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Las mujeres que bordan contra los feminicidios: “Damos la vuelta a lo que se usaba para que estuviéramos quietas”

Una mujer del Sindicato Único de la Aguja de Uruguay confecciona balconeras para el día de la mujer.

Lara Lema

16 de octubre de 2021 21:18 h

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A lo largo del tiempo, bordar se ha considerado un pasatiempo poco valorado con el que generaciones de mujeres se entretenían en labores domésticas, haciendo “cosas de mujeres”. Sin embargo, en los últimos años mujeres de distintos países han usado esa misma actividad para reivindicar sus derechos y denunciar la violencia machista.

En 2019, el colectivo argentino Tejiendo Feminismos se propuso tejer la bandera feminista más grande del mundo para visibilizar la violencia contra las mujeres en el país. “Tejamos juntas, por las que estamos, las que no están y las hermanas que vendrán”, dijeron. Acabaron superando sus expectativas y recibiendo telas bordadas incluso desde otros países. La bandera estuvo presente en las manifestaciones que lucharon por la legalización del aborto, finalmente conquistada en 2020.

En Montevideo, este año, los balcones se han llenado de mensajes feministas con las telas confeccionadas por las mujeres del Sindicato de la Aguja de Uruguay, como parte de las acciones por el 8M. Y España tampoco se ha quedado atrás, con la asociación valenciana Hilando Vidas usando el arte colaborativo para visibilizar y reivindicar el valor de la mujer, especialmente en el ámbito rural.

Bordar contra los feminicidios

Uno de los colectivos que lleva creando bordados feministas durante ya una década es Bordando Feminicidios. Esta iniciativa surgió en México durante el sexenio (2006-2012) del presidente Felipe Calderón. Como explica la coordinadora del proyecto, Minerva Valenzuela, en esa época ocurría en el país “la mal llamaba guerra contra el narco, donde hubo muchas personas asesinadas y desaparecidas”.

Valenzuela cuenta que fue ahí cuando surgieron grupos de bordados para bordar los casos de asesinatos y desapariciones. “Algunas participamos en esos grupos y nos dimos cuenta que había casos que estaban siendo bordados que eran feminicidios pero que no se les estaba viendo como tal”, dice. De ahí salió la idea de separar aquellos que habían sido feminicidios de los que no, “todas las muertes de la Administración de Felipe Calderón fueron trágicas pero es distinto, nos matan distinto a las hombres que a las mujeres”. 

Al principio, el objetivo del proyecto era mostrar los feminicidios que ocurrían dentro de la “mal llamada” guerra contra el narco pero, explica Valenzuela, eso ha ido cambiando conforme al momento que atraviesa México y según los objetivos personales de las bordadoras. La coordinadora del grupo cuenta cómo hay bordadoras cuyo objetivo es meramente la denuncia, otras buscan estar cerca de más mujeres que bordan, y otras acercarse a poder hablar sobre la violencia y sobre lo que se dice que es el amor. “Para muchas es un primer acercamiento sobre qué es la violencia, qué nos han dicho que es el amor y por qué tendría yo que cuidarme de alguien que me dice que me ama”.

Según cuenta, ha habido mujeres que tras ver los bordados expuestos, donde se relata cómo trataban los hombres a mujeres que después asesinaron, se han dado cuenta de que están en una situación de peligro. También menciona casos de niños y niñas pequeños que no saben leer y preguntan a sus madres qué dicen los bordados. “Esa es una situación muy particular y alguna conversación tendrán que tener después [con sus hijos] sobre por qué la mataron”, dice Valenzuela.

Se calcula que 10 mujeres son asesinadas cada 24 horas en México, según estadísticas que aporta ONU Mujeres. La manifestación más extrema de la violencia contra las mujeres, el feminicidio, “solo es la punta del iceberg de una problemática aún más grande en el país”, donde 66% de las mujeres ha sufrido al menos un incidente de violencia emocional, económico, físico, sexual o de discriminación a lo largo de su vida, según la rama mexicana del organismo.

“Bastante atrevido”

La coordinadora de Bordando Feminismos no considera que tejer en sí sea un acto feminista. “No hay una relación implícita entre bordar y el feminismo, puede haber bordadoras de feminicidios que no son feministas”. Pero para ella esta iniciativa sí consigue “dar la vuelta a una actividad que históricamente ha sido usada para que las mujeres estuviésemos quietas y haciendo cosas de mujeres, como florecitas, manteles, cosas para tu familia”. Las mujeres se mantenían así en el ámbito doméstico, “no siendo vistas, no siendo públicas”.

“Bordar un feminicidio le da la vuelta a esa idea porque estamos usando la misma actividad con la que probablemente castigaron a nuestras abuelas pero para denunciar, expresar o conocer a otras mujeres”, dice Valenzuela. “No sé si es feminista, pero sí bastante atrevido”.

Además, recalca que el acto de bordar “se parece mucho a la vida”. “Le damos a la mujer a la que estamos bordando un espacio físico que le fue arrebatado, tiempo, que le fue arrebatado y color, que le fue arrebatado”.

Diez años después de que comenzara el proyecto, la coordinadora dice que “afortunadamente” no es consciente de todo su impacto. Por ejemplo, indica, no puede saber cómo se sintió una madre al ver un bordado sobre su hija. Pero, para ella, el logro más grande es mantener el contacto entre las mujeres “que siguen vivas”. “Se acercan [al colectivo] mujeres muy diversas. Y, probablemente, en otro tipo de circunstancias, ese tipo de mujeres no estarían juntas”.

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