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Las protestas contra la política 'cero COVID' se extienden en China

Las protestas contra la política de 'cero COVID' llegan a las calles de Pekín

elDiario.es / EFE

Shanghái —

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Las protestas contra las restricciones impuestas por China en su estrategia de 'cero COVID' se han extendido a importantes urbes tras la muerte de una decena de personas en un edificio aparentemente confinado en el noroeste del país. Decenas de personas salieron a la calle este domingo por la noche en el centro de Pekín uniéndose a la ola de vigilias y movilizaciones de los últimos días a lo largo de ciudades y universidades de todo el país, como Shanghái, Wuhan o Nanjing.

Las bolsas chinas experimentaron pérdidas en la sesión de este lunes, mientras que la policía de Shanghái ha detenido a varias personas y ha colocado vallas en una zona donde se han registrado dos noches seguidas de protestas, informa la BBC, que ha difundido un vídeo de la Policía impidiendo que se tomen fotos del lugar. No hay información oficial sobre el número de detenidos.

Las protestas se han extendido a al menos ocho ciudades importantes, según la agencia Associated Press, y la mayoría de los manifestantes se quejan de las restricciones excesivas, pero algunos también han gritado consignas contra el presidente chino Xi Jinping, que recientemente ha obtenido un tercer mandato, en una muestra pública poco habitual de desaprobación sobre las políticas del líder chino.

“Queremos libertad”

En la capital, imágenes difundidas en las redes sociales muestran a varios cientos de personas en los márgenes del río Liangma, en el poblado distrito de Chaoyang, que cantan y gritan consignas como “no más confinamientos”, muchos de ellos enarbolando folios en blanco.

Se trata de la primera protesta numerosa que se registra en las calles de la capital, si bien en esta jornada también se registraron actos de este tipo en la pequinesa universidad de Tsinghua, una de las más importantes del país y 'alma mater' de Xi Jinping y otras destacadas figuras históricas.

Las protestas se iniciaron a partir de una vigilia con velas y flores organizada en memoria de las víctimas del incendio de Urumqi, la capital de la provincia de Xinjiang, después de la cual la gente comenzó a marchar de forma pacífica por las calles aledañas y a gritar “¡bajad!” a los vecinos asomados a las ventanas de los edificios.

La zona, cercana al distrito financiero y a las sedes de la mayor parte de las embajadas presentes en la capital china, fue inmediatamente acordonada por la policía, aunque por el momento no se han registrado choques entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad.

“No queremos PCR ni mascarillas, queremos libertad” fue otro de los gritos coreados por los manifestantes, que también cantaron La Internacional e himnos en chino.

En las principales redes sociales chinas, como Weibo –equivalente a Twitter, inaccesible en el país–, las referencias a esta protesta aparecen bajo la etiqueta “Desfile de Pekín”, pero las publicaciones son censuradas y desaparecen con rapidez, según ha podido comprobar EFE.

“Pensemos lo que pensemos del gobierno, no estamos pidiendo el caos o una ausencia de orden. Queremos una reforma interna, pero no parece posible. Estamos desesperados”, dice a la agencia un pequinés que, como muchas personas ahora en China, se mantienen a la expectativa de si las protestas continuarán o si sus voces serán escuchadas.

El detonante: un incendio

Aunque el hartazgo de la población china por la draconiana política contra la pandemia que imponen las autoridades ya era patente desde hace meses, la muerte de diez personas en el incendio en un edificio aparentemente confinado en Urumqi el pasado jueves ha prendido la mecha de actos de rechazo en numerosos puntos del país.

Antes de Pekín ya se habían registrado en los últimos dos días vigilias y protestas en otras grandes ciudades como Shanghái, Nanjing o Wuhan, de acuerdo a vídeos difundidos en las redes sociales occidentales.

La capital china, especialmente blindada contra los rebrotes desde 2020, experimenta ahora sus niveles más altos de contagios. Estos datos, bajos para los estándares internacionales pero intolerables para las autoridades chinas, se han traducido en restricciones y confinamientos que afectan a buena parte de la población de la capital, como ya ha sucedido este año en otras partes del país.

En la última semana han ido cerrando sus puertas en Pekín los colegios y numerosos comercios y restaurantes, buena parte de las oficinas ha pasado a la modalidad de teletrabajo y un elevado número de urbanizaciones y complejos de edificios se encuentra bajo confinamiento, sin que existan cifras oficiales del número exacto de pequineses que no puede salir de sus casas en este momento.

La política de cero COVID' también implica la realización constante de test PCR, ya que para acceder a lugares públicos se exige una prueba negativa hecha como máximo 48 horas antes, así como el ingreso en hospitales de los casos positivos y el aislamiento en centros estatales de los contactos cercanos.

El gigante asiático, prácticamente aislado del resto del mundo desde principios de 2020, ha sufrido desde inicios del presente año numerosas oleadas de rebrotes de COVID atribuidas a la contagiosa variante ómicron, que ha puesto en jaque esa estrategia nacional de tolerancia cero frente al coronavirus.

Las cifras de nuevos contagios de COVID en China han batido su récord por quinto día consecutivo después de que la Comisión Nacional de Sanidad informara este lunes de 40.347 casos detectados en la víspera, de los que 36.525 (un 90,5%) son asintomáticos según los estándares de la institución.

Las cifras de la institución muestran que cerca de 1,8 millones de personas permanecen actualmente bajo cuarentena, ya que la directriz pasa por trasladar a centros hospitalarios o de aislamiento a los infectados -incluyendo a los asintomáticos- y también, aunque de forma separada, a las personas que han tenido contacto con ellos.

