“El sectarismo en Irak no se ha superado, lo que pasa es que se han cansado de matarse”
Mikel Ayestarán, “corresponsal de guerras muertas”, como se define en su último trabajo, sigue el camino de la retirada del que fue el grupo terrorista más poderoso de la historia, ISIS. Barrio por barrio, ciudad por ciudad, el periodista habla con supervivientes en Siria e Irak, reconstruye los últimos minutos de los terroristas y ve, toca y huele todo lo que han dejado atrás. Las cenizas del califato (Península), publicado el 5 de junio, es un documento para entender lo que pueda venir después de la victoria militar contra el Estado Islámico.
ISIS ha sido reducido a cenizas, pero en el libro afirma que esa lucha ha tenido un precio: arrasar ciudades enteras y convertirlas en “puro talco”. ¿Qué ocurre cuando se mezcla ceniza y talco?
No ha ocurrido en todas las zonas igual, sino que ha dependido de la resistencia que ha ofrecido el grupo. Si han combatido hasta el final, el efecto de la artillería y de la aviación ha sido brutal. Pero hay otros lugares que me han llamado la atención, por ejemplo Tikrit, donde nació Sadam (Hussein) y donde se supone que los terroristas tenían un fuerte apoyo. Allí estuve dando vueltas y vueltas con la gente de la municipalidad intentando buscar destrucción y no había. Pero digamos que eso es una excepción.
El problema es que al mezclar cenizas y talco lo que tienes es un caldo de cultivo perfecto para que nuevos grupos de este tipo puedan aparecer y consigan reclutar a gente a cambio de un plato de comida. Por eso es tan urgente que las potencias que han invertido tanto dinero en guerra y armamento para bombardearles, inviertan una mínima parte de ese porcentaje en la reconstrucción. Y no lo hacen.
Dice que ya le tocará a sus hijos –y a los de todos– lidiar con los herederos de ISIS en el futuro. ¿ISIS ha muerto?
No. Lo que ha muerto es el califato. Estado Islámico, que no es otra cosa que un nombre más en la evolución de una larga lista de nombres de este grupo desde 2003, ha pasado al campo donde mejor se maneja, que es la insurgencia. Están en el desierto que separa Irak de Siria y ahora mismo hay combates abiertos, lo que ocurre es que no hay ni un testigo. No sabemos lo que está pasando y, sobre todo, no sabemos dónde está el califa. Le hemos dado por muerto 15 o 16 veces, pero no sabemos dónde está la cabeza del grupo.
Hay muchos boletos de que esto evolucione y, de hecho, yo creo que ya está evolucionando para adquirir una nueva forma. Con los datos en la mano y viendo cómo ha sido la evolución del grupo, aunque ha sufrido un golpe durísimo, eso no significa que esté acabado.
La guerra sigue viva en las mentes y corazones de millones de personas. ¿Qué la alimenta?
En este caso está claramente alimentado desde el exterior. Hay una parte de injerencia extranjera que es muy importante, pero las sociedades también tienen sectores radicales que están dispuestos a aceptar este tipo de postulados, aunque son una minoría. Hay injerencia externa, pero también hay materia prima. Si no, esto no florece.
Una minoría, pero según cuenta en el libro hay determinadas poblaciones en las que la mayoría de la población llegó a apoyar al Estado Islámico.
Claro. Es en parte fruto del desconocimiento. Hablamos de dos países en los que había regímenes muy fuertes: el de Sadam Hussein y el de Bashar al Asad. Esta gente estaba acostumbrada a vivir en Estados policiales donde si no entras en política, tienes seguridad absoluta.
De la noche a la mañana en el caso iraquí se siembra el caos. Tras la invasión de 2003 se produce una guerra sectaria y se genera un vacío de poder y, sobre todo, un rencor hacia la autoridad de Bagdad por estar en manos de una secta rival. En el caso de Siria florecen de la noche a la mañana un montón de grupos opositores de Asad que al final acaban peleándose entre ellos. Lo que ven los ciudadanos es que han pasado de un Estado policial a un Estado del caos. Y, de repente, llegan estos tíos que les ofrecen llenar ese vacío de poder, acabar con el caos y establecer el orden y la seguridad. Al principio la gente está aliviada por la imagen de fuerza de ISIS, pero a las 48 horas, cuando ven su sistema de gobierno, se dan cuenta de la que les ha caído encima.
No hay un apoyo ferviente a este grupo, sino un rechazo claro a las autoridades de Bagdad en el caso de Irak y en el caso de Siria, un hartazgo por las luchas internas que estallaron en los grupos de oposición.
