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The Guardian en español

'¡Hola!': Luleå, la ciudad sueca que combate la soledad del invierno animando a saludarse entre extraños

Imagen de archivo de un trabajador en una fábrica de acero en Lulea, Suecia.

Miranda Bryant

Luleå, Suecia —

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En la costa nevada de Luleå, una ciudad del norte de Suecia, los bañistas se sumergen en el agua helada a través de un agujero rectangular en la capa de hielo que recubre el mar. Apenas son las dos de la tarde y el sol ya está desapareciendo. En pleno invierno, sólo habrá tres horas de luz al día.

“Después te sientes como en un subidón de felicidad”, dice Katariina Yliperttula, de 44 años, que se da un chapuzón antes de ir a trabajar. Casi nunca nada en verano, pero hace un par de años comenzó a hacerlo a menudo durante el invierno.

Aunque muchos tienen sus propias aficiones para sobrellevar los fríos y oscuros meses de invierno –natación en hielo, esquí de fondo, caminatas por la ‘carretera de hielo’ que se adentra en el archipiélago–, hay algo que sigue siendo un problema: la soledad. En un intento por combatirla, las autoridades de Luleå han lanzado una campaña que incentiva a la gente a saludarse, para así aliviar, aunque sea un poco, el aislamiento social.

“Es muy bueno que la gente se salude. Significa que las personas, al cruzarse con alguien a quien no conocen, se vuelven un poco más felices”, dice Pontus Wikström, de 61 años, presidente de Kallis Luleå, un grupo de bañistas de agua helada.

La campaña Säg hej! (“¡Saluda!”) tiene por objetivo crear una ciudad más amable animando a la población a entablar pequeñas pero significativas interacciones sociales. Hay anuncios en los autobuses y se celebran talleres en los colegios.

Según un estudio reciente, el 45% de los jóvenes de 16 a 29 años de Luleå se enfrenta a problemas causados por la soledad. Entre los mayores de 85 años, la cifra es mucho menor: un 39% entre las mujeres y un 26% entre los hombres.

Micael Dahlen, profesor de Bienestar y Felicidad de la Escuela de Economía de Estocolmo, dice que, si bien la soledad –especialmente entre los jóvenes– es un problema mundial, puede que Suecia, con sus oscuros y fríos inviernos, sea más consciente de ello. “La soledad y el aislamiento son grandes problemas en cualquier época del año y en cualquier parte del mundo”, dice. “Es propio de la época en que vivimos y del estilo de vida que llevamos, en el que no solemos cruzarnos con otras personas tanto como antes. Esto se acelera en invierno, cuando pasamos menos tiempo al aire libre y socializamos menos”.

Crear una ciudad más acogedora

La campaña fue idea de Åsa Koski, que trabaja en el Ayuntamiento de Luleå. Koski quiere que la ciudad, que está atravesando un periodo de rápido crecimiento a la vez que intenta atraer a decenas de miles de nuevos trabajadores para la industria “verde” y otros servicios, no se atomice más como consecuencia de ello.

“No sólo queremos que Luleå crezca como ciudad, también queremos que sea una ciudad agradable, segura y acogedora, en la que haya cultura, actividades de ocio y deporte”, dice Koski.

Ser saludado por extraños hace que las personas se sientan “más vistas y un poco más como si pertenecieran a algo”, añade Koski. “Las investigaciones demuestran que tiene efectos sobre la salud y, a menudo, sobre el deseo de ayudar a los demás. Si saludas a tus vecinos es más probable que les ayudes”.

En el centro de Luleå, aunque la mayoría está de acuerdo en que hay que fomentar el saludo, muchos dicen que cuanto más internacional sea la ciudad, más amistosa y abierta será su sociedad.

Mee Young Yim, de 62 años, que se trasladó a Luleå desde EEUU hace 23 años, dice que la gente de la ciudad es “amable en su mayoría”, pero que rara vez lo son al principio. “Todo el mundo es un poco reservado, pero si pides ayuda la gente te ayudará”.

Cuando se mudó a Luleå, Yim se enfrentó al “choque cultural”, ya que estaba acostumbrada a que todo el mundo saludara en EEUU. “Pero aquí, sobre todo los mayores, cuando los saludaba, al principio sólo me miraban. Pero eso ha cambiado mucho porque tenemos más gente de fuera”.

Durante el punto más alto de la pandemia de COVID-19 había quienes bromeaban diciendo que el distanciamiento social no era nada nuevo para los suecos, a quienes, como dijo la periodista y escritora Lisa Bjurwald, “les gusta mantener una distancia interpersonal notablemente amplia... Esta regla se aplica desde hace tiempo a todos los aspectos de la vida cotidiana sueca, desde moverse por los pasillos del supermercado hasta esperar en la parada del autobús. Sí, incluso cuando llueve”.

Según Seyed Mohsen Hashemi, un estudiante de 25 años que vive en el pueblo cercano de Kallax, la situación actual es aún peor. “Antes de la COVID era un 50-50: algunas personas se saludaban. Pero después de la pandemia la gente tiene más miedo al contacto con extraños”, dice.

Salir de las burbujas

Hashemi dice que cuanto menos se saluda la gente, “más aislada” queda, tiene menos contactos y se vuelve vulnerable a la depresión. “Un ‘hola’ puede cambiarle el día a alguien”. Nacido en Irán y de padres afganos, él llegó a Luleå como refugiado hace nueve años. “Vengo de Oriente Medio y allí la gente solía saludarse. No hacerlo es de mala educación. Pero aquí si alguien saluda a un extraño la gente dice ”está borracho’“, dice riendo.

Hashemi ha descubierto que los suecos tardan más en entrar en confianza: “Tienden a tomarse su tiempo en conocer a la otra persona, para después volverse más amables y abiertos”. Personalmente, él ha descubierto que la vitamina D, los juegos, el trabajo y los estudios, así como instalar unas cuantas luces blancas en su casa, le ayudan a atravesar los meses de invierno.

Ronja Melin, una ilustradora de 33 años que en 2020 se trasladó a Luleå desde Escania, una provincia del sur de Suecia, dice que desde niña ha sido siempre una firme defensora de saludar. Pero la campaña es un paso positivo. “Uno vive bastante en su propia burbuja”, dice. “Prestar atención a los demás siempre es importante”.

Traducción de Julián Cnochaert.

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