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El coronavirus contagia las negociaciones del Brexit

El primer ministro británico, Boris Johnson, en St James's Park, en Londres.

Andrés Gil

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“Esta es la negociación más importante de la historia de la UE, por envergadura, gravedad e importancia intrínseca para el proyecto común”. Así define una fuente diplomática las conversaciones que mantiene Bruselas con Londres para definir un acuerdo comercial, una relación futura entre Reino Unido y la Unión Europea.

El Brexit se produjo el 31 de enero pasado, diez meses después de la fecha prevista. Y, hasta el 31 de diciembre de 2020, es el plazo que se dieron las dos partes como periodo de transición en el que Reino Unido seguía de facto dentro de la UE y en el que Londres y Bruselas negociaban qué tipo de relación querían tener a partir del 1 de enero de 2021.

Pero las negociaciones avanzan despacio en medio de la mayor crisis sanitaria y económica que vive Europa en 100 años, hay multitud de asuntos abiertos, incluido el contagio por coronavirus del negociador de la UE, Michel Barnier, y el 31 de junio es la fecha tope para que Londres pida una prórroga y extienda el periodo de transición más allá del 31 de diciembre de 2020.

Y Boris Johnson ya ha dicho varias veces que no habrá prórroga, que el 1 de enero de 2021 Reino Unido estará de todas formas fuera de la UE definitivamente, con acuerdo o sin acuerdo de relación futura. En Bruselas, no obstante, estaría bien dispuestos a una prórroga para seguir negociando.

En realidad, solo quedan dos semanas de negociaciones entre la UE y el Reino Unido, a partir de este lunes y el 1 de junio, esta semana y la semana del 1, antes de que se pueda evaluar si vale la pena continuar.

Con el mundo consumido por la crisis del coronavirus, las conversaciones se están acercando rápidamente a un momento decisivo. Y sin que haya habido grandes avances desde el primer día en cuestiones fundamentales, sobre todo en las condiciones que la UE quiere que Reino Unido acepte a cambio de un acuerdo comercial, en la pesca y en el papel de los tribunales de la UE.

“Un pescador sin acceso a un mercado es un deportista acuático”, explicaba una fuente diplomática sobre uno de los principales escollos que deben resolver la UE y Reino Unido.

¿Por qué la pesca? Porque Reino Unido es reticente a permitir que sigan pescando en sus aguas los pescadores comunitarios. Pero si Reino Unido no abre sus aguas, la UE no abrirá sus mercados. Y, entonces, los pescadores británicos serán meros deportistas acuáticos, siguiendo el silogismo de la fuente.

“Es un aspecto muy simbólico de la futura relación”, explica la fuente diplomática: “Tiene un componente emocional, por la crisis del fletán, de un lado del Canal y de otro. Tenemos un interés objetivo en la pesca. Estamos con un grupo de países que impulsamos un acuerdo de pesca, y Reino Unido mantiene que la flota europea no va a tener acceso a las aguas británicas. Hay un do ut des claro: acceso al mar y acceso al mercado. Es de puro sentido común”.

El otro escollo es lo que en Bruselas llaman level playing field: es decir, que las reglas de juego económicas y sociales sean equivalentes entre Reino Unido y la UE, algo que no termina de gustar en Londres porque supondría mantener vínculos determinantes con la UE en materia laboral, impositiva, legislación social, etc.

Michel Barnier, negociador jefe de la UE, ha explicado un detalle importante: “No existen acuerdos de libre comercio previos que incluyan la pesca”.

“El documento de la UE tiene una perspectiva de una relación muy intensa, muy amplia, sobre la base de la declaración política, una especie de esbozo de arquitectura institucional para la gobernanza del acuerdo, y unos elementos sobre el level playing field”, explica una fuente diplomática“.

Otro problema añadido es que no hay tanto tiempo para negociar, en tanto que el acuerdo deberá someterse a trámites parlamentarios posteriores. “El periodo efectivo es más corto porque se empezó en marzo y tenemos que proceder a los trámites de ratificación”, explican fuentes comunitarias: “La relación económica con Reino Unido es muy especial: ha sido un Estado miembro hasta ahora, es un Estado que está a nuestra puerta y es grande: será un socio muy importante. Será nuestro primer socio comercial de la UE o justo por detrás de EEUU”.

