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La comunidad LGTBI desafía el veto de Erdogan al Orgullo: “Son ellos los que tienen que cambiar y no nosotros”

Dos miembros del colectivo LGTBI sentados frente a un cordón policial que trataba de evitar la celebración de la marcha del Orgullo en Estambul.

Lara Villalón

Estambul/Esmirna (Turquía) —

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El día 25 de junio estaba prevista la tradicional marcha del Orgullo LGTBI en el centro de Estambul, pero las autoridades de la ciudad volvieron a prohibir el evento y desplegaron un imponente dispositivo de seguridad.

Las autoridades cerraron dos paradas de metro durante horas, vallaron la calle más comercial del barrio donde iba a tener lugar el desfile y desplegaron centenares de policías, lo que obligó a los manifestantes a cambiar el lugar del evento en el último minuto para burlar el veto. Centenares de activistas lograron marchar en otro barrio de Estambul y ondear banderas. La policía llegó un poco más tarde y detuvo a 93 de los participantes.

Mientras, en Esmirna, la tercera ciudad más grande de Turquía, las fuerzas de seguridad impidieron la marcha del Orgullo, arrancando con violencia cualquier bandera o pancarta y deteniendo a los que corearon proclamas a favor del colectivo LGTBI.

Un total de 53 personas fueron retenidas, incluidos cuatro abogados que acudieron a la marcha para proteger los derechos de los asistentes. Ante la actuación policial, los jóvenes detenidos cantaron eslóganes esposados en el interior del furgón policial. “Respondamos a quienes nos detuvieron bajo tortura con nuestras risas, nuestras canciones y nuestra resistencia”, escribió una asociación en Twitter.  

Más homofobia después de las elecciones

Desde que las autoridades prohibieron por primera vez la marcha del Orgullo en 2015, la presión sobre la comunidad LGTBI turca ha ido en aumento y se han cancelado otros eventos calificándolos de “perversos”. Pero los ataques e insultos directos a los integrantes del colectivo se incrementaron durante la campaña de las elecciones presidenciales del pasado mayo, en las que el presidente Recep Tayyip Erdogan renovó su mandato y la mayoría en el Parlamento.

El mandatario islamista acusó a la oposición de “ser LGTBI” y usó vídeos de propaganda electoral en los que asociaba a partidos opositores, milicianos de la guerrilla kurda PKK (considerada terrorista por Ankara), estudiantes universitarios y marchas LGTBI.

Tras los comicios, la persecución ha ido más allá de prohibir la marcha del Orgullo y otras manifestaciones públicas, censurando cualquier acto relacionado con el colectivo. Desde finales de mayo han sido detenidos asistentes a un pase de una película y se han prohibido picnics y encuentros para tomar té organizados por grupos LGBTI.

“La escalada política contra el colectivo empezó hace años, mucho antes de estas elecciones, pero ahora ha alcanzado su punto máximo”, explica a elDiario.es Kerem Dikmen, coordinador del programa de derechos humanos de Kaos GL, una de las principales organizaciones que representa a esta comunidad en Turquía.

La estigmatización ha llevado a la suspensión temporal de una maestra y del director de un colegio de Estambul por decorar el aula con un arcoíris para una actividad que no estaba relacionada con las personas LGTBI ni sus derechos.

Aunque el Gobierno turco no permite ningún tipo de protesta considerada crítica, sí ha autorizado encuentros anti-LGTBI, incluso de grupos ultranacionalistas e islamistas, que han buscado el enfrentamiento directamente con el colectivo.

“Al aumentar la retórica anti-LGTBI, el Gobierno ha ayudado a fomentar prejuicios, ha envalentonado a grupos anti-LGTBI en Turquía, algunos de los cuales han llamado a la violencia contra estas comunidades”, advierte Amnistía Internacional en un comunicado. “Con el pretexto de proteger los valores familiares, las autoridades están negando a las personas LGTBI el derecho a vivir libremente”.

