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Finlandia, tras Sanna Marin: ¿gobierno con la ultraderecha o 'gran coalición'?

La primera ministra finlandesa saliente, Sanna Marin, se marcha tras una conferencia de prensa en Helsinki, Finlandia, el 04/05/2023.

Òscar Gelis Pons

Copenhague (Dinamarca) —

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Las elecciones del pasado 2 de abril confirmaron el giro a la derecha en Finlandia. El peso que tendrá la formación de ultraderecha Partido de los Finlandeses, que consiguió ser la segunda fuerza en el parlamento, es aún una incógnita que se espera que se empiece a resolver este viernes cuando el líder de los conservadores y ganador de las elecciones, Petteri Orpo, inicie oficialmente las negociaciones para formar un gobierno.

Los analistas señalan que una coalición entre conservadores (48 escaños) y el Partido de los Finlandeses (46 escaños) sería la opción que puede convencer más a Orpo y a la fuerza de ultraderecha. Sin embargo, la líder de esta formación, Riikka Purra, ha avanzado que “no será a cualquier precio”. “La principal condición es que la inmigración dañina para Finlandia debe reducirse significativamente”, dijo ante los periodistas.

La segunda opción para Orpo es intentar una coalición con el Partido Socialdemócrata (43 escaños). Pero las sumas de escaños para los conservadores no están siendo nada fáciles, ya que ninguna de las dos opciones llegaría a alcanzar la mayoría de 100 escaños sobre los 200 de la cámara. 

El reto para Orpo durante las negociaciones es convencer a las formaciones más pequeñas para que le den su apoyo. Tras la noche electoral, algunos de estos partidos ya han empezado a posicionarse y no auguran unas negociaciones fáciles. La renuncia de la ex primera ministra Sanna Marin, que dejará el cargo de líder de los socialdemócratas en septiembre, añade incertidumbre a la mesa de diálogo.

Los partidos pequeños tendrán la llave

Por el momento, el miércoles se celebró la ceremonia de apertura de la cámara, que tras las votaciones ha quedado dividida en diez partidos, de los cuales las tres formaciones más grandes –Partido Conservador, Partido de los Finlandeses y Partido Socialdemócrata– han conseguido aumentar el número de escaños respecto a la anterior legislatura.

Los claros perdedores han sido los partidos medianos que formaron parte de la anterior coalición de Gobierno de centro-izquierda liderada por Marin (Partido del Centro, Liga Verde y Alianza de Izquierdas), que han visto cómo ha disminuido su tamaño en la cámara. La presencia de mujeres representantes también se ha reducido en dos respecto a la anterior legislatura. Ahora hay 92 mujeres y 108 hombres. 

En este contexto, los 23 escaños del Partido de Centro (tradicionalista, liberal en políticas económicas y con mayor presencia en las zonas rurales), históricamente habría sido una buena opción para decantar la balanza de poder y formar coalición a su izquierda o a su derecha.  Sin embargo, los malos resultados de la formación, que lleva ocho años seguidos en distintas coaliciones de gobierno, han llevado a su portavoz, Annika Saarikko, a asegurar, antes del comienzo de las negociaciones, que su partido pasará a formar parte de la oposición: “El centro se ha enfrentado a una derrota electoral histórica. Solo se puede sacar una conclusión del resultado: nuestro lugar está en la oposición”, dijo Saarikko en un comunicado de prensa.

Por su parte, la Liga Verde también ha sido uno de los partidos peor parados tras los resultados electorales, que han provocado que su líder y anterior ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, Maria Ohisalo, dimitiera de la presidencia de la formación. Esto ha dejado a los verdes en una encrucijada. No descartan por completo entrar en un nuevo gobierno, pero rechazan frontalmente formar parte de una coalición con el Partido de los Finlandeses. A la vez, la postura de los verdes también ha dado alas a la posibilidad de un gobierno donde estuvieran los socialdemócratas: “El Partido Verde está disponible si el futuro gobierno comienza a promover políticas que no reduzcan un solo euro de la educación, no comprometan la acción climática y no aumente la desigualdad”, dijo Ohisalo.

En cualquier caso, la séptima fuerza más grande del parlamento, el Partido Popular Sueco (RKP), representante de la minoría sueco-hablante en el país, podría tener un papel decisivo en el escenario postelectoral. Sus nueve escaños sumados a los cinco del Partido Democratacristiano podrían ser la suma definitiva que necesitan las fuerzas conservadoras, o de lo contrario, también podría entrar a formar mayoría en un gobierno de coalición “rojo-azul”. Sin embargo, el partido mantiene profundas discrepancias con la ultraderecha de Riikka Purra. Su presidenta, Anna-Maja Henriksson, afirmó durante la campaña electoral que “es difícil ver al RKP en el mismo gobierno con un partido que quiere salir de la UE, no da apoyo a la inmigración laboral, no ve el cambio climático como un problema y además quiere debilitar la lengua sueca en Finlandia”. No obstante, tras las elecciones, miembros del partido han asegurado ahora que no descartan una coalición con el Partido de los Finlandeses. 

El adiós de Marin

Sin duda, el anuncio más significativo en las semanas tras los comicios ha sido la renuncia de la ex primera ministra Sanna Marin a optar a la reelección para la presidencia de su partido en septiembre, lo que significa que la líder dejará por ahora la primera línea política. “Han sido unos años excepcionalmente difíciles. Tras este resultado electoral, considero que tengo la oportunidad para abrir una nueva página en mi propia vida” dijo Marin en un tono de calma, pero sin obviar el dramatismo del anuncio en rueda de prensa. Marin también aclaró que tampoco estaría interesada en ser ministra en el caso de un futuro gobierno de coalición, un anuncio que, según la cadena pública YLE, comunicó a sus compañeros de partido tan solo unos minutos antes de hacerlo público en televisión. 

Los medios finlandeses habían especulado en más de una ocasión hasta qué punto Marin querría continuar su carrera política en caso de no haber sido reelegida como primera ministra, aun teniendo en cuenta que su partido consiguió mejorar los resultados en las elecciones. Algunos la han comparado con la decisión de la ex primera ministra de Nueva Zelanda Jacinda Adern, cuando anunció en enero que no tenía fuerzas para continuar en el cargo.  

“La salida de Marin hace que, para los conservadores, la opción de un acuerdo con los socialdemócratas sea más atractiva que antes”, apuntaba Robert Sundman, analista político en el periódico Helsingin Sanomat. En esta misma línea, el miembro del partido conservador Samu Vahteristo, en declaraciones a los medios, también afirmó que las negociaciones serían más fáciles tras la renuncia de Marin: “Si tenemos en cuenta su retórica en los últimos meses, por lo menos ahora podemos tener una relación de negociación con los socialdemócratas”. 

Los analistas prevén que las negociaciones para formar un nuevo gobierno se alarguen hasta las seis semanas, ya que Finlandia no tiene tradición de formar gobiernos en minoría y, en cambio, las grandes coaliciones de gobierno sí son más habituales. 

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