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Los robots entrañables (o temibles) que han ganado los Goya del cine futurista

Un fotograma de 'Uncanny valley', segundo premio en Fictional Robots del ROS Film Festival

Cristina Sánchez

Un periodista, con la cara pixelada, cuenta cómo Anonymus le ha enviado información clasificada sobre un controvertido programa secreto del Gobierno estadounidense. Se trata de la iniciativa Segundo Soldado, destinada a rehabilitar a militares gravemente heridos mediante tecnología de un modo cuando menos cuestionable.

‘P9-13’P9-13, un cortometraje que explora el dilema ético de estrechar las fronteras entre humanos y robots, acaba de ganar el primer premio en la categoría Fictional Robots del ROS Film Festival. Organizado por El Caleidoscopio —una ‘spin-off’ de la Universidad Miguel Hernández de Elche— en este festival ‘online’ han participado una cincuentena de cortos de 16 países con las máquinas como protagonistas.

El estadounidense Henry Prince, creador de 'P9-13', asegura a HojaDeRouter.com que la victoria ha sido “un maravilloso reconocimiento”. Experto en ciberseguridad, Prince estudió además en el American Film Institute Conservatory y ya había realizado algunos cortometrajes, así que contaba con un bagaje previo para rodar este falso documental, que comienza con unas imágenes supuestamente eliminadas de YouTube en las que aparece un ser similar a un humano.

“Quería explorar a qué podría parecerse una temprana tecnología de la singularidadsingularidad”, reflexiona Prince. “Además, quería exponer los fallos de avanzar tan rápido en ese camino: los investigadores que son capaces de lograr cosas increíbles no pueden dejar de preguntarse si deberían hacerlas”.

¿Qué ocurrirá si la inteligencia artificial va un paso más allá? ¿Quién toma realmente las decisiones si se conecta directamente a nuestro cerebro? Aunque las cuestiones que plantea el cortometraje sean futuristas y ficticias, lo cierto es que DARPA investiga técnicas para implantar chips en el cerebro y el cortometraje incluye grabaciones reales de experimentos dirigidos por Kevin Warwick (experto en cibernética y cíborg desde los años 90) y Jack Gallant (investigador en neurociencia cognitiva). “Quería hacer una película científicamente rigurosa para ingenieros de un ingeniero, que terminó haciéndolo por amor al arte”, señala Prince.

Su ficción se desarrolla además en la “era de la filtración”, el nombre con el que este director califica al periodo que va desde las revelaciones de Snowden a los recientes documentos que desvelan el arsenal de ciberespionaje de la CIA. Él mismo publicó el corto como un vídeo filtrado: los títulos de crédito remitían a la consultora ficticia The Shadow Corp y diseñó incluso la web del falso contratista de DARPA que trabaja en Segundo Soldado. La estrategia funcionó: además de recibir cientos de correos a través de la primera, Prince asegura que le enviaron, “sorprendentemente”, un buen número de candidaturas de empleo a la supuesta compañía dedicada a desarrollar tecnología militar.

Robots que contemplan la naturaleza

Sandra Hermida (productora de ‘Autómata’ y ‘Un monstruo viene a verme’), Javier Ordóñez, (catedrático de Lógica de la Universidad Autónoma de Madrid), Carme Torras, (investigadora en el Instituto de Robótica CSIC-UPC), o la periodista Rosa Montero han formado parte del jurado del ROS Film Festival, que no solo ha premiado cortos de ficción como ‘P9-13’, sino que también ha reconocido la labor de las películas en las que al menos uno de los actores era un robot programable “con capacidad de hablar, expresar emociones o relacionarse con humanos u otros robots”.

'NESL'NESL, un cortometraje estadounidense, se ha alzado como vencedor en la categoría Real Robots. Prescindiendo de diálogos, la obra muestra la bellísima interacción entre distintos agentes no humanos: máquinas y minerales. Dos autómatas, provistos de una suerte de ojo y unas pinzas, interaccionan en la formación de cristales que se está produciendo en el blanco paisaje que habitan.

