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Billy y Amayes, los dos amigos que salieron de Argelia en patera y que nadie se ha preocupado por encontrar

Imagen de los desaparecidos.

Tomeu Mesquida / Aina Cassanyes Roig

Mallorca —
11 de septiembre de 2023 23:01 h

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Al más mayor todos lo llaman Billy, y su nombre en el pasaporte es Nabil Lakhdari. Su mejor amigo se llama Amayes Afflaye. A las tres de la mañana del pasado 25 de agosto salieron de Argelia en una patera con otros 13 varones, algunos de ellos menores de edad. La mayoría eran del mismo barrio y se conocían entre ellos. Desde el 2017, muchos relatos migratorios en la ruta Argelia-Balears podrían empezar así. Pero esta última patera azul llegada a Mallorca vivió lo que han temido sufrir todas.

Missipssa Afflalaye dice que Amayes, su hermano pequeño, “llevaba meses esperando el día de salir a la mar”. La preparación de estos viajes puede ser larga. “Desde diciembre estaba ahorrando para poder irse”, añade a elDiario.es. Su hermano y Billy pagaron 2.000 euros por su plaza en la embarcación. La última vez que habló con él, dice, fue dos horas antes de zarpar. El mensaje por Messenger de Facebook era corto: “Todo va bien”; y venía con una foto del mar. Salieron de Dellys, que está a unos 250 km en línea recta de tierra balear.

Missipssa y su mujer (que prefiere mantener el anonimato) trataron de convencerle para que no se fuera por mar “porque era una travesía peligrosa”. Pero un popular proverbio que circula por grupos de Facebook de argelinos en busca de una oportunidad en Europa reza así: “Mejor que me coma un pez que un gusano”. Los dos hermanos mayores de Amayes ya habían migrado, Missipssa a Francia y el otro a Canadá. Solo faltaba él. Y su mejor amigo también se iba. Amayes y Billy trabajaban de peluqueros, pero “querían la libertad, Argelia es un país muy difícil en el que vivir, no hay trabajo y como persona eres la miseria”, dice la mujer de Missipssa.

La pesadilla de una travesía sin suerte 

En este caso se tomó más de seis días, pero la consolidada ruta migratoria Argelia-Balears es un trayecto que, en buenas condiciones climáticas, se realiza entre 24 y 48 horas. A unas 20 horas de haber salido del puerto de Argelia, el motor, de 40 caballos, tuvo un fallo técnico y quedó inutilizado, según relata por teléfono Yousri, uno de los supervivientes.

Según Salah Lakhdari, primo de uno de los desaparecidos, la avería les obligó “a usar los remos en mar abierto” durante cuatro días, para “dirigir la embarcación hacia el lugar deseado”: el archipiélago balear. El destino tardaba demasiado en llegar. Y lo que llegó fue la tormenta. Una borrasca con fuertes vientos, de hasta 100 quilómetros por hora, que sacudió las islas y buena parte de la península el domingo 27 de agosto. En el mar se produjeron olas gigantescas y las fuertes corrientes azotaron la patera. Según Yousri, que lo vivió todo y que al hablar se le nota aún afectado, la embarcación se movía tanto, que los navegantes tuvieron que meterse en el agua y agarrarse a los lados para evitar que volcara. Pero ese no fue su final.

Los navegantes consiguieron subir a bordo y resistir a una tarea prácticamente imposible. El miedo y la desesperación se iban abriendo paso entre los jóvenes, también “el hambre y la fatiga”, explica Yoursi. En este momento, parece que alguien divisó tierra a lo lejos. Algunos vieron cuchichear a Amayes y Billy. En seguida, saltaron del barco hacia lo que creían su salvación. Los compañeros intentaron evitarlo, pero “el deseo de llegar y la desesperación”, dicen los familiares, pudieron con ellos. “Saltaron con salvavidas puesto”, dice el hermano del más pequeño, y el primo del mayor asegura que “eran de buena calidad”. Eran las únicas armillas que había en el barco, junto a una tercera, que llevaba puesta un chico menor de edad, que era el que patroneaba el navío.

Al verse arrastrados por las fuertes olas y al sentir los gritos de sus compañeros, intentaron volver a la embarcación. Y fue la falta de fuerzas o de suerte lo que determinó su destino. A la “tercera ola los perdieron de vista”, según han contado los supervivientes a los familiares. “La corriente era muy fuerte”. Según Salah Lakhdari, habían visto la isla de Cabrera, un islote en la zona sur de Mallorca, a apenas 10 millas. Pero en las condiciones del viaje, de momento, es difícil saber qué fue lo que vieron.

