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Reino Unido y la UE afrontan una crisis sin precedentes tras el rechazo humillante al acuerdo del Brexit

Theresa May en la sesión de votación del Brexit.

Javier Biosca Azcoiti / Andrés Gil

Theresa May ha sufrido una derrota histórica en el Parlamento británico, que ha rechazado el acuerdo del Brexit alcanzado entre la primera ministra y Bruselas diseñado para intentar evitar que Reino Unido acometiera una salida de la Unión Europa de manera desordenada y radical. El “mejor acuerdo posible”, tal y como lo han calificado insistentemente el gobierno británico y la Unión Europea, no ha logrado convencer a la mayoría en la Cámara de los Comunes.

La primera ministra no ha conseguido los 318 votos que necesitaba: 432 parlamentarios han votado en contra del acuerdo y solo 202 lo han defendido, convirtiendo esta votación en la peor derrota de un gobierno desde los años 20, “la peor derrota de un gobierno en la historia moderna de este país”, como han repetido los periodistas durante la cobertura de las votaciones. De los 317 parlamentarios conservadores, 118 han votado en contra del documento negociado por su propia líder.

¿Y ahora qué?, se preguntan todos los implicados. ¿Retirar el Brexit? ¿Pedir un aplazamiento de la salida de la UE? ¿Un nuevo referéndum? ¿Elecciones? ¿Brexit sin acuerdo?

Lo primero será la moción de confianza presentada por el laborista Jeremy Corbyn. “Así los parlamentarios pueden expresar su visión sobre la incompetencia del Gobierno”, ha señalado Corbyn al anunciar la moción. May confía en superar este primer obstáculo y sus socios de gobierno del Partido Unionista Democrático, aunque han votado en contra del acuerdo, han confirmado que apoyarán a la primera ministra en la moción de censura. 

Si May logra mantenerse en el Gobierno, tendrá tres días laborables para volver al Parlamento con una nueva propuesta. La primera ministra tenía inicialmente 21 días para hacer una declaración sobre sus futuras intenciones y someterla a votación, pero una enmienda aprobada la semana pasada redujo ese periodo en 18 días.

La primera ministra ha asegurado que mantendrá conversaciones con otros partidos “para ver qué solución puede ser aceptable”. También ha afirmado que volverá a la UE para considerar nuevos planes. “El resultado nos dice lo que los parlamentarios no quieren, pero no lo que sí quieren”, ha afirmado May tras conocer el resultado de la votación. 

A pesar de que la UE ha insistido en las últimas semanas en que este es el único acuerdo posible y que no habrá ningún renegociación del texto, apenas unas horas después del rechazo parlamentario en Londres, el negociador jefe de la Comisión Europea, Michel Barnier, ha dejado una puerta abierta: “Es el momento de que Reino Unido nos diga los siguientes pasos, y de la UE permanecer unida y determinada para alcanzar un acuerdo”. Barnier se ha reunido a última hora de la noche del martes, tras la votación en Londres, con la comisión especial del Brexit en el Parlamento Europeo.

La situación es similar a la vivida el mes pasado, cuando Theresa May esquivó el desastre retrasando la votación ante una derrota inminente e intentó ganar tiempo para conseguir nuevas concesiones de Europa y convencer a los parlamentarios. “Es el único acuerdo. Es el mejor acuerdo. No vamos a renegociar”, fue la respuesta de Europa entonces

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha difundido un comunicado en el que afirma que “por parte de la UE el proceso de ratificación del Acuerdo de Retiro continúa. El acuerdo es un compromiso justo y el mejor posible. Reduce los daños causados por el Brexit para ciudadanos y empresas en toda Europa. Es la única forma de garantizar una retirada ordenada del Reino Unido de la Unión Europea. El riesgo de una retirada desordenada del Reino Unido ha aumentado con el voto de esta noche. Si bien no queremos que esto suceda, la Comisión Europea continuará su trabajo de contingencia para ayudar a garantizar que la UE esté completamente preparada. Insto al Reino Unido a aclarar sus intenciones lo antes posible. El tiempo se acaba”. 

“Si no es posible un acuerdo”, ha tuiteado el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, “y nadie quiere un no acuerdo, ¿quién tendrá el valor de decir cuál es la única solución posible?” En ese sentido se ha expresado la primera ministra: “El Gobierno ha escuchado a la Cámara, sabe lo que no quiere, pero no ha dicho qué es lo que quiere”.

