De aquellos terremotos de protesta, estos temblores municipales
“La democracia está corrompida, desprestigiada, es una palabra deshabitada, necesitamos vivirla de nuevo”. Son versos de un poema recitado en un vídeo, retumbando en la tercera planta del edificio Altiero Spinelli del mastodóntico Parlamento Europeo de Bruselas.
La campaña Radical Democracy desembarca en el corazón de la burocrática Unión Europea desde las calles de Estambul, Madrid o Varsovia para mostrar sus impactantes creaciones audiovisuales. Lo hace frente a diputados socialdemócratas y laboristas, que acogen y participan en el encuentro. Y que escuchan la pregunta de la voz en off. “¿Quién soy? Soy tu ciudad. Me gustas cuando me defiendes y tomas mis plazas, cuando pides lo que es tuyo, cuando evitas un desahucio. 1.135 desahucios”.
La red cultural Doc Next Network, impulsora de esta creación audiovisual, Temblor, “un pequeño vídeo que pretende introducir el zambullido desde las calles hasta las instituciones” terminó convirtiéndose en un proyecto europeo para aglutinar a la comunidad de artistas audiovisuales, educadores, informáticos o activistas sociales que trabajaban desde el 2010 con un objetivo claro, mostrar el debate ciudadano sobre los bienes públicos en nuestras ciudades.
Su propósito, tras cinco años de trabajo, es aun más ambicioso y por eso están en Bruselas. Quieren que la democratización de la ciudad alcance al hipertrofiado proyecto europeo. “Existe una tensión entre urbanismo y ciudad, el primero caracterizado como gigantismo institucional, la segunda como polis, representante de la gente”, señala el sociólogo Carlos Delclós en conversación con eldiario.es.
La eclosión municipalista de Madrid y Barcelona
“Ahora te necesito y tú también me necesitas, las cosas se están poniendo cada vez más complicadas, estamos en peligro”, prosigue el poema de Temblor, “nos necesitamos mutuamente, ¿sabes?... Sí, lo sabes pero a veces lo olvidas. Gracias. Y ahora vuelves a ponerte en marcha para defenderme”.
A esa voz de la ciudad, a ese llamamiento sonoro simbólico, respondieron en 2010 desde la European Cultural Foundation al poner en contacto cuatro redes en diferentes ciudades, Madrid, Londres, Varsovia y Estambul para desarrollar creaciones audiovisuales en “los bordes de las fronteras de Europa”, explican sus participantes. El trabajo de cuatro organizaciones en cada ciudad se transformó Doc Next Network para dar voz a comunidades sin representación en la esfera pública.
Personas mayores, jóvenes o inmigrantes se unieron a activistas sociales y artistas audiovisuales en cuatro media labs, laboratorios creativos, para identificar luchas sociales en sus ciudades. “En España no había que hacer esa campaña porque la lucha social ya existía, estaba en las calles” explica Felipe González Gil, del colectivo español Zemos98, al recordar movimientos como el del 15M o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
Cuando en 2014, con motivo de las elecciones europeas, esta red lanza el concurso Radical Democracy Video Challenge, en España se busca destacar los movimientos existentes, dice Felipe, “explicar el proceso municipalista, su complejidad”. El fruto de este trabajo será Recetas municipales. Una conversación sobre el cuidado de las ciudades con participantes de Barcelona en comú, Ahora Madrid o Demo 4.0. que analizan la reactivación ciudadana para reclamar políticas de proximidad y prácticas de democracia directa. Así, hasta las últimas elecciones municipales.
Londres, ciudad 'non grata' para jóvenes
700.000 personas sufren problemas para pagar sus alquileres cada mes en Londres. Frente a ellos, los propietarios de casas en la capital del Reino Unido ganaron 177.000 millones de libras en los últimos cinco años con sus inversiones inmobiliarias.
Who has the right to live in London? (¿Quién tiene el derecho a vivir en Londres?), es uno de los vídeos de la plataforma británica de Radical Democracy, el British Film Institute. La capital del Reino Unido parece apostar por los millonarios ex-soviéticos, atraídos por sus mansiones victorianas en Chelsea o las grandes firmas de moda. En paralelo, los precios de las viviendas aumentan un 20% anual, inaccesibles para un ciudadano medio.
La campaña británica denuncia que, cada vez más, la población media está siendo apartada de lo que podría considerarse un hogar. El alquiler medio de un apartamento con una sola habitación en Londres es de 1.500 euros al mes. “El coste de la vivienda es increíblemente alto”, señala Matt Cuzner, desde la British Film Institute, “y afecta a jóvenes profesionales en la veintena o treintena”.
Los bancos y fondos de inversión, el barrio de la City, orgullo y motor económico, refugio de los nuevos ricos, dividen a la ciudad en su burbuja financiera e inmobiliaria. Cuzner lo ilustra con un ejemplo personal. “Tengo un amigo del colegio, de 25 años, que trabaja para una firma de inversión en la City y aun así vive con sus padres porque no puede permitirse vivir en Londres”.
Sin embargo, esta problemática emerge ahora desde el interior de esos hogares empobrecidos y llega ya a las instituciones británicas. Las okupaciones de la comisaria de policía en Hackney, un municipio al norte de Londres donde los ciudadanos eligen de manera directa a su alcalde a diferencia de la mayoría de localidades inglesas, o de las viviendas locales de Carpenters Estate, en el este del área metropolitana, son denuncias del problema inmobiliario.
Recuperar la ciudad: Estambul
Frente a la burbuja constructora de las grandes capitales y el deterioro de las instalaciones públicas existiría una alternativa, recuperar la ciudad para los peatones, los ciclistas, los niños o la gente mayor. “Reclaiming the commons”, insisten tanto Felipe, Carlos o Gokce Su Yogurtcuoglu, de la plataforma turca Sokak Bizim, en turco, Las calles nos pertenecen.
Los 'commons' son bienes y recursos compartidos, no sólo un parque o unos bancos de una plaza, de ahí la llamada para recuperar su gestión. “Diseño colectivo, creación común”, explica Yogurtcuoglu, “no sólo los espacios públicos. Por ejemplo, en Turquía, tenemos muy poco margen para la codecisión ciudadana y lo que intentamos es que los ciudadanos se conciencien de que realmente depende de ellos”.
El rechazo de la ciudadanía de Estambul contra la urbanización del parque Taksin Gezi detonó una protesta más amplia ante la falta de libertad de prensa o la creciente islamización de la sociedad turca por parte del Gobierno Erdogan. Supuso “un hito, un símbolo pero ahora los bosques del norte de Estambul están bajo amenaza, cada vez estamos perdiendo más y más ciudad”, exclama Yogurtcuoglu.
Los vídeos de la campaña Radical Democracy han mostrado en Bruselas que la ciudad no sólo debe ser un conglomerado de edificios, centros comerciales y calles con coches. El barrio de Jazdow en pleno corazón de Varsovia es un ejemplo alternativo para la gran metrópoli turca. Casas de madera, jardines y camino de tierra, “la cuna donde empezó toda la historia de la capital polaca” según el documental que retrata al movimiento Open Jazdow.
Las autoridades públicas pretenden edificar este pulmón verde rodeado de embajadas, edificios de cristal y el Parlamento, una decisión que desde hace tres años cuenta con el rechazo de parte de la ciudadanía. Porque, como reza el poema de Temblor, “me gustas cuando montas jaleo. ¿Se avecina jaleo? Me gusta esa palabra, avecinar. He venido a decirte que si me cuidas yo te cuido. ¡Ese es el trato!”.