Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

The Guardian en español

El duelo en el bloque de viviendas destruido por un misil: “Esto es una tragedia”

Edificio destruido por los ataques rusos en Kiev

Emma Graham-Harrison

Kiev —

8

El misil dejó un cráter de dos metros de profundidad, fragmentos de metales retorcidos junto al tobogán del parque infantil y cristales rotos bajo las ventanas de la guardería cercana. Decenas de casas habían quedado destrozadas o calcinadas, con sus habitantes pasando a ser algunos de los primeros refugiados de guerra en la ciudad de Kiev. En un bloque de viviendas, 10 pisos de cocinas, salones y dormitorios quedaron abiertos al cielo, con sus balcones, sus puertas y sus ventanas destrozadas por el arma que la invasión rusa había traído a este rincón de la ciudad.

El misil cayó poco después de las 4:00 horas de la madrugada del viernes, antes de que las tropas rusas llegaran a las afueras de la ciudad y antes de que las tropas ucranianas establecieran posiciones defensivas en el casco histórico. “La gente está de duelo, esto ya es una tragedia”, decía Gorban Abasov, un cantante de 70 años. La mayoría de las personas que vivían allí eran jubilados como él, según su testimonio. Ninguno de ellos relacionado con el Ejército, al igual que en los edificios cercanos.

No había ninguna razón para que un arma tan letal cayera ahí, pero ninguno de los que acudieron a inspeccionar los daños parecía sorprendido de que los civiles ya estuvieran en la línea de fuego incluso antes de que empezara de verdad la batalla por Kiev. Al fin y al cabo, tampoco había ninguna razón, decían, para que las tropas rusas estén en su país, más allá de lo que consideraban el capricho terrible de un autócrata envejecido.

Mientras Abasov contemplaba las ruinas de su casa, los soldados ucranianos ya estaban luchando contra la avanzadilla de las fuerzas rusas en las afueras de la capital, tomando posiciones en el centro histórico de Kiev y en sus estratégicos puentes sobre el río Dniéper.

Armas y rumores

Todavía no está claro qué futuro prevé Vladímir Putin para Ucrania si tiene éxito con su invasión, pero parece que pretende controlar la capital y desmantelar el Gobierno de Volodímir Zelenski. Este viernes ha cargado contra los gobernantes ucranianos llamándolos "banda de drogadictos y neonazis".

Zelenski, que es judío, ha prometido quedarse en la ciudad para luchar por ella y ha rechazado las ofertas de evacuación. Para demostrar que no había huido, este viernes por la noche publicó un vídeo grabado en las calles de la capital donde aparece con traje militar junto al primer ministro y a otros líderes políticos clave. “Todos nosotros estamos aquí, estamos defendiendo nuestra independencia y seguiremos haciéndolo, gloria a nuestros defensores y defensoras, gloria a Ucrania”.

El expresidente Petro Poroshenko, antiguo rival político de Zelenski y convertido en aliado contra la agresión rusa, también empuñó un arma durante una entrevista en directo por televisión desde las calles de la capital.

Las autoridades de la ciudad han instado a los residentes a quedarse en casa para preparar cócteles molotov para un levantamiento ciudadano si los combatientes rusos cruzan las líneas de defensa. En un distrito han repartido fusiles a cualquiera que quisiera luchar y el Ministerio de Defensa ha abierto la admisión al Ejército a todos los ciudadanos de Ucrania. “Traiga solo su pasaporte y su número de seguridad social, no hay restricciones de edad”, dice el mensaje difundido por el Ministerio.

La oficina de reclutamiento se ha visto desbordada por el alto número de ucranianos de todas las edades y procedencias que han aceptado la invitación a luchar. “Nos dijeron: 'Regresen mañana por la mañana, no hemos comido en todo el día, tengan piedad de nosotros”, decía Sergey, un funcionario educado en Oxford que en la mañana del viernes trató de unirse a las fuerzas de defensa de la ciudad.

Alimentados por unos tuits del senador republicano estadounidense Marco Rubio, la noche anterior habían corrido muchos rumores en Kiev de que iba a haber un ataque total para tomar el control de las calles y de los edificios gubernamentales, capturar o matar a autoridades y dar paso a un gobierno títere.

