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China, Estados Unidos, Europa y la partida de ajedrez para dominar el tablero mundial

Pekín
El presidente chino, Xi Jinping, junto al presidente francés, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

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Cae la noche en Pekín y las luces de la autopista del tercer anillo, cerca del barrio céntrico de Dongzheng, iluminan una inscripción gastada: “Together for a shared future” (Juntos por un futuro común).

Fue pintada hace algunos meses, durante los juegos olímpicos de invierno que se disputaron en esta ciudad, pero el tiempo que ha pasado desde entonces no ha desgastado solamente la cal del hormigón, sino también la idea de que un futuro compartido sea realmente un eslogan adecuado para una potencia que busca liderar en el apretado concierto mundial.

La gira internacional de Qin Gang, ministro de Relaciones Exteriores chino y mano derecha del presidente Xi Jinping –que saltó a la fama en Occidente con un contundente artículo titulado Cómo China ve el mundo–, pone en alerta a líderes europeos y, principalmente, a Estados Unidos. A las tensiones entre las dos potencias que comenzaron durante la Administración de Donald Trump, se suma ahora la presencia de nuevos líderes políticos como la italiana de extrema derecha Giorgia Meloni, que reafirma la necesidad de una política “europeísta y atlántica”.

¿Cómo relacionarse con China?

El continente está tratando de decidir. Después de décadas persiguiendo el comercio, los europeos están considerando cuánto desvincularse del gigante asiático. Su aliado más cercano, EEUU, oscila entre atacar a China y hablar de guerra, por un lado, y la desescalada y distensión parcial, por el otro. Los Gobiernos europeos luchan por ponerse de acuerdo entre sí.

El presidente español, Pedro Sánchez, en su viaje al país en marzo de este año, celebró los 50 años de relaciones diplomáticas y buscó acercar posiciones con la segunda economía mundial.

En este marco, las visitas internacionales de Qin Gang resultan estratégicas para tejer nuevas alianzas que permitan aliviar tensiones e inclinar el equilibrio político a favor de Pekín. La gira de Qin Gang comenzó en enero con su visita a cinco países africanos: China es el principal socio de África y se espera que para 2035 el comercio entre China y el continente alcance los 300.000 millones de dólares.

Al intercambio comercial se añade un vínculo más profundo: el gigante asiático ofrece a sus socios comerciales créditos directos y desarrollo de infraestructura. Desde 2008, año en el que EEUU fue desplazado como principal socio comercial de África, la influencia de China no ha dejado de crecer.

Recientemente, en su gira por ese continente, el presidente francés, Emmanuel Macron, recibió una reprimenda en persona por parte del presidente congoleño, Félix Tshisekedi, que solicitó un trato justo y no paternalista hacia las naciones africanas. Y este no es el único caso.

Un reciente viaje del ministro de Relaciones Exteriores chino a Francia, Alemania y Noruega tuvo como fin afianzar las relaciones bilaterales y evitar el desacoplamiento de la UE y China.

Todo ello, en un contexto en el que Meloni sostuvo que era necesario dar marcha atrás en un acuerdo firmado en 2019 con Pekín para la construcción de carreteras. La líder italiana señaló la necesidad de revisar los acuerdos con China en favor de una política “europeísta” y “atlántica”. El acuerdo era una victoria diplomática de vital importancia teniendo en cuenta que fue firmado durante la escalada de las tensiones entre EEUU y China.

Es por esta razón que Qin Gang abogó durante su gira europea por evitar una nueva “guerra fría”, que perjudique por igual los intereses chinos y los europeos, y señaló que el verdadero problema era un “determinado país”, que había abusado del monopolio de su moneda y había transferido su crisis inflacionista y fiscal interna al resto del mundo. Algunos han considerado que la visita de Qin Gang busca “dividir y conquistar” para explotar las diferencias internas entre los miembros de la UE sobre el vínculo con China e impulsar que aquellos con los que posee una relación comercial estratégica tomen decisiones cada vez más autónomas respecto al resto.  

Influencia a ambos lados del Atlántico

En el otro lado del océano, el gobernador de Florida y aspirante a la Casa Blanca, Ron DeSantis, ha tomado la decisión de limitar el acceso de los ciudadanos chinos a la compra de tierras para disminuir “la influencia maligna del Partido Comunista Chino” en ese estado. Al mismo tiempo, el gobernador firmó un proyecto de ley que prohíbe el uso de la red social china TikTok en dispositivos y servidores estatales.

El peso de China en el continente americano se hace sentir y los intentos de EEUU por frenar su avance parecen cada vez más desesperados. Desde el comienzo de la guerra comercial que lanzó Trump hasta el presente, China no ha dado el brazo a torcer: el peso global de su economía vuelve casi imposible un desacople comercial generalizado sin efectos recesivos a gran escala, por lo que los intentos estadounidenses por reforzar su hegemonía mundial y potenciar su influencia en Europa frente a la avanzada china están lejos de alcanzar su objetivo. 

De un lado u otro del océano Atlántico, China está moviendo sus fichas. Confía en el impacto mundial de su poderío económico y avanza a paso firme hacia la firma de acuerdos que logren desplazar la hegemonía de EEUU y del dólar americano. Uno de los principales logros en esta dirección fue el encuentro de los presidentes Lula da Silva y Xi Jinping, durante el cual sellaron, entre otros acuerdos, el establecimiento de transacciones directas en yuanes.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, no tardó en demostrar su descontento por el viaje del mandatario brasileño a China y amenazó con no invertir 400 millones de dólares para ayudar con la reforestación del Amazonas. De esta forma, Brasil se sumaría a los países –como Arabia Saudí, Rusia, India y Pakistán, entre otros– sobre los que Pekín robustece su influencia para desplazar sigilosamente al dólar. Sin importar los intentos de Washington, China parece afianzar su influencia global, erosionando constantemente la influencia de EEUU y Europa.

El posicionamiento de China en la guerra de Ucrania no ha hecho sino aumentar su importancia internacional, al mismo tiempo que ha logrado mejorar su imagen ante varias potencias europeas. Xi Jinping continúa demostrando que, pese a los intentos occidentales de limitar su influencia, imaginar un mundo sin ese actor principal es ya es imposible. Las redes de poder tejidas a base de inversiones, créditos y tratados comerciales son lo suficientemente fuertes para soportar cualquier embate.

El próximo mes de julio, Qin Gang visitará Australia, un país con el que China tiene una compleja relación. ¿Qué nuevas victorias estratégicas obtendrá Pekín? ¿Qué nueva pieza moverá para dejar en jaque a EEUU? 

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