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El puzle de la izquierda argentina que tendrá que hacer frente a las políticas de Macri

Imagen de una marcha del Frente de Izquierda y de los Trabajadores.

Víctor David López

La situación económica en Argentina y las medidas tomadas por el Gobierno conservador de Mauricio Macri han obligado a la izquierda argentina a reorganizarse. Durante las dos primeras décadas del siglo XXI han tenido lugar suficientes acontecimientos de importancia como para que el puzle de las fuerzas progresistas no sea sencillo de armar.

Daniel Scioli (candidato del Frente Para la Victoria, alianza kirchnerista) no tardó en salir a buscar apoyos la noche en que ganó por muy estrecho margen la primera vuelta de las presidenciales de 2015 para enfrentarse a Macri en la segunda. Lo hizo tanto con la candidata Margarita Stolbizer (GEN, Generación para un Encuentro Nacional, antes en la Unión Cívica Radical) como sobre todo con Sergio Massa (Frente Renovador, exmiembro del Partido Justicialista).

A Scioli se le considera un modelo menos progresista que el que representaba Cristina Fernández Kirchner, aunque en el discurso con el que celebraba aquella momentánea victoria parcial se colocó en el mismo bando que “esos gobiernos nacionales y populares latinoamericanos que se enfrentan a una expresión y a un espacio de derecha”. No consiguió rescatar los votos dispersos y Macri le acabó derrotando.

El análisis de la izquierda argentina no es inmediato, pues entre los socialdemócratas se puede encontrar también a parte de la Unión Cívica Radical, los grandes e históricos opositores del peronismo y que actualmente forman parte de Cambiemos, la coalición liderada por Macri. Mario Negri preside su bloque en la Cámara de Diputados.

Por otro lado, los partidos de la izquierda más tradicional, como el Partido Socialista y el Partido Comunista, han tenido que refugiarse en las alianzas. Los socialistas han formado parte de unas cuantas, y su mayor éxito es gobernar la provincia de Santa Fe. Los comunistas son uno de los grupos que caminan bajo el paraguas del Frente Para la Victoria. El Frente Grande, creado en los años noventa, gobierna la provincia de Río Negro.

2001 y 2011 son años fundamentales en este mapa de la actual izquierda argentina. 2001 porque el país tocó fondo y afloró la parte más social de los partidos tradicionales, y 2011 porque se comenzó a renovar el panorama.

El kirchnerismo supo acercarse a la clase trabajadora desde la gran crisis con la que arrancó el siglo XXI. A pesar de las críticas que han podido acumular en sus años de gobierno, consiguieron congeniar con la población. Mercedes Trimarchi (Izquierda Socialista), diputada en la Cámara Provincial de Buenos Aires, cree que la perspectiva más social del kirchnerismo se explica en base a “esa rebelión popular de 2001, que fue muy importante y que consiguió derribar un Gobierno que se tuvo que ir en helicóptero”, recuerda para eldiario.es. “Los políticos tuvieron que organizarse de otra manera, discursivamente al menos. Tuvieron que ponerse del lado de algunas reivindicaciones de nuestra pelea”.

Aparece la vertiente trotskista de la izquierda

En 2011 se crea el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), con la unión con carácter electoral del Partido Obrero, el Partido de los Trabajadores Socialistas y la mencionada Izquierda Socialista a la que pertenece Trimarchi. Desde este FIT, vertiente trotskista de la izquierda, se apresuran a marcar claramente las diferencias con el kirchnerismo.

“No es una fuerza progresista o transformadora sino que es un gobierno capitalista como tantos”, comenta Gabriel Solano (Partido Obrero) diputado en la Cámara de Legisladores de la ciudad de Buenos Aires, en una conversación con este diario. “Su función fundamental fue salvar al sistema capitalista de la quiebra de 2001 y 2002. Durante los doce años que estuvieron en poder defendieron los negocios de los bancos, de los empresarios clásicos de Argentina o los grandes grupos internacionales instalados en el país”.

La izquierda trotskista reniega también de la izquierda más tradicional del país y con su mensaje clarifica las posturas de los diversos grupos. Solano cuenta que “en la historia argentina, el peronismo siempre fue un problema para la izquierda. Siempre acababa sucumbiendo, le hacían seguidismo y parte de la izquierda se hizo peronista”.

El diputado Nicolás del Caño (Partido de los Trabajadores Socialistas) duda del teórico bipartidismo en el poder y lo toma casi como un solo ente: “El ajuste que aplican los gobiernos provinciales del Frente Para la Victoria llevan adelante políticas que no se diferencian en nada a lo que hace Mauricio Macri, o los gobiernos provinciales de Cambiemos”. O, como dice Gabriel Solano: “El peronismo ha colaborado activamente con el macrismo en todo este tiempo, al punto de que las leyes más importantes del país han salido adelante con su voto favorable”.

El presidente Macri ha pedido responsabilidad a toda la oposición y alega que no había alternativa: vende como casi obligado regresar a las manos del Fondo Monetario Internacional. El Frente de Izquierda sí cree que existen otras opciones. “Planteamos el impago de la deuda externa y nacionalizar los recursos naturales”, explica el diputado Solano. “Las tarifas de los servicios han aumentado mucho. Nosotros planteamos que se nacionalice el petróleo, el gas, las empresas de distribución y transporte de energía, la banca y el comercio exterior”.

Cristina Fernández Kirchner tiene la convicción de que para anular el poder de Macri solo hay una salida real y poderosa: votar al ala más social del peronismo, en definitiva, al kirchnerismo. Ellos abren y cierran este puzle, siguen llevando el timón de la calle, de las movilizaciones con mayúsculas, como la que despidió a la expresidenta en una Plaza de Mayo abarrotada cuando abandonó su cargo.

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