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The Guardian en español

Querido Reino Unido, despertadnos cuando decidáis lo que vais a hacer con el Brexit

Un broker en la bolsa de Frankfurt viendo noticias sobre el Brexit

Joris Luyendijk

Que la clase política británica y los medios de comunicación estén absortos en la edición semanal del psicodrama interminable llamado Brexit se puede perdonar. Es su país y el episodio promete estar cargado de acción. Pero para muchos europeos, lo del voto significativo es más de lo mismo: los británicos todavía no saben lo que quieren, así que los políticos dan vueltas y más vueltas.

Está claro que para los periodistas y analistas políticos británicos que escriben sobre Westminster, cada uno de los círculos es verdaderamente emocionante, testigo de todo esto la semana que han pasado aguantándose el aliento.

Pero desde la distancia que nos proporciona estar en la UE, nada de esto es nuevo. Porque más allá de todo el ruido, políticamente Reino Unido se ha movido muy poco en los últimos dos años y medio. Esto no es un caos. Esto es una parálisis. El país sigue negándose a afrontar las consecuencias de enfrentarse a su propia decisión de abandonar la UE, aplazando una y otra vez la elección de las opciones disponibles después del Brexit.

La razón es simple: cada una de las opciones implica un sufrimiento económico o electoral que destrozaría a cualquiera de los dos partidos, que están compuestos tanto de los que quieren permanecer en la UE, los que quieren un Brexit blando y los que quieren un Brexit duro.

Esta negativa de vivir en el mundo real hizo posible la victoria de la campaña a favor del Brexit en un primer momento, y esta ha seguido siendo la situación de Reino Unido en septiembre de 2016, en julio de 2017 o incluso en enero de 2019. Así que, que nos perdonen a los europeos cuando nos aguantamos los bostezos al pedirnos una vez más que nos interesemos por otra votación que no dará más claridad a la única pregunta que importa: ¿Se han decidido ya los británicos?

Sí, los acontecimientos de esta semana pueden llevar a la caída del Gobierno patéticamente inepto y en ocasiones mentiroso de Theresa May. ¿Y qué? La alternativa es un partido laborista cuyo líder dejó de hablar claro en el momento en el que llegó al poder. Ni él ni May han sido claros con sus votantes ni con el pueblo en general sobre el dolor y las incompatibilidades que cualquier forma de Brexit va a tener. Mientras tanto, la prensa propiedad de los multimillonarios y controlada por el Brexit sigue difundiendo sus mentiras, distorsiones y fantasías, fortaleciendo a los políticos que se hacen eco de ellas .

Así que seguimos dando vueltas y vueltas y vueltas. Cada vez da más la sensación de que Reino Unido necesita el caos de una salida sin acuerdo para despertar de sus delirios –de la misma manera que el creciente número de muertos en Irak después la invasión de 2003 obligó a una generación anterior de políticos británicos a aceptar el lío que habían montado.

En cuanto a la Unión Europea y los gobiernos de los 27, hasta el momento han desempeñado muy bien su papel en el drama del Brexit. Han combinado el talento de la minuciosidad alemana con el tipo de precisión cartesiana que encarna a lo mejor de Francia. Con el Brexit, el lado europeo ha sido completamente transparente, disciplinado y cortés en todo momento.

Como dijo el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk tras el resultado del referéndum: “Ya os echamos de menos”. En aquel momento, se refería a que los europeos extrañarían a Reino Unido como Estado miembro. Dos años y medio después, lo que los europeos extrañan aún más es algo más profundo que siempre se había dado por sentado: el sentido común de los británicos.

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