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Un paseo por la Casa de Internet, el epicentro de la Red latinoamericana

Bienvenidos a la Casa de Internet

José Manuel Blanco

Montevideo —

Los 20 kilómetros de rambla de Montevideo dan para mucho. En ese empedrado que mira al Río de la Plata se conjuga gran parte de la vida social de la capital uruguaya. Dejando atrás la Ciudad Vieja y el centro, en dirección al aeropuerto, llegamos al señorial barrio de Carrasco, donde la rambla, entre imponentes mansiones, alberga un edificio contemporáneo, de líneas rectas y volúmenes macizos, que acoge a algunas de las principales instituciones de internet para América Latina y el Caribe.

Ahí, en el paisito, está el epicentro físico de importantes decisiones para la región: ¿Quiénes otorgan las direcciones IP? ¿A quién tengo que acudir para registrar el dominio de mi marca? ¿Y cómo? Bienvenidos a la Casa de Internet.

El hogar de las direcciones IP

En un área de 1.250 metros cuadrados construidos, la Casa de Internet de América Latina y el Caribe reúne varias instituciones de la región relacionadas con el uso de la Red. Las finalidades son diversas: desde el control de direcciones IP y dominios hasta la garantía del buen uso de internet y la búsqueda de proyectos que fortalezcan su presencia en la región. Según datos de junio de 2012, 259 millones de personas tienen acceso a internet en la región, un 42,9% de los ciudadanos.

En la Casa trabajan personas de muchas nacionalidades. Uruguayos, por supuesto, pero también mexicanos, paraguayos e incluso belgas y españoles. Entre los numerosos pasillos y despachos con amplia luz natural, se mezclan los acentos con las calabazas del mate. El día que acudimos a conocer las instalaciones almorzarán un bufé de ensaladas que está preparando Graciela, una de las trabajadoras del edificio. María Gayo, coordinadora de Comunicación de LACNIC y nuestra guía por las diferentes dependencias, nos cuenta que son ellos mismos (muchos de ellos jóvenes que no parecen pasar de los 30 años) los que compran la lechuga, los tomates o el maíz que comparten entre todos.

Comenzamos el recorrido. Mirando a la rambla, en el primer piso, se encuentra el despacho de Ernesto Majó, director ejecutivo interino de LACNIC, el organismo responsable de entregar los paquetes de direcciones IP a los que lo solicitan.

LACNIC cuenta con cerca de 4.000 asociados, como proveedores de internet, grandes empresas de telecomunicaciones, universidades o gobiernos de diferente nivel. Estos son los que piden para sus ordenadores nuevas direcciones IP, que se reparten según los criterios o “políticas” que aprobó la propia comunidad en discusión pública. Dichas reglas tienen que ver con aspectos técnicos: ¿cuántas direcciones se dan a un nuevo asociado? ¿Qué requisitos se le tienen que pedir para comprobar las necesidades que alega?

Y además, ¿cómo se deciden estas directrices? “LACNIC se basa en proyectos abiertos y participativos”, cuenta Majó. “Es lo que se llama el foro de políticas, formado por toda la comunidad, cualquier persona que siente que puede aportar a las discusiones. Tú te suscribes a la lista y puedes inmediatamente proponer ideas nuevas, cuestionar las de los demás...”

Este proceso “está pautado, tiene una determinadas etapas elaboradas por la comunidad: elaborar una propuesta, enviarla al foro... Tiene que haber un tipo de discusión, llevarla a instancia presencial en los eventos de LACNIC”, donde se presenta y se espera “la reacción” de la comunidad. En esos eventos hay unos moderadores, voluntarios y elegidos por el colectivo, encargados de comprobar si hay consenso para aprobar esa política o no.

LACNIC agotó recientemente las direcciones IPv4 y actualmente está entregando IPv6.

Dominios y más dominios

Ya tenemos las IP. Podemos conectarnos, pero necesitamos saber a dónde. Precisamos de un dominio al que acceder. Ya conocemos muchos, universales, como .com, .org o .net; gubernamentales como el .gov... Pero ¿y si quiero crear uno nuevo? ¿Y si deseo registrar mi marca como dominio? Si eres latino, tu respuesta está en el piso de abajo, en el despacho regional de la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números, la ICANN.

Esta institución es la encargada de coordinar los dominios, “esos identificadores únicos para que una computadora pueda conectarse a otra. Esa es la gestión global que permite un internet global”, y mantenerlos, nos cuenta Alexandra Dans, responsable de Comunicación para ICANN en América Latina y el Caribe. A diferencia de LACNIC, no tiene miembros asociados.

El equipo del que forma parte Dans, integrado por más de 300 personas en todo el mundo, se encarga de coordinar estos dominios. Desde 2012, tiene tareas nuevas. Fue entonces cuando se puso en funcionamiento el programa de nuevos gTLD que permite registrar dominios de marcas, empresas o regiones no nacionales. Entre los ‘latinos’ aprobados recientemente se encuentran el .globo para la empresa de medios brasileña o el .rio para la próxima sede de los Juegos Olímpicos.

