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Europa apuesta por los pasaportes COVID para restringir actividades ante la subida de contagios

Fuegos artificiales sobre la plaza de Monastiraki en Atenas durante la reapertura de bares en mayo.

Icíar Gutiérrez

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La curva de contagios de COVID-19 vuelve a crecer en Europa con el inicio del verano y el fin de la mayoría de las restricciones. Una vez más, comienzan a extenderse las medidas para frenar el virus. Pero esta vez, con el avance de la inmunización como principal diferencia respecto a olas anteriores, varios países europeos están apostando por restringir ciertas actividades, principalmente en espacios cerrados y de ocio, a personas que acrediten estar vacunadas o no estar enfermas a través de pasaportes COVID.

Los casos confirmados de coronavirus se han disparado en prácticamente todos los países de Europa Occidental en la última semana. Además de los aumentos desbocados de la incidencia en Reino Unido, España, Portugal y Países Bajos, donde subieron las infecciones principalmente entre los grupos no vacunados y por la aparición de la variante delta, los casos también están en alza en países como Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Suiza o Dinamarca, así como en Grecia, según los datos de la Universidad Johns Hopkins analizados por elDiario.es


Fuente: Universidad Johns Hopkins


En Países Bajos, por ejemplo, han pasado de confirmar poco más de 5.000 casos en una semana a más de 46.000 en los últimos siete días en un país de 17 millones de habitantes. La incidencia en 14 días ha escalado hasta los 310 casos por cada 100.000 habitantes. Esta tendencia se repite en Bélgica, donde prácticamente se han duplicado los casos en la última semana, o en Grecia, donde los casos subieron desde 5.000 hasta casi 14.000 cada 7 días.

El gran contrapunto es que la mortalidad no sube al mismo ritmo gracias al avance de la campaña de la vacunación en toda Europa. Mientras que los contagios confirmados volvieron a subir hasta los 90.000 casos semanales en todo el continente, las muertes están en su nivel más bajo desde octubre del año pasado. En Reino Unido, en cambio, están volviendo a subir a sus niveles de primavera.

Malta, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, España, Países Bajos y Portugal son los países europeos que más dosis han puesto por cada 100 habitantes hasta ahora, más de 100. Les siguen Alemania, Italia, Irlanda, Austria, Suiza, Francia y Suecia, por encima de los 90.

De Francia a Portugal

Ante el aumento de los contagios, y en un intento de acelerar la vacunación, Francia, Portugal y Grecia han sido algunos de los últimos países en seguir la estela iniciada por Israel a principio de este año, cuando puso en marcha un “pase verde” que permitió a las personas vacunadas o recuperadas acceder a ciertos lugares a los que otros no podían entrar. Con el avance de su campaña de inmunización, considerada un éxito, el Gobierno israelí revocó en junio el sistema, que convirtió al país en uno de los primeros del mundo que se enfrentó a una serie de cuestiones legales, morales y éticas mientras trataba de equilibrar la reanudación de las actividades con cuestiones delicadas como la seguridad pública, la discriminación, la libertad de elección y la privacidad.

A partir de agosto, los ciudadanos de Francia necesitarán el certificado sanitario para salir a tomar un café o a cenar a restaurantes, al igual que quienes vayan a centros comerciales y usen transporte de larga distancia. Desde el próximo miércoles 21 de julio, se pedirá también en teatros, cines y otros puntos culturales en los que se reúnan más de 50 personas. Este pase lo pueden obtener quienes se hayan vacunado con la pauta completa, quienes den negativo o quienes acrediten haberse recuperado de la COVID-19, y ya se usa para acceder a discotecas y eventos de más de 1.000 personas.

“Vamos a ampliar al máximo el certificado sanitario para incitaros a la mayoría a que os vacunéis”, dijo el presidente Emmanuel Macron, que defendió que su intención es “llevar las restricciones sobre los no vacunados en lugar de sobre todos”. Tras el discurso de Macron, cientos de miles de personas se han apresurado a pedir citas para vacunarse. Además, el personal sanitario y quienes trabajen con personas vulnerables tendrán la obligación de inmunizarse.

El presidente galo mostró su preocupación por la progresión de la variante delta y si bien dijo que en Francia la situación epidemiológica está “controlada” por el momento, “si no se actúa ahora”, el número de casos seguirá creciendo considerablemente, y provocará “inevitablemente” un aumento de las hospitalizaciones a partir de agosto. “Para hacer frente a esta nueva situación, contamos con una baza maestra, que lo cambia todo respecto a las olas anteriores: la vacuna”. 