“En los últimos años, empezamos a estar interesados en la idea de desarrollar nuevas especies robóticas. Muchos robots de hoy en día son desarrollados por propósitos prácticos, económicos o de defensa. Estábamos mucho más interesados en otras formas de abordar los robots”, detalla Nicole Koltick, artista, arquitecta y directora del Design Futures Lab de la Universidad de Drexel, responsable del corto.

¿Qué pasaría si un autómata tuviera una afición? ¿O si se dedicara exclusivamente a tareas bellas o poéticas? Tras plantearse esas filosóficas cuestiones, Koltick decidió situar a los autómatas, desarrollados como parte de su proyecto de investigación Phenomenal Machines (Máquinas Espectaculares), en una “ecología sintética” donde pudieran afectar y ser afectados. “Los robots son reales y muchas de sus acciones son reales. Sin embargo, los robots como actores son difíciles”, bromea Koltick.

Tanto ellos como el paisaje han sido fabricados con técnicas como la impresión 3D, poseen una visión básica gracias a una pequeña cámara (el propio corto muestra cómo reconocen los colores pero no las formas), y están programados para “imitar los procesos y formas biológicas”.

Eso sí, al principio los robots de NESL se comportaban de forma muy “inestable”, lo que dificultó el rodaje. Al fin y al cabo, estos improvisados intérpretes no seguían al pie de la letra un guion. “Subyacente al trabajo hay un debate sobre la inclusión de lo bello, lo poético, lo emocional, lo estético, en ingeniería, tecnología e informática”, destaca la directora de ‘NESL’, entusiasmada por la victoria de su corto en el ROS Film Festival.

Maggie y NAO, protagonistas de los cortos españoles

“Vamos a la cama”. “He vendido la cama”. “¿Por qué?”. “Porque no nos hace falta”. “¿Dónde vamos a dormir?”. “No vamos a dormir”. “¿Y qué vamos a hacer cuando necesitemos descansar?”. “No necesitamos descansar”. “Es un día muy raro”. “Todos los días son raros”.

Con sus voces sintéticas, dos robots NAO NAO mantienen este diálogo de besugos en ‘Un agujero en la arena’, el cortometraje español que ha conseguido el segundo premio en la categoría Real Robots. “Uno de los robots es como más rebelde, el otro acepta más su programación y eso está muy bien caracterizado”, destaca Martí Sánchez, investigador en inteligencia artificial del grupo SPECS de la Universidad Pompeu Fabra y realizador de esta película que narra, a través de un plano fijo, la ficticia vida de estos dos autómatas.

Sánchez había organizado hace un tiempo Teatronika, una iniciativa celebrada en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) que puso a prueba las capacidades actorales de los robots sobre un escenario. Sánchez decidió convertir una de las obras ganadoras de aquel concurso en un corto para el ROS Film Festival, aprovechando que “las frases cortas” de este guion que “roza lo surrealista, lo absurdo” funcionaban bien.

No en vano, tenían que programar a los NAO para que caminaran, bailaran, gesticularan y hablaran sin aburrir al espectador con sus lentos movimientos y sus limitadas dotes interpretativas (como su rostro no es demasiado expresivo, encienden sus luces). “Los gestos están soportados por un sistema de ‘tracking’ que les dice dónde están en cada momento, y por eso señalan automáticamente al otro”, detalla el realizador.

El corto trata de lograr que el público empatice con los autómatas —“la gente tiene miedo de si van a sustituirnos, de si van a quitarnos el trabajo”— conociendo sus limitaciones actuales. Además, Sánchez trataba de plasmar una de sus preocupaciones como investigador: “Tengo la impresión de que la robótica es una herramienta muy potente para que entendamos mejor el cerebro y cómo está conectado con el cuerpo [...] Por eso, la robótica va a tener un papel fundamental en el desarrollo de la inteligencia artificial”.

