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Así es Parler, la copia de Twitter donde se consuelan los partidarios de Trump

El presidente Donald Trump en una rueda de prensa.

Carlos Hernández-Echevarría

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El propio Donald Trump es el primero en reconocer que no sería presidente si no fuera por Twitter. Su habilidad con los 240 caracteres le llevó a la Casa Blanca y, una vez allí, ha gobernado durante cuatro años a golpe de tuit. A través de @realDonaldTrump hemos conocido sus argumentos, sus nombramientos, sus ceses... Y ahí sigue el presidente en la recta final, intentando convencer a sus casi 90 millones de seguidores de que en realidad ha ganado. Sin embargo, muchos de sus fieles ya le esperan en otro lado, en Parler.

¿Por qué Parler? ¿Qué lleva a la derecha estadounidense a mudarse a una mala copia de Twitter con nombre francés, pero pronunciado a la inglesa? La respuesta está debajo de casi todos los tuits que Trump escribe últimamente, concretamente en esa advertencia que Twitter le coloca al presidente cada vez que dice que le han robado las elecciones: “esta afirmación está en disputa”, “múltiples fuentes dan otro resultado electoral”, “glorifica la violencia”. Ese intento de las principales redes sociales por dar contexto a algunas mentiras tiene muy enfadada a la derecha estadounidense. Y Parler presume de ser diferente. 

“Sin censura”, pero no tanto

La autodenominada “red social de la libertad de expresión” ha duplicado su número de usuarios en las últimas tres semanas y ya tiene alrededor de ocho millones. Está todavía muy lejos de los 330 de Twitter, pero es indudable que el disgusto electoral del trumpismo le está suponiendo una edad de oro. Su web da la bienvenida a los recién llegados con la imagen de una mujer joven que sonríe junto a un campo de cultivo vestida de granjera. El mensaje nos promete un lugar “donde hablar y expresarte, sin miedo a ser expulsado por tus opiniones”, pero omite que hoy por hoy es también un sitio donde es difícil encontrar opiniones políticas diversas.

Nada más abrir un perfil, me encuentro con un mensaje de la campaña de Trump invitándome a interactuar y todas las cuentas que la plataforma me propone seguir pertenecen a las personalidades más ultras de Fox News y otros medios conservadores. La sección de tendencias está llena de los lemas trumpistas sobre el “robo electoral” y las conspiraciones del COVID. También encuentro sin problemas la cuenta de InfoWars, una web famosa entre otras cosas por mentir diciendo que los niños asesinados en tiroteos escolares son actores pagados por el gobierno o que las Fuerzas Armadas están contaminando el agua para volver gays a los estadounidenses. Infowars ha sido expulsada de Facebook, Twitter y YouTube.

Parler se promociona como un oasis de libre expresión, pero si uno echa un vistazo a las condiciones de uso que hay que aceptar para abrirse una cuenta, surgen las primeras sombras en esa imagen. Hasta este verano, incluían un compromiso del usuario de correr con todos los gastos que acarreara cualquier acción legal contra Parler por su contenido y también una renuncia a llevar a la compañía a los tribunales ordinarios. En la última actualización, el usuario asume toda la responsabilidad legal sobre las publicaciones y además da a la red social plenos poderes para borrar cualquiera de sus publicaciones y a echarle por cualquier motivo. Parler hace creer que no restringirá nada, pero sus condiciones de servicio le permiten hacerlo a su antojo.

¿Quién está detrás de Parler?

Si Twitter ha tenido siempre dificultades para hacer dinero, no está muy claro cómo a Parler puede irle mejor. Pero parece que varios de sus dueños tienen motivos diferentes a los económicos. Además de los dos ingenieros que la fundaron en 2018, uno de los accionistas es Dan Bongino, un exagente del Servicio Secreto que ha hecho carrera representando al lobby de las armas y defendiendo a Trump, además de presentándose sin éxito al Congreso en varias ocasiones. Pero todo indica que el verdadero dinero de Parler viene de una vieja conocida del Trumpismo.

Rebekah Mercer es ahora mismo la donante conservadora más importante del país. Hija del magnate de los fondos de capital riesgo Robert Mercer, Rebekah ha reconocido hace algunos días que participó en la fundación Parler para batallar contra “la tiranía y la soberbia que exigen nuestros amos tecnológicos”. Ya había financiado a la web supremacista Breitbart y a la consultora Cambridge Analytica, que se hizo célebre por las acusaciones de manipulación de votantes a través de Facebook en las elecciones de 2016. La empresa tenía en su consejo de administración al antiguo estratega jefe de Trump, Steve Bannon, que durante años se ha beneficiado del patronazgo de los Mercer. 

Problemas de diversidad

Parler es ahora mismo un pozo en el que se mezclan la conspiración y la conmiseración, los dos sentimientos que reinan en el trumpismo desde su derrota electoral. Los propios jefes de la red social son conscientes de que tienen entre sus usuarios solo a una parte de la pelea política y eso es malo para el negocio: Twitter ha triunfado a través del conflicto, de la bronca, de la polémica. En Parler hay demasiado acuerdo y poca discusión. 

Todos los gurús de la ultraderecha estadounidense, a excepción de Trump, se han abierto ya una cuenta en Parler y no paran de cacarearlo... pero lo hacen en Twitter. Porque la verdad es que ninguno abandona esta red social: por mucho que odien las condiciones de servicio, por mucho que detesten “advertencias de contenido falso”, por mucho que les saquen de quicio los trolls demócratas, por mucho que amenacen con irse... se quedan. Este verano, el CEO de Parler ofreció una recompensa de casi 17.000 euros a cualquier tuitero progresista con más de 50.000 seguidores que se llevara la cuenta a su compañía.

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