Así, lejos de considerarse un mero acuerdo comercial, para la UE es “un acuerdo casi de tipo constitucional. Por eso, el level playing field es muy relevante: es que tendrás el nivel de acceso que corresponda a la consistencia o compatibilidad de tu actividad en algunos ámbitos de las políticas nacionales con la UE: política de competencia, concentraciones, licitaciones públicas, ayudas de Estado, política social laboral, medioambiental, fiscal... Tendrán el nivel de acceso que corresponda en función de hasta que punto podamos ser compatibles”.

Esto tiene dos derivadas: “El contenido de cuáles son los ámbitos de esa convergencia y cuál es la gobernanza de ese level playing field para arbitrar distorsiones y cada una de las partes mantiene la autonomía de decisión. Esta es la negociación más importante de la historia de la UE, por envergadura, gravedad, importancia intrínseca para el proyecto común”.

Bruselas y Londres afrontan este lunes una nueva ronda de negociaciones después de que la última, que concluyó el 24 de abril, fuera “decepcionante”, en palabras del negociador jefe de la UE, Michel Barnier: “Necesitamos hacer progresos en todos los asuntos en paralelo. Necesitamos encontrar soluciones en los temas más difíciles. El Reino Unido no puede rechazar extender la transición y al mismo tiempo ralentizar las discusiones sobre áreas importantes”.

“Hay cuatro áreas en particular en las que el progreso ha sido fue decepcionante”, declaró, en referencia a la pesca, la competencia, la gobernanza de la futura asociación y la cooperación judicial y policial: “No habrá un acuerdo comercial ambicioso sin una igualdad de condiciones ambiciosa con una competencia abierta y justa”.

Si se llega al final del periodo de transición, fijado para el 31 de diciembre, sin acuerdo, se produciría un Brexit sin acuerdo, en el que las relaciones comerciales se basarían en las normas genéricas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), sin más acuerdos.

En el caso de la gobernanza de la futura asociación, Bruselas prefiere un marco global, mientras que Londres apuesta por los acuerdos sectoriales. Reino Unido, por otro lado, se niega a incluir referencias al cambio climático y a seguir aplicando la Convención Europea de Derechos Humanos.

“No se harán progresos” en esos dos ámbitos “hasta que la UE abandone su insistencia en imponer condiciones al Reino Unido que no se encuentran en otros acuerdos comerciales de la UE y que no tienen en cuenta el hecho de que hemos abandonado la UE y somos un estado independiente”, afirma Londres.

Los 27 también quieren que el Reino Unido reconozca el papel del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en cuestiones relacionadas con el derecho comunitario y exigen garantías “firmes” en cooperación judicial, policial y en materia penal.

Londres mira a Washington

Mientras siguen encalladas las negociaciones entre Reino Unido y la UE, Londres y Washington empezaron la semana pasada a abordar un “ambicioso” acuerdo comercial con el que Reino Unido aspira a superar los aranceles trasatlánticos tras el Brexit, y meter presión a la negociación que mantiene en paralelo con Bruselas.

La primera ronda de contactos, que se celebra por videoconferencia hasta el próximo día 15, involucra a más de cien negociadores en cada uno de los equipos, divididos en 30 grupos que cubrirán diversos aspectos, explica Efe.

El primer ministro británico, Boris Johnson, “ha dejado claro que somos líderes en libre comercio y que este acuerdo hará todavía más fácil hacer negocios con nuestros amigos del otro lado del charco”, afirmó la ministra de Comercio Internacional, Liz Truss, al frente del equipo británico.

Por su parte, el representante comercial de EEUU, Robert Lighthizer, apuntó a que Washington apuesta por un tratado “ambicioso y de altos estándares”.

Mientras tanto, las conversaciones entre Londres y Bruselas se han retomado con desacuerdos fundamentales sobre su relación futura: las líneas rojas mutuas sobre la pesca y el level playing field.

El desacuerdo se reduce a la soberanía, según el ministro de la Oficina del Gabinete británico, Michael Gove, quien acusa a Bruselas de estar está exigiendo más al Reino Unido que a otros países en acuerdos comerciales similares. La UE alega la proximidad, el tamaño y el acceso potencial de Reino Unido al mercado único europeo.

El tiempo se acaba: solo hay dos rondas más de conversaciones programadas antes de una cumbre de líderes de la UE decisiva en junio.

A menos que el primer ministro británico, Boris Johnson, o los líderes de los 27 intervengan y cedan, el Reino Unido podría llegar al final del período de transición posterior al Brexit sin un acuerdo comercial establecido. Lo cual significaría un daño adicional para millones de ciudadanos y empresas que están sufriendo el impacto del coronavirus.

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