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Giuseppe Conte, el primer ministro italiano que sale reforzado de la crisis del coronavirus

El primer ministro italiano Giuseppe Conte abandona la sede de la Protección Civil después de participar en la ceremonia de agradecimiento al personal médico del grupo de trabajo de la Protección Civil, Roma (Italia), 22 de junio de 2020.

Santi Piñol

Roma (Italia) —

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La nueva normalidad italiana tiene un claro vencedor político. En los peores momentos de la pandemia, el primer ministro, Giuseppe Conte, ha sabido mejorar su imagen pública, a pesar de partir con las manchas de un currículum presuntamente maquillado y de ser el supuesto “títere” en la disputa entre el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y el ultraderechista Matteo Salvini.

En 2019, Conte ya había empezado a ganar autonomía política con la ruptura con la Liga, pero la COVID-19 le ha dado una proyección sobre el país que ahora quiere aprovechar para situarse en el centro de la reconstrucción de Italia. El índice de popularidad del primer ministro ha crecido durante la pandemia: según un sondeo del Instituto Ipsos, ha pasado del 48% en febrero –antes de la crisis del coronavirus– al 66%, tras decretar las medidas estrictas de confinamiento. La semana pasada bajó hasta el 61%, lo que se interpreta como los primeros signos de las consecuencias de la crisis económica por la pandemia.

Cuando Italia empieza a descubrir la profundidad de las heridas que deja el virus –las proyecciones más optimistas hablan de una caída del 8% del PIB–, el premier ha enfocado la recuperación a partir de lo que ha llamado “Estados Generales de la Economía”, una serie de reuniones entre el gobierno y diversos actores sociales, económicos y políticos celebradas la semana pasada para que planteasen ideas para sacar al país del atolladero y pensar a largo plazo. El objetivo: construir la Italia de los próximos 10 años decidiendo en qué se deben invertir los fondos europeos del plan de recuperación que ha presentado la Comisión Europea.

Las jornadas han sido criticadas por su pomposidad al tener lugar en el majestuoso en el Casino del Bel Respiro, dentro de Villa Pamphili, uno de los mayores parques de Roma. La oposición de derechas se ha negado a participar al considerarlas un paripé y “una pasarela” para el beneficio político de Conte. En tono irónico, la prensa ha conferido al primer ministro el mote de “Rey Sol” al considerar que la iniciativa tiene un carácter demasiado personalista y porque el nombre de Estados Generales tiene el origen en unas asambleas excepcionales organizadas por la monarquía en Francia, la última de las cuales tuvo lugar en 1789, en los albores de la Revolución Francesa.

Tras concluir las reuniones, el primer ministro ha asegurado que Italia debe “reinventarse” y ha defendido que tales encuentros han demostrado que su Gobierno “no se ha cerrado sino que se ha abierto a la sociedad civil”. “Nos dimos cuenta de que reformar el país no es suficiente, debemos reinventar el país que queremos porque la experiencia fue demasiado difícil y el desafío es demasiado exigente para enfrentar reformas simples”, señaló el mandatario italiano, quien también ha subrayado que “lo importante es que todos trabajemos por un objetivo muy claro en este plan de recuperación: Por una Italia más moderna y más digital , más ecológica y más inclusivos”.

Pero los resultados de esta iniciativa de momento son escasos y no han convencido a la patronal, que los ve inconsistentes, y discretamente a los sindicatos, que han exigido prohibir los despidos hasta finales de año. La patronal industrial ha chocado frontalmente con Conte al advertirle de que el actual camino lleva al país a una crisis profunda y larga. Según recogen algunos medios italianos, Conte tiene sospechas de que el nuevo presidente de la poderosa Confindustria, Carlo Bonomi, planea un salto a la política con un “partido de los empresarios”, tras alejarse de las actuales fuerzas de derecha. “Los industriales nos sentimos muy alejados de la política”, ha dicho Bonomi en una rueda de prensa con periodistas extranjeros.

En un inicio, los “Estados Generales” también causaron tensiones con los socios de Gobierno del Partido Demócrata porque fueron una decisión unilateral de Conte. El primer ministro no consultó tampoco con el responsable de Economía de su Gobierno, Roberto Gualtieri, que le manifestó su enfado por sentirse ignorado.

El futuro de Conte

En un plano diferente, lo que también se está dibujando estos días es el futuro político del líder italiano. Aunque su cargo fue una propuesta del M5S, Conte es un independiente sin demasiadas ataduras con el partido y, dentro de la coalición de gobierno M5S-PD, no se identifica como partidario de ninguno de los dos. Los mismos italianos no tienen claro a cual partido es más cercano, como reflejaba una encuesta del periódico económico Il Sole 24 Ore. Esto puede acarrearle una gran ventaja y a la vez un gran peligro porque carece de una superestructura que lo respalde.

Aunque podría llegar servirse del M5S para su futuro, ahora mismo el partido está deteriorado y es una bomba de relojería. Comandado por un regente desde que Luigi Di Maio dejó la dirección del partido, la formación experimenta a la vez una pugna por el liderazgo y un proceso de refundación para tener un carácter más institucional y una organización más acorde con el resto de partidos. El panorama político se ha visto aún más agitado tras una información publicada por el periódico español ABC según la cual el M5S ha recibido supuestamente financiación de Venezuela y que ha sido recogida por casi todos los medios italianos. El líder en funciones Vito Crimi lo ha negado, calificando la noticia como “falsa ridícula e imaginaria”.

Hay quienes apuntan que algunas voces del partido, como el cofundador Beppe Grillo, estarían a favor de que Conte comandara la nave en un futuro congreso. Según la prensa italiana, de momento el primer ministro se lava las manos y dice que todo es demasiado prematuro. Lo mismo que asegura sobre la hipótesis de crear su propio partido, que según una encuesta obtendría un destacado 14,1%, y que tendría la ventaja de no cargar con ninguno de esos problemas en las próximas elecciones, fijadas en el calendario en 2022, si no hay un adelanto electoral.

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