Algún día, con suerte, escucharemos vuestras historias. De ficción o no ficción. Pero la voz, ya lo sabemos, no se da, ha de ser tomada. No como la imagen, que suele ser capturada. Por lo tanto, quién sabe si debamos esperar años a que vuestras vivencias y pensamientos de hoy tomen la forma de relato propio.
Hasta ahora cautivos de las imágenes que de vuestras experiencias recibimos, vuestra historia está siendo una historia vicaria. Atrapados por nuestras fotos, vídeos y palabras que os convierten en víctimas, a lo sumo en “protagonistas” de un drama, de una tragedia. Paralizados en un fotograma, bajo la trampa de las amargas zancadillas de Petra Laszlo, la reportera húngara premio reciente a la banalidad del mal, os contamos antes casi de escucharos.
Hace ahora sesenta años, una autora precisamente húngara, Agota Kristof, atravesaba también a pie la frontera que separaba su país de Austria, asustada, hambrienta, apretando a su bebé, huyendo del régimen prosoviético, hasta llegar a Suiza. Allí, civilizadamente recibida y empaquetada como eficaz y barata fuerza de trabajo, era metida en barracones cercanos a la fábrica. Es así, como la autora, prometedora poeta en su país, se convirtió, como ella misma cuenta en el libro del mismo nombre, en analfabeta.
La analfabeta no solo es imprescindible por procurarnos una empatía total hacia la experiencia del desplazamiento (¿cuántos de vosotros os estaréis sintiendo en este mismo momento analfabetos al llegar aquí?) sino porque la honestidad y valentía de su autora, le permiten hacer autocrítica y contar cómo, cuarenta años después de haber llegado a Suiza, habiendo aprendido el francés hasta el punto de escribir una de las mejores novelas del siglo XX en ese idioma, es decir, de dejar de ser analfabeta, se sorprende a sí misma mirando a los nuevos migrantes con la misma desconfianza con la que ella fue tratada, nombrándolos como extranjeros, como “los otros”.
El relato tradicional de Europa está hecho de viajes y palabras. Y si no escuchamos atentamente vuestras odiseas, súbitos analfabetos, puede que a partir de ahora la historia de Europa solo se pueda contar como la de una fortaleza, un castillo con almenas rodeado de cocodrilos y drones, aka, policía húngara (siempre ha de haber un perro amaestrado que ejecute el plan de los amos), puede que nos salven del velo de esas otras imágenes que, a fuerza de capturaros terminan por dejar de contar.
Ojalá en unos años podamos leer la historia de los desplazamientos a través de vuestra voz, sin mediación. Nos mostraréis, probablemente, con la fuerza y el poder que contiene la elaboración del relato autobiográfico, un espejo de esta fortaleza que nos hará temblar. Tal vez gracias a vuestras palabras y a sucesivas tomas de conciencia colectiva de lo que el proyecto europeo propone y es, ya sin culpas ni penas caritativas, sino con responsabilidad, asumamos y construyamos una Europa, que de ser algo, solo se puede concebir como la república interdependiente de vuestra casa. Esperamos vuestros relatos.
Sobre este blog
Interferencia (Wikipedia): “fenómeno en el que dos o más ondas se superponen para formar una onda resultante de mayor o menor amplitud”.
Interferencias es un blog de Amador Fernández-Savater y Stéphane M. Grueso (@fanetin), donde también participan Felipe G. Gil, Silvia Nanclares, Guillermo Zapata y Mayo Fuster. Palabras e imágenes para contarnos de otra manera, porque somos lo que nos contamos que somos.
