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El 11S marca la tensión en el viaje de Obama a Arabia Saudí

La cumbre de los países del Golfo con EEUU en Riad es uno de los últimos viajes de Obama como presidente.

The Guardian

Ian Black / David Smith —

Durante su visita a Arabia Saudí, Barack Obama, se verá obligado a responder algunas preguntas de sus anfitriones que podrían resultar un tanto incómodas. Los aliados políticos del presidente de Estados Unidos quieren que el reino rinda cuentas ante un tribunal estadounidense por su responsabilidad en los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Obama aterrizó en Riyadh este miércoles. Este es su último viaje a la región como presidente. Intentará calmar los ánimos encendidos de los ciudadanos saudíes, los de Bahrein y de los emiratos, que resienten el hecho de que su histórico aliado se haya “inclinado” hacia Irán, un país enemigo, y esté haciendo demasiada presión para propiciar reformas internas que, según ellos, podrían hacer peligrar el régimen autocrático establecido.

A los quebraderos de cabeza diplomáticos de Obama se le suma una iniciativa legislativa de los demócratas en el Senado de Estados Unidos que permitiría a las víctimas de los atentados del 11S en Nueva York y en Washington demandar al gobierno saudí si se demostrara su vinculación con los ataques. 15 de los 19 terroristas que secuestraron los aviones que impactaron contra las Torres Gemelas y el Pentágono tenían la nacionalidad saudí pero el gobierno de este país siempre ha negado toda conexión con los hechos.

La ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el senador Bernie Sanders, que quieren hacerse con la candidatura demócrata en las próximas elecciones presidenciales, apoyan esta medida. Obama, sin embargo, se ha mostrado en contra. Arabia Saudí habría advertido a la Casa Blanca de que aprobar esta ley tendría consecuencias; podría responder vendiendo valores del Tesoro estadounidenses y otros activos por valor de unos 750.000 millones de dólares.

“Si el proyecto de ley se aprueba sin algunos cambios que suavicen el lenguaje, los dos países podrían tener problemas graves de relación”, indica Bruce Riedel, un veterano de la CIA con más de 30 años de experiencia que ahora trabaja como analista de inteligencia para el thinktank Brookings Institution en Washington: “Si algunos miembros del gobierno saudí se tienen que sentar en el banquillo, habrá represalias”. 

Documentos desclasificados

Esta propuesta coincide con un nuevo intento de desclasificar 28 páginas de un informe sobre los atentados del 11S elaborado por el gobierno de Estados Unidos en 2004 y que podría mencionar una posible vinculación saudí. Riedel señala que “para el gobierno, la solución más fácil a este problema es desclasificar las 28 páginas, que de hecho es lo que han pedido los saudíes, y que todo el mundo compruebe si las evidencias son irrefutables”.

A pesar de los titulares negativos, lo cierto es que en los últimos años Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá han pactado con Arabia Saudí los acuerdos armamentísticos más importantes de toda su historia. “Para entender la relación, uno tiene que separar la retórica de la realidad”, subraya: “Nunca antes Estados Unidos había sido tan crítico con Arabia Saudí; también el presidente se ha mostrado muy crítico. No obstante, la relación entre los servicios de inteligencia, los servicios de seguridad y los militares de ambos países nunca había sido tan estrecha”.

En público, durante la cumbre regional que se celebrará este jueves todo serán sonrisas y fotografías minuciosamente preparadas: al menos en esta ocasión el príncipe Salman de Arabia Saudí hará acto de presencia. El año pasado, prefirió quedarse en casa mientras los demás líderes del Consejo de Cooperación del Golfo viajaban a Camp David en el tenso periodo previo al acuerdo nuclear con Irán. 

Sin embargo, en una entrevista publicada recientemente por Atlantic magazine, las críticas de Obama a los países del golfo, por su excesiva dependencia a la ayuda del ejército de Estados Unidos, evidencian la tensión actual. “Los objetivos de la visita de Obama son ininteligibles”, ha comentado el periodista saudí Hussein Shobokshi, que también ha indicado que espera que, al menos, este viaje sirva para mejorar la turbulenta relación de los últimos tiempos. 

“El presidente mandará un mensaje de serenidad para reducir algunos de los efectos secundarios que ya hemos visto”, ha previsto Federic Wehrey, de la Fundación Carnegie. Por su parte, Rob Malley, el principal asesor de Obama sobre Oriente Medio, ha asegurado que la cooperación con el Consejo de Cooperación del Golfo será “mucho más estrecha”. Los acuerdos relativos a la lucha contra el terrorismo, defensa y la guerra cibernética reforzarán esta relación. 

