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The Guardian en español

¿Cómo puede un encuentro tan masculino como Davos resolver la brecha de género digital?

El encuentro cuenta con un 82% de asistencia masculina, sólo un punto por debajo del año pasado.

The Guardian

Henrietta Moore* —

Estos días la élite empresarial se da cita en la lujosa estación de esquí suiza de Davos para participar en el encuentro anual del Foro Económico Mundial, que este año se centra en el poder transformador de las nuevas tecnologías; la cuarta revolución digital.

Durante mucho tiempo el Foro de Davos ha sido considerado como la principal plataforma para abordar cuestiones internacionales clave. Sin embargo, en ciertos ámbitos se ha convertido en sinónimo de un encuentro de amigos, todos ellos miembros de la élite económica mundial y representados por el estereotipo del 'hombre de Davos', rociado con champán. El año pasado, el 83% de los participantes eran hombres, a pesar de la presentación de un ambicioso cupo impulsado por los socios estratégicos del Foro Económico Mundial que proponía que al menos uno de cada cinco altos ejecutivos fuera una mujer. En la presente edición la representación femenina solo ha aumentado un punto porcentual.

La capacidad del sector tecnológico para transformar las vidas de las generaciones futuras es un interesante tema de debate, pero también deberíamos preguntarnos cómo un encuentro con tan poca participación de mujeres puede aportar soluciones a la preocupante brecha de género en el sector digital.

Mujeres excluidas

La revolución digital ha dado la espalda a demasiadas mujeres. Naciones Unidas calcula que a Internet acceden 200 millones menos de mujeres que de hombres, y esta diferencia es mucho más marcada en los países en vías de desarrollo. Es vital que no perpetuemos la brecha de género de la revolución industrial.

La brecha de género del sector digital es el resultado de las desigualdades sociales. En muchos países del Hemisferio Sur las mujeres desempeñan un papel tradicional en el hogar o en el sector primario, como la agricultura. El informe de la ONU Las mujeres del mundo en 2015 indica que estas tienen más posibilidades que los hombres de estar desempleadas o de trabajar en casa o en pequeñas explotaciones, lo que frecuentemente significa que tienen poco dinero. En Oceanía, África subsahariana o el sur de Asia, entre el 30 y el 55% de las mujeres con un empleo formal también trabajan en el hogar; un porcentaje que es 20% más elevado que el de los hombres de las mismas regiones. Muchas mujeres empiezan a desempeñar este papel durante su infancia, así que su acceso a la tecnología digital queda interrumpido a muy temprana edad. La mayoría de ellas nunca más tiene la oportunidad de explorarla.

“Un grupo tan masculino y occidental necesita mejorar su diversidad si realmente quiere ser un Foro Económico 'Mundial'. Escuchar más opiniones de los países en vías de desarrollo, y especialmente de mujeres, y permitir que participen en la toma de decisiones sería un buen punto de inicio”

Este proceso de exclusión digital les impide prosperar. Puede limitar sus posibilidades de conseguir un trabajo o de acceder a servicios de salud y de educación por Internet. En países de bajos ingresos, el primer contacto con Internet se hace a través de un teléfono móvil, pero en muchos casos las mujeres no tienen derecho a ser propietarias de bienes. En África subsahariana, la brecha entre hombres y mujeres que poseen un teléfono móvil es del 13% y en Níger es del 45%.

La brecha digital limita el crecimiento

Muchos estudios constatan que el acceso a la tecnología digital promueve el desarrollo personal de las mujeres y también la prosperidad de la sociedad en su conjunto. El informe Las mujeres y la web elaborado por Intel descubrió que si se fomentara un mayor acceso a Internet en los países en vías de desarrollo, el PIB de 144 países aumentaría de 13.000 a 18.000 millones de dólares. El 70% de las mujeres que aparecen en estos estudios señalan que Internet les parece “liberador”.

Las familias y las comunidades también se benefician de las ganancias adicionales que se derivan del acceso de las mujeres a las plataformas digitales. Arancha Gonzalez, responsable del Centro de Comercio Internacional, una agencia auspiciada por la Organización Mundial de Comercio y las Naciones Unidas, calcula que las mujeres reinvierten un 90% de sus ingresos en la educación, la nutrición y el cuidado de sus hijos y familiares más ancianos, así como en los gastos del hogar.

A pesar de su interés por fomentar el acceso a las plataformas digitales, a las empresas les cuesta poner fin a la brecha de género. Sin embargo, todo parece indicar que la situación está cambiando: la iniciativa de Google “Ayudar a las mujeres a estar Online” intenta mejorar la alfabetización digital de las mujeres en la India. El proyecto incluye manuales y videos para animar a las mujeres a utilizar la red, y su objetivo es que más de 50 millones de indias se conviertan en usuarias de Internet.

Por otra parte, Andelam una empresa de servicios en la red y de programas informáticos, ha decidido que mejorar las capacidades de las mujeres es una parte esencial de su modelo de negocio. Organiza un campamento que selecciona a las jóvenes con más posibilidades de convertirse en codificadoras, que pasan a formar parte de una red de programadores en África que impulsan proyectos digitales con un equipo multinacional.

El Foro Económico Mundial afirma que la igualdad de género es una cuestión clave en la agenda del encuentro de este año, aunque será un tema secundario.

Sin embargo, un grupo tan masculino y tan occidental necesita mejorar su diversidad si realmente quiere ser un Foro Económico “Mundial”. El año pasado, al menos el 65% de los 3.000 participantes procedía de América del Norte y de Europa Occidental, comparado con un 4% de representación africana. Escuchar más opiniones de los países en vías de desarrollo, y especialmente de mujeres, y permitir que participaran en la toma de decisiones sería un buen punto de inicio.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que nunca ha asistido a Davos, afirmó el año pasado que “Internet no es un lujo sino una necesidad”. Antes de que la revolución digital siga dando pasos, debemos asegurarnos de que toda la población tiene acceso a las herramientas más básicas de Internet. Ninguno de nosotros, incluyendo a los participantes del Foro de Davos, deberíamos aceptar que algo tan transformador y tan presente en nuestras vidas como es Internet esté fuera del alcance de muchas personas alrededor del mundo. Estar conectadas les daría acceso a un futuro más próspero.

*La profesora Henrietta Moore es directora del Instituto para la Prosperidad Mundial del UCL (University College London)

Traducción de Emma Reverter

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