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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

La madame 'ficticia' que situó a un exconcejal del PP en orgías costeadas por el magnate Cursach le pide perdón

El empresario y magnate del ocio nocturno mallorquín Bartolomé Cursach.

Esther Ballesteros

Mallorca —

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“Pido perdón al señor Gijón por todo el daño que yo, con mis declaraciones, le he causado”. Con estas palabras, una de las testigos clave que declararon en su día en el marco del caso Cursach -que buscaba levantar las alfombras de un presunto entramado mafioso urdido en torno al magnate Bartolomé Cursach- se ha disculpado ante la defensa del exconcejal de Palma y exdiputado del PP Álvaro Gijón, a quien la mujer situó en bacanales supuestamente costeadas por el propietario del mayor imperio del ocio de Balears.

La testigo, quien aseguró en su día ser la madame de un burdel al que acudían altos cargos políticos del PP para participar en fiestas con prostitutas, alcohol y bandejas de cocaína, ha pedido perdón al expolítico durante el juicio que se celebra en Palma contra los antiguos investigadores del caso Cursach a raíz de las presuntas irregularidades que habrían cometido para apuntalar sus acusaciones y allanar futuras condenas. Precisamente, el macrojuicio celebrado el año pasado contra Cursach y otros 16 procesados acabó con la absolución de todos ellos y con el fiscal Tomás Herranz manifestando entre lágrimas que la instrucción de la causa y su posterior enjuiciamiento fue “un fracaso total de la Administración de Justicia, un fracaso sin paliativos” que derivó en la “muerte civil” del empresario mallorquín y de los demás investigados.

Ante el tribunal que juzga al exjuez Manuel Penalva, al exfiscal Miguel Ángel Subirán y a cuatro policías nacionales del Grupo de Blanqueo que colaboraron estrechamente con ellos, la testigo se ha acogido a su derecho de no declarar por estar imputada en otra causa, la que investiga si incurrió en un delito de falso testimonio al declarar en el caso Cursach. Sí ha querido pedir disculpas al exregidor, quien reclama una indemnización de un millón de euros por los perjuicios sufridos durante la instrucción del caso.

Fruto de las manifestaciones de la testigo, los antiguos investigadores del caso Cursach llegaron a investigar a Gijón y al exconseller de Interior José María Rodríguez (PP) en el marco de unas pesquisas que coparon en su día buena parte de la actualidad tanto balear como nacional y que fueron finalmente archivadas ante la inexistencia de indicios de que los hechos se hubieran producido.

La Fiscalía y varios informes policiales señalan, incluso, que la supuesta “empresaria de la prostitución”, como llegó a definirse aquella testigo, denunció agresiones que tampoco habrían tenido lugar. Por ejemplo, la que aseguró haber sufrido a las puertas de su domicilio a manos de dos sicarios enviados por el entorno de Cursach. Los funcionarios policiales apuntan, en esta línea, a los “numerosos delitos de acusación y denuncias falsas” en los que la testigo —que llegó a asegurar a una compañera de piso que su madre pertenecía a ETA y que su tío era el expresidente del Gobierno Carlos Arias Navarro— habría incurrido. 

Durante la investigación de las presuntas irregularidades cometidas durante la instrucción del caso Cursach afloraron, además, grabaciones y mensajes de WhatsApp que tanto Penalva como Subirán habían remitido a la supuesta madame para indicarle qué debía declarar en un momento determinado. Entre ellos, se puede leer cómo el magistrado le infunde ánimos: “Ánimo, María José (…). Cuando quieras y puedas a ver cómo atamos los cabos sueltos para que no te dejen por mentirosa”; “Si hablas con alguna chica o chico que pueda confirmar que esta gentuza iba [al burdel] recuerda decirles que lo haremos de otra manera”. En otro momento, la mujer les responde: “Cuándo no he hecho lo que me habéis dicho, incluso el peor día es cuando lo hice mal en una declaración y os cabreasteis mucho en un careo” y “Aquí estoy por culpa de vosotros”.

El pasado 23 de junio, el juicio contra exjuristas y policías vivió uno de sus momentos más tensos cuando el abogado del exconcejal popular tomó la palabra para interpelar al exjuez Penalva. “¿Sabe que desde que se abrió la causa hasta que Gijón consiguió hablar con usted estuvo casi un año viendo cómo en la prensa se decía que consumía drogas, iba con niños y con putas, sin poder defenderse porque usted no lo citaba a declarar?”. “Si se publicaba que iba de putas, no haber ido, qué quiere que le diga”, fue la respuesta que le ofreció el acusado.

Hasta el momento, exjuez, exfiscal y policías han defendido la labor investigadora que desplegaron durante la instrucción del caso y aseguran que en ningún momento presionaron a testigos e imputados para que declarasen en un sentido o en otro. Durante su comparecencia en el juicio, Penalva manifestó, incluso, que los testigos que declaraban ante él lo hacían “asustadísimos”. “Nadie se atrevía a declarar contra Cursach. Y si lo hacían, luego se desdecían. Como para no hacerlo, si luego les mandaba a unos sicarios como los que nos quería mandar a nosotros”, aseguró. Tanto Penalva como Subirán se enfrentan a las mayores peticiones de condena reclamadas para un juez y un fiscal en España.

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