¿Cómo ha influido la guerra contra el terrorismo iniciada por George Bush en el desarrollo de este fenómeno?
Cuando se acaba la Guerra Fría y desaparece la amenaza socialista hay que generar un nuevo enemigo y ese es el islam y el mundo musulmán. Es curioso, porque en el caso de Afganistán los americanos apoyaron a estos grupos para ir contra la URSS. Los han usado, y no solo EEUU, sino también los Estados del Golfo.
Pero muchas veces estos grupos se pueden alquilar, pero no los puedes comprar. Al final, cuando juegas con bestias, la bestia te puede morder. En el caso del Estado Islámico, yo creo que se les ha ido de las manos a todos aquellos que intentaron manipularlo de una u otra forma.
Obama era consciente del sectarismo del ex primer ministro iraquí Nuri al Maliki y de los problemas que sufría el país y, aun así, le dejó las manos libres. ¿Cómo valora su política en Irak y la retirada?
Yo creo que hizo lo que tenía que hacer. Si la invasión ya me pareció un desastre, el hecho de permanecer allí como fuerzas de ocupación creo que no tenía ni pies ni cabeza. Tampoco creo que lo tiene en Afganistán y tampoco creo que la operación en Libia fue lo correcto.
El problema de todos estos planteamientos es que desde el principio la única apuesta clara ha sido la apuesta militar. Y no hemos aprendido. Hasta el momento, la OTAN ha hecho una política seguidista de lo que hacía EEUU, pero ahora con Trump yo creo que eso puede cambiar. No es lo mismo seguir a Trump que seguir a Obama.
Con todo, a EEUU le costó mucho reaccionar en el caso de Estado Islámico. Fue necesario que estos le metieran el dedo en el ojo a Obama con el asesinato de un periodista ante las cámaras para que reaccionara. El hombre tenía muy claro que quería salir de Oriente Medio. Cuando emergió esto, EEUU ya estaba de salida y ahora la presencia que tiene es simbólica.
¿Ha superado Irak el sectarismo?
No. Para nada. El país está absolutamente partido. En Bagdad, por ejemplo, la ciudad está dividida por barrios y no solamente eso, sino que los barrios suníes están separados por muros. El sectarismo no se supera de la noche a la mañana, lo que sí creo es que se han cansado de matarse, como lo que pasó en la guerra de Líbano. Suena fuerte, pero lo que pasaba en Irak era insoportable. Estamos hablando de barrio por barrio, casa por casa e incluso familia por familia. Las sectas han convivido durante años, pero lo que vivimos desde 2003 ha sido una auténtica carnicería.
¿Y qué papel tuvo la invasión de 2003 en el surgimiento de ISIS?
Surge ahí. Desmontas un país como Irak, desmontas las fuerzas de seguridad, generas una bolsa de desempleados enorme con mucha experiencia militar y a esto le añades el factor sectario, ya que el poder se lo quedan los chiíes. Se queda entonces una minoría suní con capacidades militares que es fácilmente penetrable por elementos del salafismo más radical y surge una cosa curiosa que es una especie de baazismo yihadista, es decir, un partido árabe socialista que se combina con este elemento yihadista y genera una máquina de matar muy peligrosa. La historia de este grupo arranca en 2003. George Bush es el padre de este grupo.
¿Debería haber apoyado Obama a algunos grupos de la oposición en Siria desde un principio?
Obama tuvo esa oportunidad en 2013, cuando se emplearon armas químicas y se cruzo la línea roja que él mismo había marcado. La intervención de una potencia como EEUU en ese momento hubiera cambiado el rumbo de la guerra, como pasó en 2015 cuando entró Rusia.
Obama podría haber cambiado el rumbo de la guerra, el problema es que yo creo que no sabía si lo iba a cambiar a peor. No encontraron una alternativa fiable y yo pienso que Obama tenía miedo de repetir los errores de Liba, Afganistán e Irak y no lo vio claro. Si ha apoyado a grupos opositores aunque de de una forma totalmente insuficiente desde el punto de vista militar. A los que sí han apoyado abiertamente ha sido a los kurdos.
Después de todo lo que ha visto, ¿cree que la guerra es inherente al ser humano?
Lo que cambia con el paso de los años es la forma en la que nos matamos, pero nos seguimos matando y abriendo la cabeza como los neandertales, igual. Lo que pasa es que ahora tenemos armas sofisticadas y lo hacemos en nombre de otras cosas. Pero, en esencia, es la misma mierda, nos seguimos matando igual. Después de todo lo que he visto, siendo realistas, a la región le queda guerra para rato.