Ashton Carter, el secretario de Defensa de Estados Unidos, que acompaña al presidente en este viaje, había avanzado que espera que el Consejo de Cooperación del Golfo proporcione ayuda económica a la labor por estabilizar Irak y que haga mayores esfuerzos en la lucha contra los yihadistas del Estado Islámico. El desplome de los precios del petróleo, las cuotas de producción y los planes de reforma económica de los saudíes serán con toda seguridad algunos de los temas a tratar entre el rey y el presidente.

Las tensiones entre Estados Unidos y Arabia Saudí han ido en aumento a lo largo de la última década debido a la caída de Saddam Hussein durante el mandato de George Bush, el ascenso de los chiitas en Irak y el desamparo de Hosni Mubarak en Egipto al inicio de la primavera árabe. Los saudíes consideran que las dudas de Obama en torno a Siria reforzaron a Irán, aliado del presidente sirio Bashar al-Asad e indignaron al rey Abdullah. 

Sin embargo, la firmeza del rey Salman y la ambición de su hijo, el príncipe Mohammed Bin Salman, segundo en la línea de sucesión, han propiciado un desgaste de la relación, en especial debido a las diferencias en torno a Irán, la guerra en Yemen propiciada por los saudíes y el hecho de que Al Qaeda se haya visto fortalecida en ese país. Además Washington considera que el reino no hace todo lo que está en sus manos para luchar contra el Estado Islámico. 

Obama, “quisquilloso”

Las declaraciones de Arabia Saudí relativas al despliegue de soldados y el envío de aviones a Siria e Irak han sido más una operación de relaciones públicas que una operación real. Por otro lado, la creación de una alianza para luchar contra el terrorismo islamista tiene un componente sectario suní y parece estar pensado para desafiar a Irán y a sus representantes chiitas en Líbano, Siria y el Golfo. Los saudíes reconocen que sienten una mayor hostilidad hacia Irán que hacia Asad. 

Tras la entrevista publicada por Atlantic Review, el príncipe Turki al-Faisal, ex responsable de los servicios de inteligencia saudíes, sentenció que Obama era “quisquilloso” y que ponía el dedo en la llaga al poner al mismo nivel la sólida amistad de más de 80 años entre Arabia Saudí y Estados Unidos y la relación de Estados Unidos con un Irán irresponsable. 

Para los saudíes la actitud crítica de Obama se debe a la “doctrina Salman”, la demostración que ahora ellos están dispuestos a liderar, como están haciendo en Yemen, y tener iniciativa, y al mismo tiempo pedir a Estados Unidos que sea un aliado leal que les proporcione apoyo logístico y de los servicios de inteligencia cuando lo necesiten. Lo cierto es que los resultados obtenidos hasta la fecha son, como mínimo, irregulares. 

Si bien la tensión entre ambos países es evidente, es prematuro anunciar el fin de la relación entre Riyadh y Washington. “Podemos enfadarnos y hacernos reproches,” escribe el comentarista Jamal Khashoggi, “pero no podemos vivir el uno sin el otro”. Otro destacado intelectual saudí señaló que solo hay una cosa peor que Obama; que Donald Trump llegue a la Casa Blanca. 

“Durante años le hemos dicho a Estados Unidos, ‘de acuerdo, no queréis quitar a Asad pero al menos podríais crear una zona de exclusión aérea porque sus bombas de racimo generan radicalización”, indica un analista: “Y entonces decidió que el límite que no se podía traspasar era atacar a la población civil con armas químicas pero apoyó a Asad cuando las utilizó. Obama no tiene una doctrina, ya no digamos un plan. Y sí, las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudí han quedado dañadas pero han conseguido sobrevivir. No todo son cumbres y reuniones. Hay un componente institucional: cooperan en cuestiones relativas a defensa y los servicios de inteligencia comparten un volumen ingente de información”. 

Perry Cammack, de la Fundación Carnegie, indica que “algunos de estos líderes cuentan los días que faltan para que Obama termine su mandato. Y la pregunta del millón es qué pasará cuando otro presidente llegue a la Casa Blanca. Su gran esperanza es que con un nuevo presidente todo vuelva a su cauce; regresar a la relación que ambos países tenían hace una década. No creo que esto vaya a pasar. Lo cierto es que se han producido cambios estructurales de gran calado en la relación. Y tendremos que esperar y ver cómo evoluciona en los próximos dos años”. 

Traducción de Emma Reverter

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