En Grecia, a partir de este viernes y hasta finales de agosto, los interiores de bares y restaurantes (también de cines y teatros) estarán abiertos solo para los clientes vacunados y sentados. “El país no volverá a cerrar por culpa de algunos”, dijo también este lunes el primer ministro Kyriakos Mitsotakis durante el anuncio de las nuevas medidas para luchar contra la subida de casos durante la temporada turística de verano, vital para el país. Al igual que Francia, el Gobierno heleno ha hecho la vacunación obligatoria para los trabajadores de las residencias de mayores y el personal sanitario. Los centros que no cumplan la medida se enfrentan a multas de miles de euros.

Portugal fue uno de los primeros en sumarse a este tipo de medidas la semana pasada, cuando el Gobierno luso impuso el requisito de presentar una prueba negativa o certificado digital de vacunación para comer en el interior de los restaurantes desde la tarde del viernes y durante el fin de semana en los 60 municipios con mayor incidencia, entre ellos Lisboa y Oporto. “La importancia del uso del certificado digital en el acceso a las actividades es cumplir con lo que el Gobierno siempre ha anunciado: maximizar la seguridad, minimizando las restricciones”, dijo la ministra de Estado y de la Presidencia, Mariana Vieira da Silva. El ministro de Economía ha explicado este lunes que el Gobierno está estudiando la posibilidad de extender el uso del certificado digital a otras actividades. 

El agravamiento de la pandemia en Portugal y el aumento significativo de la variante delta han forzado al Ejecutivo a imponer un nuevo toque de queda nocturno y a recuperar restricciones a los horarios comerciales en las localidades en mayor riesgo. El número de pacientes hospitalizados y UCI está aumentando, pero se espera que el impacto sea menor gracias a la vacunación.

Mientras, el Gobierno británico se ha limitado a aconsejar a locales de ocio nocturno y discotecas que pidan a sus asistentes pruebas de la pauta completa de vacunación o un test negativo, como parte del levantamiento de las restricciones en Inglaterra el 19 de julio, un plan que sigue adelante a pesar del alza de casos de COVID-19. “Animamos a las empresas con entornos de alto riesgo a que utilicen el pase COVID del NHS (el sistema de sanidad británico) como condición de entrada, con el fin de reducir el riesgo. Este será el caso, especialmente, de los lugares de gran afluencia de público”, indica la última guía del Ejecutivo de Boris Johnson, que también explica que se reserva el derecho de exigir la certificación en determinados lugares más adelante “si es necesario”.

Esta medida no es nueva en Europa. Uno de los primeros países en ponerla en marcha fue Dinamarca, donde los ciudadanos tienen que enseñar en una multitud de espacios el llamado pasaporte corona, que demuestra que el titular ha sido completamente vacunado, ha pasado el coronavirus o ha dado negativo en una prueba reciente. Es así en los museos, las bibliotecas, los zoológicos, los cines, los parques de atracciones, los gimnasios, y en las actividades religiosas con un gran número de participantes. Los daneses también lo necesitan para cortarse el pelo, darse un masaje o en los interiores de los restaurantes y los cafés. El Gobierno decidió introducir este requisito de presentar “como forma de ayudar a mantener la pandemia bajo control en Dinamarca mientras la sociedad se reabre”.

También se exige en algunas partes de Alemania, como Berlín, donde los clientes que se quieran sentar en el interior de los restaurantes deben presentar un test negativo o una acreditación de vacunación o de recuperación de COVID-19. Este martes, la canciller Angela Merkel ha descartado la idea de hacer la vacunación obligatoria para trabajadores sanitarios como otros vecinos europeos, mientras las autoridades del país defienden que aún hay que mantener las medidas hasta que más población haya sido vacunada.

Muy sonada ha sido la disculpa del primer ministro holandés, Mark Rutte, que este lunes admitió que las restricciones del coronavirus se habían levantado demasiado pronto en su país. “Cometimos un error de cálculo, estamos decepcionados por ello y nos disculpamos”, dijo.

Las infecciones han aumentado mucho más rápido de lo esperado y a niveles muy altos, razón por la cual Rutte ha vuelto a imponer, de cara al verano, limitaciones de horarios a la hostelería, así como un nuevo cierre de las discotecas, en un esfuerzo por detener los contagios entre los adultos jóvenes, solo dos semanas después de que se levantaran la mayoría de las reglas en el país a medida que disminuían los casos.

La mayoría de las infecciones se han producido en entornos nocturnos y fiestas con un gran número de personas. El Gobierno ha explicado que la variante delta está causando más casos de enfermedad entre personas no vacunadas por completo y no descarta la posibilidad de que las hospitalizadas vuelvan a aumentar en las próximas semanas. Países Bajos también ha implantado un pase de entrada. Desde el viernes, en los eventos para los que se requiera un certificado negativo de acceso, el test tendrá que ser de máximo 24 horas, en lugar de las 40 horas que se permitía hasta entonces.

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