Debido a ese rumor, muchos habitantes de Kiev pasaron la noche en estaciones de metro o en refugios antibombas. Tal vez esa fuera una de las razones por las que el misil causó muchos daños materiales, pero solo hirió a cuatro personas. La explosión fue una más en la serie de detonaciones que despertó a la ciudad poco después de las 4:00 horas de la mañana. Otro de los estallidos fue el causado por un avión ruso al estrellarse contra edificios residenciales. Poco después sonaron las sirenas por ataques aéreos llamando a refugiarse a los que aún no estaban bajo tierra.

El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko (excampeón mundial de boxeo en pesos pesados), ha dicho que la ciudad está en “fase de defensa” y ha alertado de la existencia de “grupos de sabotaje” rusos encubiertos, pero para ese momento el ataque ya había llegado mucho más lejos.

“¿Acaso se ve algún tanque por aquí?”

Ha habido tiroteos en el distrito de Obolonskyi, al norte de la ciudad, y han circulado fotos de soldados preparándose para defender Podil, un distrito portuario sobre el río donde tiene su sede una universidad histórica. Repleto de bares y de restaurantes de moda, es el equivalente en Kiev al barrio Shoreditch de Londres o a Malasaña en Madrid.

La lucha por el control del aeropuerto de Hostomel –conocido como aeropuerto Antonov–, en las afueras de Kiev, que tiene una pista larga que permite el aterrizaje de aviones rusos de transporte pesado, se intensificaba. Las calles estaban inquietantemente vacías en otras partes de la ciudad donde la guerra no había llegado del todo, salvo por las largas y apacibles colas frente a las farmacias y los supermercados donde una población extraordinariamente estoica se abastecía en preparación para un posible asedio.

El Ayuntamiento ha pedido a los ciudadanos que dejen de retransmitir en directo vídeos de las calles y que tampoco publiquen imágenes de soldados ni posiciones del Ejército ucraniano que pudieran ayudar a las tropas rusas. Las únicas carreteras que seguían abarrotadas son las que conducen hacia la seguridad relativa del oeste, con una última oleada de refugiados tratando de escapar del derramamiento de sangre que se avecinaba. Las colas de coches, en su mayoría llenos de personas, animales domésticos y pertenencias, se detenían por completo a cada rato debido al desborde por la avalancha de refugiados.

La estación de tren también se vio inundada por una multitud desesperada por escapar. Los guardias llegaron a disparar al aire para evitar una estampida entre los cientos de personas que se agolpaban contra los vagones cuando entraban en la estación. A los que se quedaron les animó tener noticias del éxito que, según las autoridades del país, las fuerzas ucranianas habían cosechado en muchas batallas por todo el país, frenando aparentemente los planes para tomar Kiev, a pesar de que las tropas rusas asedian la ciudad.

Las autoridades británicas afirmaron el viernes que el grueso de las tropas rusas seguía a más de 50 kilómetros de Kiev y que habían comenzado un nuevo avance hacia la capital tras fracasar en la toma de la ciudad de Chernígov, que esperaban usar como punto de partida.

En las redes sociales también han circulado vídeos de ucranianos desarmados enfrentándose a los invasores. En uno de ellos un hombre hace detener un convoy de vehículos blindados corriendo hacia la carretera y gritándoles. En otro se ve a una mujer gritando improperios a los soldados y diciéndoles que se pusieran semillas de girasol en los bolsillos, para que crecieran flores de sus cadáveres cuando los mataran en suelo ucraniano.

Pero a pesar del desafío también se respiraba un ambiente de resignación por el derramamiento de sangre que se avecina en una lucha sin cuartel contra un enemigo cuyas tácticas en otras guerras han incluido objetivos civiles.

Desafiando las sirenas por ataques aéreos, Anatoly Grigovivch, de 64 años, corrió hacia el bufete de abogados de su hija, destrozado por el misil que explotó junto al bloque de apartamentos. Tenía miedo de que lo saquearan. “No me hubiera importado que el misil hubiera caído sobre esa oficina de impuestos”, decía con una mueca después de subirse a lo que antes era una puerta de cristal. “Acaban de golpear a los civiles con este misil, ¿acaso se ve algún tanque por aquí?”.

Traducido por Francisco de Zárate.

Etiquetas
stats