La prensa oficial no ha dado cuenta de los incidentes, pero el diario Global Times destaca en sus editoriales que las autoridades deben “optimizar” la respuesta al virus. El rotativo señala que pese a la política actual, que implica innumerables controles y confinamientos, “China se enfrenta a una batalla más dura, con una transmisión doméstica a gran escala. Hay estar preparados para escenarios aún peores”.

Protestas universitarias

En la megalópolis oriental de Shanghái, que vivió este año un duro confinamiento que llegó a prolongarse durante más de dos meses en algunas zonas, centenares de personas se congregaron en la noche del sábado en la calle Urumqi para celebrar una vigilia en recuerdo de los fallecidos en el incendio que transcurrió de manera mayormente pacífica, según testimonios en redes, entre los que algunos afirman que se produjeron detenciones.

Las grabaciones muestran a grupos de manifestantes cantando “Los que os negáis a ser esclavos, alzaos” –una estrofa del himno nacional chino– o 'La Internacional', gritando “queremos libertad”, “no queremos hacernos pruebas PCR” o “que les follen a los códigos QR”, en referencia a la obligación de escanear con una aplicación móvil los códigos QR sanitarios a la entrada de cualquier establecimiento o incluso en parques para que, cuando las autoridades detectan un contagio, puedan determinar quién ha tenido contacto con esa persona en cada momento.

Según el portal especializado What's On Weibo, numerosos comentaristas en la red social Weibo -equivalente local de Twitter, censurado en el país- mostraron apoyo a la vigilia pero, sobre todo, pidieron a los participantes que se protegieran, antes de que los censores de la plataforma prohibieran comentar la etiqueta que se empleaba para hablar del tema.

Ese mismo portal indica que, en una universidad de la ciudad oriental de Nanjing, numerosos estudiantes se reunieron en el campus y encendieron las linternas de sus teléfonos móviles a modo de vigilia por los fallecidos en Urumqi.

Mientras tanto, en otra universidad, en este caso en Xi'an (centro), ciudad que también ha experimentado duros confinamientos, un grupo de estudiantes salieron a las calles del campus para mostrar su descontento por los encierros anti-COVID, que también han supuesto un importante lastre para la economía nacional este año.

Periodistas detenidos

En Shangháis, un periodista de la BBC fue detenido el domingo tras ser “golpeado y pateado” por agentes de la policía china mientras grababa, según ha explicado la cadena británica.

El cámara Ed Lawrence cubría las manifestaciones en la ciudad cuando fue “atacado” por varios agentes del cuerpo policial local, denunció el medio británico. “La BBC está extremadamente preocupada por el trato que recibió nuestro periodista Ed Lawrence, quien fue arrestado y esposado mientras cubría las protestas en Shanghái”, afirmó un portavoz del canal estatal a través de un comunicado.

El reportero “estuvo retenido durante varias horas antes de ser liberado. Durante su detención, fue golpeado y pateado por la policía. Esto sucedió mientras trabajaba como periodista acreditado”, agrega el escrito.

En su comunicado, la BBC declaró no haber recibido ningún tipo de explicación por lo sucedido. “No hemos tenido ninguna explicación o disculpa oficial de las autoridades chinas, más allá de una afirmación de los funcionarios que luego lo liberaron de que lo habían arrestado por su propio bien en caso de que se contagiara de COVID entre la multitud”, reportó la BBC.

El propio Lawrence escribió en su cuenta de Twitter: “Tengo entendido que al menos un ciudadano local fue detenido tras intentar hacer que los policías dejasen de pegarme”.

El Club de Corresponsales Extranjeros de Shanghái emitió un comunicado en el que mostró su “gran preocupación” por la “detención forzosa” de Lawrence: “Esperamos que la Policía y las autoridades garanticen que los periodistas legítimos puedan cumplir con su deber sin enfrentarse a injerencias o a un uso excesivo de la fuerza”.

El Ministerio de Exteriores chino se ha limitado a comentar este lunes que Lawrence “no se había identificado como periodista” en el momento en el que fue detenido.

La televisión pública suiza RTS también indicó que su corresponsal en Shanghái, Michael Peuker, fue “brevemente detenido” en la noche del domingo tras una conexión en la que él mismo había contado que estaba “rodeado por tres agentes de policía” mientras les hacía gestos tratando de pedirles calma mientras estaba en directo.

Tras “muchos minutos de negociaciones” con un responsable de la Policía local, Peuker y su cámara fueron liberados aunque los agentes retuvieron su material para “verificar” su contenido antes de devolvérselo a los periodistas.

Un periodista de Reuters también fue detenido durante unos 90 minutos el domingo por la noche, antes de ser liberado, según informa la agencia de noticias.

Derecho de manifestación

La ONU y la organización Human Rights Watch (HRW) han pedido este lunes al gobierno chino que respete el derecho de manifestación de los ciudadanos que protestan contra las restricciones impuestas para evitar la propagación de COVID-19.

El portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, ha dicho que no pensaba pronunciarse sobre la política de China contra el coronavirus, pero que creen “en la importancia del derecho de la gente a concentrarse pacíficamente, a asociarse a manifestarse en paz”. “Urgimos a las autoridades (chinas) a garantizar ese derecho”, ha agregado. 

Por su parte, HRW ha emitido un comunicado indicando que “las autoridades chinas no deberían reprimir las protestas, sino permitir que todos expresen pacíficamente sus puntos de vista”. 

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