“La inmensa mayoría de esta Cámara votó respetar el resultado del referéndum y activar el Artículo 50, así que le digo esto a nuestros socios negociadores en la Unión Europea: reabrir las negociaciones no debería y no puede descartarse”, ha afirmado el líder laborista, Jeremy Corbyn, durante la sesión de votación. La primera ministra ha respondido: “Algunas personas piensan que rechazando este acuerdo pueden hacer que el Gobierno vuelva a Bruselas a conseguir uno mejor, pero la Unión Europea no va a reabrir conversaciones”.

El principal obstáculo del acuerdo

El principal obstáculo para la aprobación del acuerdo ha sido la denominada cláusula de 'salvaguarda', que tenía por objeto evitar la creación de una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte. La 'salvaguarda' contemplaba que Reino Unido permaneciese en la unión aduanera y que Irlanda del Norte también estuviese alineada con ciertas normas del mercado único hasta que Londres y Bruselas presentasen una solución alternativa para la frontera o hasta que estableciesen una nueva relación comercial entre ambas partes. Esta cláusula dificultaba a Reino Unido la salida de la unión aduanera y del mercado único europeos, una de las principales promesas del Brexit.

“El Gobierno está dispuesto a buscar soluciones creativas y estará encantado en seguir trabajando en relación a ese asunto en particular [la 'salvaguarda']”, ha señalado la primera ministra momentos antes de que se votase una enmienda sobre la moción definitiva que abogaba por que Reino Unido pudiese poner fin de forma unilateral al backstop.

Problemas para cambiar la fecha de salida

Si May pierde la confianza, cae el Gobierno y Reino Unido se encaminará a unas elecciones anticipadas que previsiblemente pueda ganar el líder laborista, Jeremy Corbyn. Pero difícilmente con unas elecciones de por medio podría seguir vigente el 29 de marzo como fecha de salida.

 Theresa May quiere mantener esa fecha. Entre otras cosas porque no hay mucho margen para posponer la salida. ¿Por qué? Porque el 26 de mayo hay elecciones europeas y están convocadas sin Reino Unido y con un reparto de escaños que excluye a Reino Unido y, como ha dicho este martes en Estrasburgo el líder del PPE en el Parlamento Europeo, Manfred Weber, “no tiene sentido que diputados electos de un país que se está yendo de la UE puedan condicionar el futuro próximo de la UE”.

En relación con el Parlamento Europeo, además del 26 de mayo, fecha de las elecciones y que el PPE pone como fecha tope para retrasar la retirada desde el 29 de marzo, realmente se encontrará de forma inoperante hasta la toma de posesión de los nuevos eurodiputados: el 1 de julio.

Es decir, hasta el 1 de julio de 2019, no se produciría la paradoja imposible de tener un Parlamento Europeo sin diputados de un país que pertenece a la UE, como sería el caso de Reino Unido si no se ha ido el 29 de marzo y quiere pedir un retraso de la fecha de salida para convocar elecciones, convocar un nuevo referéndum o intentar renegociar algún aspecto del acuerdo de retirada que este martes ha sido despachado por el Parlamento británico.

Saltar al vacío de la mano

¿Qué otras alternativas hay al margen de que caiga May si pierde la censura o que pacte con la UE posponer la salida unos meses?

Además de que las fuentes británicas y la propia primera ministra insisten en que la fecha es el 29 de marzo y que lo que tiene que hacer el Parlamento es decir “qué quiere”, hay otras posibilidades.

Por ejemplo, retirar el artículo 50. Es decir, retirar la solicitud de retirada de forma unilateral, algo que validó la Corte de Justicia Europea recientemente y que facultaría al Gobierno británico a detener en seco el proceso. Esta hipótesis, en principio, no está encima de la mesa de May.

Pero si no se retira el artículo 50 y no hay manera de encontrar un acuerdo que satisfagan a los diputados, como parece, lo siguiente es ir a un Brexit sin acuerdo. Y, justo antes de saltar al vacío, que el miedo resucite un acuerdo muerto. O, de lo contrario, que Reino Unido y la UE salten de la mano al vacío.

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