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Beit Hanún huele a muerte

Recuperan un cadáver entre los escombros de una casa tras un ataque aéreo de Israel al este de la ciudad de Jan Yunis.

Isabel Pérez

Beit Hanún, Gaza —

De camino a Beit Hanún la desolación es sobrecogedora. Las fábricas que se extendían en esta localidad están ahora en su mayoría destruidas. Algunas todavía se mantienen en pie y sus dueños aprovechan el cese al fuego temporal para ver la situación de su negocio que daba trabajo y comida a decenas de personas.

Los todavía humeantes postes de electricidad derrumbados, los impactos de los proyectiles y la calzada hundida tras el paso de los tanques israelíes cortan la carretera en varios puntos. La infantería, tanques y artillería se habían hecho con toda la zona de Beit Hanún después de varios días de enfrentamientos con las milicias palestinas. Ahora se mantienen retirados de nuevo en la línea verde esperando a que finalice el llamado alto el fuego humanitario, que muchos palestinos aprovecharon para volver a sus casas y recoger todo lo que pudieran.

En la entrada de Beit Hanún, el Ayuntamiento está totalmente destrozado. Mujeres y hombres se apresuran a recoger colchones, las preciadas y costosas bombonas de gas para cocinar y la ropa envuelta en sábanas o recogida en viejas maletas. La estampa nos traslada a 1948, un déjà vu para muchos de ellos, refugiados palestinos que una vez más se ven obligados a dejar sus casas atrás ante la amenaza israelí.

“Los israelíes han comprado a todo el mundo con su dinero. Les mienten mientras a nosotros nos matan. Unos críos sionistas que nunca han estado en esta tierra vienen y destrozan mi casa que he construido durante toda mi vida. Mi vida, más de los años que ellos llevan vivos”, cuenta un vecino con rabia a la vez que dolor.

“Los europeos dan su apoyo a Israel y envían a su gente aquí para mirarnos – interviene otro–. Esta es la realidad. Los jefes de la Unión Europea tienen que venir aquí y ver con sus propios ojos cómo Gaza está destrozada. Están aniquilando a un pueblo, destrozando las casas, los árboles. Nos están aniquilando y todo el mundo nos mira.”

La gente se sienta sobre los restos de sus casas bombardeadas o en las aceras. “Está todo acabado, pero alhamdulillah (alabado sea Dios)”, gime una anciana.

Todo el mundo espera un coche para cargar sus cosas y marcharse lo antes posible. Muchos han dejado a sus hijos en las escuelas de la UNRWA que ahora sirven como refugio. “No queremos traer a nuestros hijos y que vean esta destrucción. No queremos que vean que su casa ya no existe”, dice una madre llorando.

Todos lloran, hombres, mujeres y ancianos. Incluso los periodistas, palestinos o extranjeros. Las mujeres elevan los brazos en señal de dolor y se llevan las manos a la cara cuando los paramédicos llevan a las ambulancias un nuevo cadáver sacado de los escombros. “El problema es que no hay más que dos excavadoras, necesitamos más para poder levantar los escombros. Aquí hay muertos desde el comienzo de la guerra y ahora están descompuestos. Es gracias a los vecinos que sabemos que hay gente debajo de las casas.”, explica un trabajador del servicio de rescate.

“Se muere un israelí y todo el mundo habla de eso. Se mueren cientos de palestinos y no sucede nada”, grita un vecino llorando. “Y dicen que Israel es el único Estado democrático de Oriente Medio. Vosotros lo decís en Occidente. Vuestros gobiernos lo dicen. Castigan a Alemania por el Holocausto y a Israel no le hacen nada.”

Al lado del hospital de Beit Hanún bombardeado durante catorce horas la noche anterior, una mujer sentada en el suelo junto a una jaula llena de canarios y periquitos mira los restos de las casas. “Hay gente muy joven debajo de los escombros, gente muy joven”, y rompe a llorar.

Beit Hanún huele a muerte. El color negruzco y grisáceo de la muerte bajo los edificios se ha comido la vida de las mejillas sonrosadas de los niños de esta zona agrícola, antaño rica en producción de cítricos hasta que en la segunda Intifada Israel arrasó sus inmensos campos. Ahora Israel ha arrasado sus hogares.

En estos momentos el 44% de la extensión de Gaza es zona de “no-circulación” impuesta unilateralmente por Israel. Beit Hanún en el norte y Shiayya al este de la ciudad de Gaza son zonas prácticamente borradas del mapa de la Franja. A las 20.30, hora de Gaza, 150 cadáveres habían sido extraídos. A pesar del cese el fuego, que no ha impedido al Ejército israelí seguir destruyendo los túneles e infraestructuras de las facciones armadas o volar sus drones de ataque sobre las zonas pobladas, las ambulancias no han podido entrar a Khuza'a, al sur de la Franja. Otra zona de desastre a la que nadie ha podido entrar desde hace días.

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