La tormenta, al fin, se apaciguó. Pero la pesadilla permaneció para los que quedaron en la patera. A la deriva, sin fuerzas para remar, sin comida, sin agua, llegaron a “beber agua del mar”, cuenta Yousri en primera persona. Y la cosa aún empeoró más. Un joven, A. L., de 35 años, diabético, después del esfuerzo en el mar y volver a la precaria barca de pesca, empezó a desvanecerse. Murió poco después. La principal hipótesis que manejan desde la Policía Nacional de Palma, a espera de lo que pueda desvelar la autopsia, es que la muerte “fue a causa de una bajada de azúcar”.

Un joven de 35 años, diabético, después del esfuerzo en el mar y volver a la precaria barca de pesca, empezó a desvanecerse. Murió poco después. La principal hipótesis que manejan desde la Policía es que la muerte “fue a causa de una bajada de azúcar”

“Se me mezclan las noches y los días”, dice y se disculpa Yousri, pero la muerte de A.L. tuvo que ser en la primera mitad del viaje, pues al final “el olor, era difícil de aguantar”. Los compañeros no dudaron en mantener el cuerpo en la embarcación. Porque era uno de ellos, por su familia. Hasta que el jueves 31 de agosto, cuando ya desesperados por el olor estaban a punto de tirar el cuerpo por la borda, fueron rescatados. A las 18 horas fueron interceptados a 30 millas sudeste del islote de Cabrera. Salvamento Marítimo hizo el rescate y los remolcó hasta el Puerto de Portocolom, al este de la isla de Mallorca. Partieron 15 y 12 llegaron con vida.

Un hermano desesperado

Los supervivientes de esta última patera estarán unos días en Mallorca, acogidos por la Cruz Roja. Tres de ellos, menores, serán detenidos y acusados de capitanear la embarcación. Otro grupo abandonará la isla el 6 de septiembre y continuará su proceso migratorio. Yousri, aún consternado y en shock por el trauma de la travesía, relata ya llegando al puerto de Barcelona que explicó “numerosas veces” la desaparición de Amayes y Billy, tanto a la Cruz Roja como a la Policía Nacional.

Pero no fue el único. Paralelamente, Missipssa, el hermano de Amayes, había volado a Mallorca desde Francia, de donde es ciudadano desde hace unos años. La sucesión implacable de días sin noticias de su hermano le pusieron en alerta. “Quería ver si aquí sabían algo”, explica. Lo primero que hizo en suelo isleño fue ir a la comandancia de la Guardia Civil para avisar sobre la desaparición de su hermano y de su amigo. Hizo lo mismo en la Cruz Roja de Palma.

Al final de la tarde recibió un mensaje vía Facebook de la hermana de uno de los chicos de la patera: “¡Están llegando!”. La embarcación había sido remolcada a Portocolom, pero Missipssa no lo sabía y se dirigió al puerto de Palma. Allí se enteró de que los trasladarían a la comisaría de la Policía Nacional y continuó su periplo. Hasta que se confirmó lo peor. El nombre de su hermano y el de su amigo no figuraban en la lista de personas encontradas que le facilitó la Policía Nacional. Se anticipó a algo que acabó sucediendo.

La esperanza se agarra al dolor en estas desapariciones. Missipssa pensó que igual “habían dado un nombre falso”. Entonces, volvió la mañana siguiente para enseñar la foto de sus allegados, así como fotografías de sus documentos, pero no estaban allí. Insistió en “dejar muestras de ADN” para futuras investigaciones, pero “los agentes lo rechazaron”, dice quejándose. De esos trámites no quedó registrada ninguna denuncia. La noche del día 1 de septiembre volvió a Francia, sin entender muy bien si iban a buscarles, con las manos vacías; con solo un papel, en castellano, que le habían hecho en la Cruz Roja explicando el caso antes de que llegara la embarcación.

Las declaraciones de la familia y de Yousri contrastan con las de Salvamento Marítimo, que afirma que los rescatados no avisaron de la desaparición. No fue hasta el día 2 de septiembre que Salvamento Marítimo tuvo constancia de estos hechos a través de una llamada telefónica al 112. Sin embargo, no se activó ninguna búsqueda específica al “tratarse de una información tardía y proveniente de una persona ajena a la tripulación de la embarcación” y añaden que “esa zona quedó más que rastreada por la búsqueda del velero”. 

