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The Guardian en español

La Casa de la Palabra, bajo las bombas rusas: así resisten los escritores de Járkov

Un hombre sale de un edificio bombardeado en Járkov el 20 de marzo.

Isobel Koshiw

Járkov (Ucrania) —

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Cuando gran parte del centro de Járkov fue destruido por los bombardeos rusos al comienzo de la invasión, entre los cientos de edificios que fueron atacados estaba la histórica Casa de la Palabra (Slovo) de la ciudad.

El bloque de apartamentos, construido por el Gobierno soviético en la década de 1920 para los escritores y poetas ucranianos de la animada escena literaria de Járkov, fue escenario de brutales purgas en la década de 1930, en las que murieron decenas de intelectuales. Ahora Moscú ha vuelto a atacar a sus residentes.

“Han pasado casi cien años y la historia parece repetirse”, dice Ivan Senin, un poeta local, mientras el sonido de los fuertes bombardeos resuena en el jardín del Museo Literario de Járkov, que se encuentra a solo 10 minutos a pie de la Casa de la Palabra.

Fundado después de la independencia para celebrar la cultura ucraniana e inspirar el surgimiento de una nueva generación, el museo tiene un patio con retratos de célebres poetas y escritores ucranianos, desde Tarás Shevchenko, el “abuelo” de la literatura ucraniana, hasta las estrellas literarias de Járkov de los años 20 y la famosa generación de los de los 60, que empezó a publicar obras ucranianas a principios de esa década.

Todos ellos tienen una cosa en común, según explica Senin. Fueron reprimidos por intentar promover la cultura ucraniana. Desde que empezó la guerra, Senin siente que la historia se repite y que su generación se está inspirando en la resistencia pasada.

“No se puede decir que sea la misma situación”, dice Senin, y señala que la actual generación de escritores ucranianos es la primera que vive una guerra a gran escala contra Rusia. “Pero todo aquello de lo que hablaban sigue ocurriendo hoy: el chovinismo ruso, su deseo de tener el control [de Ucrania]”.

Senin y otros escritores de Járkov que colaboran con el museo, entre ellos el premiado poeta y novelista Serhiy Zhadan, han decidido quedarse en la ciudad a pesar de los bombardeos constantes y se esfuerzan por levantar la moral organizando lecturas.

La purga de Stalin

A principios de la década de 1920, los artistas y escritores ucranianos acudieron en masa a Járkov, entonces capital de la Ucrania soviética, convirtiéndola en un epicentro de la vanguardia, según Markian Dobczansky, académico especializado en la cultura de Járkov durante la época soviética.

Pero para cuando el edificio residencial Slovo estuvo terminado, en 1929, Iósif Stalin empezó a tomar medidas enérgicas contra los intelectuales ucranianos cuya exploración de la identidad nacional amenazaba el deseo de Stalin de imponer el rumbo de la cultura soviética.

Conseguir un piso allí parecía una enorme suerte, pero se convirtió en una maldición. Un total de 33 escritores que vivían allí fueron ejecutados; seis fueron enviados a campos de trabajos forzados, tres de los cuales nunca regresaron; y dos se suicidaron. La magnitud de los asesinatos llevó a que el periodo pasara a ser conocido como el “Renacimiento ejecutado”.

“Uno de los pasos necesarios en el camino hacia la construcción de una dictadura es destruir los centros de poder alternativos”, dice Dobczansky. “Tener [escritores]... que tenían ideas diferentes a las de Stalin era una especie de desafío intelectual para toda la empresa soviética”.

La cultura ucraniana soviética sancionada quedó entonces limitada a sus aspectos no politizados, como las danzas folclóricas, dice Dobczansky. Aún hoy, la cultura ucraniana no puede separarse de la política.

“No hay forma de que [la cultura ucraniana] tenga una dirección de desarrollo independiente de manera tal que no ofenda la sensibilidad del Estado ruso”, dice Dobczansky, y añade que el Estado ruso niega la existencia de la identidad ucraniana.

Identidad ucraniana y lengua rusa

Dado que Járkov es una ciudad de habla rusa, está cerca de la frontera y fue la capital del país a principios de la era soviética, parecía que Moscú esperaba que sus tropas fueran bien recibidas allí. Tal vez los funcionarios incluso vieron a la ciudad como una posible capital, una vez más, para la mitad oriental de una Ucrania dividida.

Pero Járkov siempre ha tenido una fuerte identidad ucraniana que Moscú pasó por alto, como uno de los lugares de nacimiento del movimiento nacional ucraniano dos siglos atrás y un epicentro intelectual a principios del siglo XX.

“Rusia tiene un verdadero punto ciego en lo que a Járkov respecta”, dice Dobczansky. “Los jarkovitas reivindican la identidad ucraniana a su modo... Son de habla rusa, sí, pero eso es algo totalmente diferente a su identidad política”.

 “Ya ha habido una generación de niños educados en escuelas ucranianas. Hablan ruso entre ellos, pero en un sentido político y de manera de ver el mundo, se ven a sí mismos como pertenecientes a Ucrania”.

Solo unos pocos antepasados de los residentes originales de la Casa de la Palabra siguen viviendo allí. El Museo Literario de Járkov destina un piso allí para su programa de residencia. Tras el bombardeo, el edificio de apartamentos sigue en pie, pero las ventanas están destrozadas y las paredes, dañadas.

Dentro del museo, Senin dice que ha conseguido escribir un solo poema desde que la guerra empezó, ya que le cuesta procesar sus emociones. Es un testimonio de cómo la invasión rusa ha destruido por completo el sueño de una Járkov rusa.

Nadie les invitó a vagar por aquí

A la mierda todas las predicciones hechas.

Quienes atacan nuestro hogar

Nunca serán perdonados por la incursión.

Traducción de Julián Cnochaert.

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