gatitos. Recuerdo que saltamos levemente a un lado cuando la descubrimos”, escribe Sánchez Arins, autora del estremecedor Seique (Através, 2015), sobre el silencio y la culpa y el 36, “papá nos había enseñado que no se molesta a las hembras recién paridas y desconocidas”. El asunto de la familia, como lo denomina, “es explorado a fondo en estas literaturas”. La tensión y el amor incondicional, los conflictos y la liberación, la incertidumbre. Berta Dávila, que en su novela Os seres queridos (Xerais, 2022) discutió los afectos de la maternidad, habla de ello en La herida imaginaria: “Tenía sueños sobre la abertura de los ojos y de la boca de mi padre cuando murió, que eran en realidad los ojos y la boca de Catboy en la cara de mi padre. O en la mía. Y sueños en los que yo no tenía boca, no porque desapareciera sino porque de alguna manera había nacido sin una”.

A Valerie Miles también le ha llamado la atención “el lugar del bar” en las literaturas peninsulares. Lo asocia a “un rasgo muy particular de la vida social española fuera de casa, ese bar de barrio en el que sabes la hora a la que puedes encontrar a la gente que quieres”. Compás de espera, de Gonzalo Hidalgo, por ejemplo: “Por eso, como despedida, también yo puedo contar cómo terminé ocupando esta mesa durante cada tarde durante tantos años”.

El peaje de Madrid

Pero relacionar la multiplicidad cultural, histórica, política, que implica una lengua no resulta sencillo. “Cada una es una manera distinta de ordenar el mundo, una cosmovisión”, acierta a sintetizar Miles, “siempre recuerdo a Wittgenstein, los límites de tu vocabulario son los límites del mundo. Por eso es importante esta riqueza de idiomas”. Y su diálogo, que no debería pasar siempre por Madrid, a juicio de la directora de la revista: “Es una lástima que no se lean los vascos en Galicia. O los gallegos en Catalunya. A otra escala, también pasa en Latinoamérica: los argentinos no se leen en Colombia, ni los mexicanos en Chile, si no pasan antes por España”. “La lengua”, escribe la propia Miles en la introducción al volumen, “es un derecho de nacimiento, un legado y una herencia”. Sobre esto también trata este número, el 24, subtitulado Poéticas del lenguaje, hasta ahora el más grueso de los publicados por Granta en español: 368 páginas.

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