La zona que se peinó fue el sur de Menorca y el norte y nordeste de Mallorca, mientras que las pateras que salen de Argelia vienen por el sur de la isla. La búsqueda a que hace referencia tiene su origen el domingo 27 de agosto, cuando se perdió el contacto con dos ciudadanos alemanes, padre e hijo, que iban a bordo de su velero durante el temporal mientras hacían un trayecto entre Menorca y Mallorca. El 27, el mismo día que probablemente desaparecieron Amayes y Billy. El operativo de rescate contó con la participación de Salvamento Marítimo, el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) y la Guardia Civil. La búsqueda por mar y aire se prolongó diez días, hasta que se recuperaron los supuestos cuerpos, a falta de confirmar la identidad mediante pruebas ADN. A día de hoy, el dispositivo se mantiene con el fin de encontrar el velero en el que desaparecieron las víctimas alemanas.

No corrieron la misma suerte los dos ciudadanos argelinos. Las voces de Yousri y de Missipssa o del anónimo del 112 no fueron tomadas en cuenta. No prosperó la denuncia del hermano mayor de Amayes. El protocolo de Cruz Roja parece no haber impulsado acción alguna en las autoridades competentes. Ningún dispositivo de búsqueda por mar se puso en marcha. Las familias siguen buscando los dos jóvenes. “Si fue un milagro que llegara la barca, ¿Por qué no van a seguir con vida?”, dice Missipssa, que se pone en lo peor, pero se agarra a la esperanza. 

El hermano de Amayes había volado desde Francia a Mallorca, preocupado porque no tenía noticas de su hermano. Afirma que denunció su desaparición ante la Guardia Civil y alertó a la Cruz Roja de Palma, pero no se puso en marcha ningún protocolo

La ruta de Argelia-Balears

En 2017 la ruta Argelia-Balears superó por primera vez el umbral de las 200 personas en proceso de migración. Balears no es, salvo contadas excepciones, el destino final. Lo son Francia, Bélgica, Alemania. Las islas son una parada. Una primera entrada en Europa. Lo que tienen más cerca en línea recta. Depende del punto de salida, incluso hay menos distancia que en un trayecto comercial entre Palma y Barcelona. Es la opción más accesible, con el menor gasto. De ahí, también, los riesgos. Estos últimos años la tendencia de crecimiento de la ruta se ha estabilizado, de media, llegan más de 2000 migrantes al año. En 2023 ya han llegado más de 900.

De media llegan más de 2.000 migrantes al año. En 2023 ya han tocado costa balear más de 900. Es una ruta que se está consolidando, pero que es de paso, pues los migrantes quieren ir a Francia, Bélgica y Alemania

Hasta la pandemia de la COVID-19, el perfil de persona que usaba esta ruta era la de un joven argelino con pocos recursos. Con un importante porcentaje de menores y con muy pocas mujeres a bordo. Llegaban en embarcaciones a punto de retirar compradas en grupo a pescadores. Llegaban en cuentagotas. Este patrón repetido se empezó a romper el verano del 2021, con la llegada de varias embarcaciones simultáneamente en diversos puntos de las Balears y el levante peninsular. Aprovechando las ventanas de buen tiempo. Además, allí, empezaban a compartir embarcaciones con refugiados de Mali o Guinea. 

Que algo sea difícil de cuantificar y contrastar no significa que no exista. Solo en 2020, se denunciaron 50 desapariciones de migrantes en esta ruta. No se sabe cuantas de ellas en aguas de Balears. Pero los cuerpos de migrantes no han dejado de aparecer, camuflándose en la crónica negra diaria. Esas noticias que las familias traducen como pueden cada vez que salen.

Esta última embarcación es el claro ejemplo de que sigue pasando. Salieron 15 jóvenes sin experiencia en el mar, con una embarcación precaria y en este caso, sin mafias por en medio, siendo todo una autoorganización que les hizo zarpar días antes de una tormenta que seguramente pensaban esquivar. La diferencia aquí es que normalmente las embarcaciones desaparecen con todos sus integrantes, y esta llegó con un cadáver y denunciando que faltaban dos, que nadie busco activamente. Macabro recordatorio. Durante la verificación de las informaciones para este artículo, la Policía Nacional confirmó la identidad de los desaparecidos y actualmente ya existe una denuncia formal.

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