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The Guardian en español

Tailandia teme a su futuro rey, un excéntrico y cruel playboy que nombró mariscal a su caniche

El príncipe de Tailandia en una imagen de archivo

The Guardian

Un mujeriego divorciado en tres ocasiones que convirtió a su caniche en mariscal jefe del ejército del aire. Maha Vajiralongkorn, el príncipe heredero de Tailandia, plantea quizá el mayor reto en el país en las próximas semanas tras la muerte de su padre, el rey Nhumibol Adulyadej. Un reto tanto para los monárquicos del país como para la junta militar gobernante.

Vajiralongkorn, que ha solicitado un tiempo para estar de luto con el pueblo tailandés antes de su nombramiento, nació para ser rey. Aun así, aunque fue entrenado en la academia militar de Duntroom, Australia, y cuenta con una ristra de títulos militares y una licencia de piloto, ha demostrado durante décadas poco interés en los deberes públicos que se esperan de una de las monarquías más reverenciadas del mundo.

En su lugar, Vajiralongkorn se ha creado una reputación de mujeriego, extravagante, estrafalario y autoindulgente, además de protagonizar ocasionales episodios de crueldad, cuyas víctimas ha sido incluso sus propios hijos. Varios de ellos han sido privados de sus nombres y títulos y viven en el exilio.

Sus hazañas llegaron a los titulares internacionales en 2007, cuando un vídeo filtrado mostraba a su entonces cónyuge, la princesa Srirasm, actuando casi desnuda en una fiesta de cumpleaños con su caniche Foo Foo. El perro, nombrado mariscal jefe del ejército del aire, murió el año pasado y fue incinerado después de cuatro días de ritos budistas.

Leyes de lesa majestad

Más recientemente, el príncipe fue fotografiado en el aeropuerto de Munich aceptando las reverencias del piloto y otro personal de vuelo vestido en vaqueros y un top corto y ajustado que enseñaba su torso cubierto de tatuajes temporales.

Las feroces leyes de lesa majestad, oficialmente diseñadas para proteger al tan querido Bhumibol y su familia de la difamación, han mantenido las extrañas hazañas del príncipe lejos de los medios de comunicación, pero el encubrimiento es solo cosmético.

Las historias de Vajiralongkorn son la comidilla del país, y le han granjeado la antipatía de muchos de sus futuros súbditos, incluidas las élites que deben coronarlo y ayudarlo a gobernar.

“La ley de lesa majestad criminaliza la publicación de las historias del príncipe, pero a pesar de eso, o precisamente por eso, los tailandeses tienen un interés voraz por rumores y cotilleos sobre la realeza, que comparten en privado con aquellos en quienes confían”, señala Andrew McGregor Marshall, un periodista británico que ha escrito extensamente sobre la monarquía.

“Prácticamente todos los tailandeses conocen las hazañas del príncipe de la corona, una figura odiada en Tailandia desde los 70”, añade McGregor. El rechazo al príncipe fue explicado con todo lujo de detalles en un cable diplomático estadounidense filtrado en 2010, en el que miembros del consejo privado de Tailandia discutieron abiertamente sus preocupaciones sobre Vajiralongkorn, incluida su intromisión en política y sus “vergonzosas transacciones financieras”.

“Anand [Panyarachun, ex primer ministro] aseguró que la visión consensuada entre muchos tailandeses era que el príncipe heredero no sería capaz, a sus 57 años, de rectificar su comportamiento”, señala el cable.

En las conversaciones con el entonces embajador estadounidense resumidas en el cable, oficiales tailandeses también discutieron la esperanza –compartida por muchos en la élite pero desde entonces prácticamente abandonada— de que el rey nombrase a su ampliamente respetada hija, Maha Chakri Sirindhorn, como heredera. Tailandia nunca ha tenido una reina en el poder y las leyes de sucesión especifican un heredero varón.

Miedo a una transición violenta

“Si el príncipe heredero muriese, podría pasar cualquier cosa, y quizá Prathep [Sirindhorn], con suerte, podría heredar el trono”, indica el cable mencionando al último mariscal jefe del aire, Siddhi Savetsila.

En el centro de las preocupaciones sobre el ascenso al poder de Vajiralongkorn en aquel momento no solo estaba su historial errático, sino también los miedos de su relación personal con el ex primer ministro destituido y magnate Thaksin Shinawatra.

Thasksin regaló al príncipe heredero un coche de lujo cuando fue elegido por primera vez en 2001. Se cree que los miedos de que Vajiralongkorn encontrase una base de apoyo entre los votantes populistas del político han contribuido a los golpes de 2006 y 2014 que expulsaron tanto a Thaksin como a su hermana Yingluck Shinawatra, ambos primeros ministros.

Sin embargo, desde entonces los generales han estado cortejando a Vajiralongkorn, aparentemente prefiriendo establecer lazos con un hombre que casi seguro se iba a convertir en rey que ser candidatos al exilio y a la rivalidad política.

Sus esfuerzos incluyen una campaña de relaciones públicas para reforzar su reputación, incluidos masivos paseos en bicicleta para honrar a su madre y a su padre. Se presenta al príncipe como la imagen de enérgica devoción paternal, un contrapunto a las historias de decadencia y a los rumores persistentes de mala salud detallados en otro cable diplomático estadounidense filtrado por Wikileaks y fechado en noviembre de 2009.

El interés de la junta en el príncipe heredero parece cuadrar con una creciente sed de poder del futuro dirigente, cuya visión sobre cómo se debe gobernar Tailandia es prácticamente desconocida.

“Con los años, Vajiralongkorn ha demostrado poco interés en los asuntos políticos y reales”, explica el profesor Pavin Chachavalpongpun en un documento reciente. “[Su] vida es un escurridizo objeto de estudio, porque los tailandeses saben muy poco de su visión política o de su visión sobre el futuro de la monarquía”, añade.

El príncipe no ha demostrado nada del carisma de su padre ni compromiso de servicio público, prefiriendo al parecer el uso del miedo y la violencia intimidatoria para reforzar su posición. En los últimos meses, el príncipe ha llevado las purgas a su círculo interno, al de su padre y a la familia de su mujer.

El periodista Marshall advierte que su crueldad podría ser mucho más desestabilizadora para Tailandia que el dirigente vicioso y distraído augurado por muchos en la élite del país.

“Con una junta incompetente dotando de impunidad a un príncipe denostado que cada vez está más fuera de control, la probabilidad de algún tipo de levantamiento parece bastante alta”, apunta.

“En mi opinión, es probable que nos enfrentemos a un aterrizaje forzoso en la transición tailandesa tras la muerte de Bhumibol. En lugar de un buen aterrizaje de evolución pacífica hacia una monarquía constitucional, es probable que veamos una transición violenta”, añade Marshall.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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