La institución también actúa como mediadora ante posibles problemas a la hora de solicitar estos dominios. Fue lo que sucedió cuando Amazon pidió el .amazon y los países de la cuenca del Amazonas mostraron su rechazo. La queja fue escuchada en el comité de asesoramiento gubernamental y la solicitud, finalmente, no se aceptó.

Pero no todos los dominios son gestionados por la ICANN. Si queremos hablar de los nacionales, como el .es o el .uk en Europa, tenemos que salir del despacho de Alexandra y meternos en el de al lado, el de Sofía. Bienvenidos al LACTLD.

LACTLD es la entidad encargada de gestionar las relaciones con los ‘country code’ (dominios nacionales) de los países de la región, una comunidad en la que también se encuentra España. Como estos dominios ya están prefijados y no se esperan nuevas incorporaciones, la organización, sin ánimo de lucro, se encarga de “brindar capacitaciones” - nos cuenta su responsable de comunicación, Sofía Zerbino - mediante cuatro talleres prácticos anuales que tocan aspectos legales, comerciales, técnicos o de políticas. Y no solo eso: también elaboran informes estadísticos sobre la región y, “como muchos miembros no pueden viajar”, ejercen como representantes ante organismos internacionales.

Cooperando en la región

Seguimos por esos pasillos de puertas de cristal. En una sala más amplia, enfrente del despacho de Sofía, se encuentra la sede de la Red CLARA, una ONG de cooperación latinoamericana de redes avanzadas fundada en 2003. “Es una red académica, una red de redes, que federa a las redes nacionales de investigación científica y de educación nacionales en los distintos países de América Latina”, explica Mark Urban, su director financiero. En definitiva, su labor consiste en “fomentar la integración de los investigadores en América Latina” y conectarlos con otros continentes. En la actualidad, están ocupados en un proyecto que enlaza los laboratorios astronómicos de Argentina y Chile y luchan por fortalecer la infraestructura de internet en la región andina.

El trabajo para cohesionar internet en la región sigue en otros cubículos. Junto a la Red CLARA está la sección latinoamericana de la Internet Society, una veterana organización global (tiene 22 años) que promueve el uso, desarrollo y evolución abiertos de internet en todo el mundo. “Que no existan barreras internacionales” es la premisa, nos dice su director regional, Sebastián Bellagamba. “A nosotros nos preocupa sobre todo la salud del ecosistema de internet”.

Entre los retos en esta vasta área está, por supuesto, acabar con la brecha digital, pero también investigar cómo mejorar el tráfico de internet entre países: “La forma en la que intercambiamos tráfico de internet en la región no es la más eficiente de todas. Mucho de nuestro tráfico, para ir de un país a otro, pasa por Estados Unidos, por ejemplo. No hay una respuesta única, pero quizá deba haber otras formas. Requiere muchos estudios de cómo el tráfico se intercambia”.

Mientras, a nuestras espaldas, continúa el trabajo de AHCIET, la asociación de centros de investigación y empresas de telecomunicaciones, que opera “como una cámara de empresas. Llevamos adelante funcionamientos regulatorios, consultas públicas, hacemos estudios. Tratamos de promover la colaboración público-privada en América Latina para avanzar hacia el cierre de objetivos convergentes: masificar la conectividad, cerrar la brecha digital...”, relata su coordinador de estudios, Juan Jung.

En su seno están grandes empresas del ramo, como la privada Telefónica pero también la estatal uruguaya de telecomunicaciones, Antel. Su labor es importante de cara a la elaboración de leyes y reglamentos, pues dan a conocer su posición mediante argumentos técnicos, como si de un ‘think tank’ se tratara. Actualmente se encuentran en la segunda fase del llamado ‘desafío 2020’: calcular una serie de indicadores para los países de la región (tributación, facilidades para la inversión...) con el fin de que puedan alcanzar en 2020 los niveles de banda ancha que tendrá Europa.

Además, la AHCIET organiza el encuentro iberoamericano de ciudades digitales, que en su 15 aniversario se celebrará en Málaga, en octubre. Andrés Sastre Portela, que trabaja aquí como asesor de estudios, nos cuenta que se trata de juntar en un mismo evento “a la comunidad técnica, la academia y sobre todo a alcaldías de cara a universalizar las TIC”.

De momento, en la Casa de Internet residen estos seis vecinos. Pronto se sumarán nuevos compañeros, como la federación latinoamericana y del Caribe para el comercio electrónico, mientras prosiguen las conversaciones para que se instalen otros. Tendrán que ampliar las oficinas para que el paisito siga siendo el centro de las decisiones del internet en la región.

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