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El Govern del PP en Balears elimina 1,5 millones de euros destinados a combatir la emergencia climática

Hoteles en una playa de Mallorca.

Nicolás Ribas

Mallorca —

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El Govern del PP ya ha comenzado a trabajar en los presupuestos autonómicos de 2024, los primeros de Marga Prohens como presidenta balear, después de haber llegado a un acuerdo con Vox a cambio de introducir lo que la derecha llama “libre elección de la lengua” en la educación. En las últimas cuentas del Ejecutivo progresista de Francina Armengol se preveía una partida de 1,45 millones de euros para los ayuntamientos del archipiélago balear que, sin embargo, ya no consta para el año que viene, tal como ha avanzado Cadena Ser y figura en el proyecto de presupuestos diseñado por el Ejecutivo conservador, consultado por elDiario.es.

El director gerente del Instituto Balear de la Energía en la legislatura pasada, Ferran Rosa, ha denunciado este miércoles por la mañana en la comisión de Hacienda del Parlament la retirada de esta línea de financiación. “Una línea de ayudas ejecutada al 96%, con siete veces más solicitudes que recursos, que la piden ayuntamientos de todo color político y orientada a las necesidades de los núcleos urbanos queda fuera”, ha lamentado este viernes en X (antes, Twitter).

La conselleria de Transición Energética, Sectores Productivos y Memoria Democrática, que dirigía en la legislatura pasada Juan Pedro Yllanes, recibió cerca de 50 proyectos por 7,7 millones de euros. Sin embargo, el presupuesto autonómico contemplaba una partida sustancialmente menor, por lo que muchos de los proyectos presentados quedaron fuera. En cuanto a aquellos que sí pudieron acogerse a las subvenciones del Govern, ahora deberán buscar otras fuentes de financiación, dado que no podrán contar con la partida presupuestaria que se preveía en 2023.

Esta línea de subvenciones estaba destinada a la redacción y ejecución de proyectos que promovieran una mayor resiliencia de los espacios urbanos y periurbanos para adaptarse y mitigar mejor los efectos adversos del cambio climático, según figura en la resolución de la Conselleria de Transición Energética del 20 de marzo de 2023. Otro de los objetivos que perseguía la convocatoria de ayudas era promocionar la actividad económica relacionada con el diseño, construcción y mantenimiento de los espacios públicos urbanos, en la línea del futuro Plan de Transición Energética y Cambio Climático de las Illes Balears.

Las políticas públicas de la anterior Conselleria de Yllanes iban en la línea de los objetivos que marca la UE y que persiguen “una Europa más verde y baja en carbono, promoviendo una transición energética limpia y equitativa, la inversión verde y azul, la economía circular, la adaptación al cambio climático y la prevención y gestión de riesgos”. De este modo, las partidas buscaban ayudar a los ayuntamientos para que diseñen proyectos que fomenten “la adaptación al cambio climático, la prevención de riesgos de catástrofes y la resiliencia, teniendo en cuenta un enfoque basado en los ecosistemas”. Así, las actuaciones deben fomentar el desarrollo de proyectos con el objetivo de mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, la absorción del carbono y la adaptación a la emergencia climática.

Entre las actuaciones que se podían financiar se incluían los costes de ejecución de las obras e instalaciones relacionadas con tratamientos de vegetación, movimientos de tierras, creación y preparación de alcorques, compra y siembra de árboles y otra vegetación, sistemas de riego, fachadas verdes, pavimentos drenantes, compra e instalación de cenadores, obras previas a su instalación (solera, pendientes…), toldos de sombra u otros similares.

Balears, un territorio frágil

El archipiélago balear es especialmente vulnerable a los efectos adversos de la emergencia climática. La modificación de las condiciones climáticas derivadas del calentamiento global tiene como consecuencia la aparición de amenazas ambientales locales. De hecho, Balears tendrá que afrontar, en el futuro, un escenario climático con un incremento de temperaturas superior a la media global (entre dos y cinco grados en los próximos 80 años), según previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología.

En este sentido, las olas de calor van a aumentar en número e intensidad (de la media actual de una o dos olas de calor anuales podríamos pasar a seis o siete en las próximas ocho décadas); habrá un mayor número de días con temperaturas mínimas superiores a los 20 grados y se incrementarán las noches calurosas, entre otros impactos como la bajada de precipitaciones -con la consiguiente menor disponibilidad de agua, sequía y crisis hídrica- y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos.

Cabe recordar que el exceso de calor, sostenido en el tiempo, conlleva un aumento de la mortalidad, especialmente en los grupos más vulnerables (las personas que viven en condiciones económicas precarias, aquellas que tienen problemas de salud o las más mayores sufren con mayor impacto las consecuencias de las olas de calor). En los últimos años, las investigaciones relacionadas con las olas de calor han aumentado de una, en 2012, a veintiuno en 2017, según el Sistema de Información por Olas de Calor (SIOC), dependiente del Servicio de Epidemiología de la Dirección General de Salud Pública y Consumo.

Así, las olas de calor se dan cada vez más en entornos urbanos -afectados por el fenómeno “isla de calor urbana”-, donde se pueden dar temperaturas que, a nivel local, son en cinco grados superiores a las del clima regional, como consecuencia de la morfología de la ciudad y su diseño urbanístico. En conclusión, la alteración del clima como consecuencia de la urbanización influye en el bienestar físico y psicológico de los habitantes de los entornos urbanos.

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