“Crean mucho miedo en el colectivo porque si el Gobierno dice que somos terroristas, ¿Qué hará la Policía cuando nos vea?”, se pregunta Aisha, una activista trans en la protesta del Orgullo en Esmirna. “Hay mucha impunidad respecto a los ataques contra las personas LGBTI. Si pudiera, me iría del país”, asegura a elDiario.es.

Persecución política y legal

En un Ayuntamiento en manos del partido socialdemócrata CHP, una funcionaria que no quiere publicar su nombre asegura que el acoso del Gobierno de Erdogan ha tenido impacto también en las administraciones locales gobernadas por la oposición. “No se prohíben los actos LGTBI, pero nos ordenan que no los fomentemos para que el Gobierno no nos ataque. Prefieren invertir en actos que fomenten la igualdad, pero sin ser explícitamente pro-LGTBI”, dice a elDiario.es.

En el Parlamento turco, el partido de Erdogan, el islamista AKP, está en coalición con dos partidos ultraconservadores que brindaron su apoyo al presidente a cambio de una serie de concesiones. En particular, el ultraconservador YRP pidió el cierre de asociaciones LGTBI y cambios en el sistema educativo para “priorizar la moral y valores familiares”.

El Gobierno está preparando una enmienda constitucional que podría allanar el camino para el cierre de asociaciones LGTBI, según declaró un representante del AKP al diario turco Diken. Si fueran clausuradas ahora, las asociaciones tendrían más margen para apelar con la ley actual, por lo que las autoridades esperan al cambio constitucional, denuncian los activistas. “Necesitamos deshacernos rápidamente de esta perversión que se propaga”, dijo la misma fuente del partido de Erdogan.

En medios de comunicación progubernamentales se ataca habitualmente al colectivo, acusándolo de recibir fondos de Bruselas y de importar una “ideología europea”, alejada de los valores morales turcos.

La “promoción de la homosexualidad” fue la excusa de Ankara para retirarse del Convenio de Estambul, un tratado paneuropeo que establece un marco legal para luchar contra la violencia machista. El texto señala que no se debe discriminar a las víctimas de violencia por su “orientación sexual” y su objetivo es prevenir y proteger a las mujeres de la violencia.

“El Gobierno ataca sistemáticamente a las personas LGBTI, a los kurdos, a las mujeres, a los refugiados, a las trabajadoras sexuales... La alianza que está en el Gobierno criminaliza nuestras vidas”, señaló la comitiva del Orgullo en una declaración a la prensa durante la marcha de Estambul. “A aquellos que nos retiraron del Convenio de Estambul y nos criminalizaron de la noche a la mañana les decimos: ¡Nunca nos someteremos!, ¡No renunciaremos a nuestras vidas, a nuestra resistencia!”.

Sercan, un activista gay de Estambul, explica a elDiario.es que las cosas han ido a peor recientemente: “Erdogan es conservador, pero cuando llegó al poder, la comunidad LGTBI no era su enemigo. Es algo reciente y creo que tenemos que insistir en ello. Forma parte de un recorte de libertades, pero termina criminalizando al colectivo”. Sercan hace mención a la campaña electoral, cuando el exministro del Interior, Süleyman Soylu, tildó al colectivo de “movimiento terrorista”, mientras que Erdogan llamó a sus miembros “virus” y “pervertidos”.

“La palabra terrorismo se usa mucho en Turquía como lanza política para atacar a la oposición. Es muy arbitrario. Quién es considerado terrorista en Turquía seguramente no sea considerado así en otro país y viceversa”, afirma Dikmen de la asociación Kaos GL. “Ahora la comunidad LGTBI se ve como una organización que erosiona el concepto de familia, destruyendo los códigos culturales. Llamarlos terroristas es una forma de aumentar la reacción social contra ellos y sus asociaciones”.

“Tenemos muy poco margen para hacer activismo. No podemos respirar. No podemos decir según qué cosas en redes porque pueden detenernos. No podemos manifestarnos en las calles. No podemos hacer nada”, denuncia Sercan. Sin embargo, agrega que seguirán adelante: “No estamos cansados. Seguiremos luchando porque son ellos los que tienen que cambiar, no nosotros”.

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