Una inquietud diferente plantea ‘La conciencia dormida’, un corto realizado por la Oficina de Información Científica de la Universidad Carlos III de Madrid galardonado con un accésit en el ROS Film Festival. Maggie, la adorable robot social desarrollada por esta universidad, es sometida en el cortometraje a una suerte de test de Turing. “Yo siempre he sido muy fan de las historias de ciencia ficción y de robots”, destaca Adrián Carrasco, ingeniero industrial, estudiante de ingeniería matemática y guionista del corto.

Por eso, decidió poner a prueba a Maggie planteándole una serie de situaciones que probaran su respeto a las tres leyes de la robóticatres leyes de la robótica (un robot no hará daño a un ser humano, deberá obedecer las órdenes de los humanos y protegerá su propia existencia, siempre que cada ley no entre en conflicto con las anteriores) formuladas por el escritor Isaac Asimov.

Para que fuera lo más real posible, Carrasco decidió que el diálogo entre el examinador y la máquina se asemejara a un “código de programación”: Maggie entra en modo “simulación” y responde siguiendo instrucciones. Lo más sorprendente es que el cortometraje, estrenado en YouTube casi un año antes del aterrizaje de ‘Westworld’, guarda un asombroso parecido con las escenas en las que los ingenieros del parque temático conversan con los robóticos anfitriones en la exitosa serie de HBO. Es más, uno de los grandes temas de ambas ficciones es precisamente la concienciaconciencia.

Carrasco, que siempre ha querido mantener un “alma renacentista” —además de ingeniero, lleva años realizando cortometrajes con sus amigos— intentó ser todo lo preciso “científicamente” que le permitía la ficción. Por eso, la pobre Maggie dice no saber por qué es bonita una puesta de sol, cuando ella solo ve “un conjunto de radiaciones que llevan viajando 8 minutos y 19 segundos desde que se produjeron” (el tiempo que tarda la luz solar en llegar a la Tierra).

Él mismo dirigió al robot por control remoto durante el rodaje de este proyecto, que la Universidad Carlos III de Madrid realizó para acercar sus avances al público general. Para Adrián, fue una “grata sorpresa” que el centro decidiera promover una iniciativa de este tipo. “Echo mucho en falta herramientas para potenciar la divulgación científica, transmitir el valor de la ciencia no solo a través de los logros sino a través de la ficción”, destaca.

¿Temor a los robots o a la realidad virtual?

En lugar de divulgar el valor los avances científicos , ‘Uncanny Valley’‘Uncanny Valley’, que ha obtenido el segundo premio en la categoría Fictional Robots, parece advertirnos sobre sus peligros. Dirigido por el argentino Federico Heller, socio de 3dar (una compañía especializada en realidad virtual, animación y efectos visuales) el corto dio mucho que hablar cuando se estrenó.

Con una mezcla de estilo documental y de videojuego, Heller plantea un futuro distópico en el que la realidad virtual ha destruido la humanidad: los adictos pasan todo el día asesinando objetivos en sus videojuegos y ya no se relacionan con los de su especie. “Me inspiré sobre todo en la fuerte necesidad de los seres humanos de conectarnos a realidades que no son la nuestra y rechazar la percepción más simple de nuestro entorno”, destaca Heller.

Los impresionantes efectos especiales de este cortometraje contribuyen a que nos sumerjamos en ese violento universo, donde comienzan a disolverse las fronteras entre el juego y la ficción. “Si las acciones de una persona son digitalizadas, también pueden ser robadas, y yo puedo creer que estoy haciendo una cosa cuando en realidad estoy haciendo otra cosa”, sostiene el realizador de un corto que se asemeja a episodios de la popular serie ‘Black mirror’ como ‘Men against fire’, en el que el ejército planea el exterminio de las “cucarachas”, o 'San Junipero', en el que se entremezclan mundos reales y virtuales.

“Tradicionalmente, la ciencia ficción ha sido usada para explorar nuestros deseos y miedos del futuro”, destaca Henry Prince, uno de los ganadores del ROS Film Festival. “Ahora más que nunca, es una conversación en la que el mundo debe involucrarse a medida que nuestras preguntas tecnológicas cambian desde el ‘¿podemos?’ al ‘¿deberíamos?’, y el festival nos permite plantear estas preguntas”.

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