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Cómo la guerra de Totò Riina contra el Estado casi destruye a la Cosa Nostra

El jefe de la mafia siciliana, Salvatore "Totó" Riina, comparece ante un tribunal en Calabria por el asesinato del juez Antonino Scopelliti.

Clare Longrigg

“Cuando murió, Riina seguía siendo el jefe de la Cosa Nostra. Nadie había ocupado su lugar tras su arresto, algo que no tiene precedentes”, asegura Roberto Saviano, autor de Gomorra.

Que Totò Riina mantuviese su posición como “jefe de jefes” durante los últimos 24 años de su vida estando en prisión en régimen de aislamiento es algo extraordinario. Pero en la cultura de la mafia, el simbolismo es importante y Riina, que murió el pasado viernes, ha sido capaz de transmitir su visión a través de señales, mensajes e intermediarios. Desde prisión lanzó amenazas contra el fiscal antimafia Nino Di Matteo, que actualmente vive bajo protección armada. Los hijos de Riina, uno de los cuales ha sido declarado culpable de cuatro asesinatos, han encontrado presuntamente la forma de comunicarse en nombre de su padre.

¿Por qué no ha habido sucesor?

El liderazgo de Riina en la Cosa Nostra fue un reinado del terror. Apodado “la Bestia”, fue totalmente despiadado y extremadamente violento. “Una de las ironías del reinado de Riina es que tenía un poder absoluto, centralizó el poder hasta un punto sin precedentes y su poder fue una catástrofe para la Cosa Nostra”, explica John Dickie, autor de República de la Mafia.

La guerra de Riina contra el Estado era parte de un plan para crear un nuevo orden de poder de la mafia en la política y los negocios. Su ambición era sorprendente. Con una serie de asesinatos de perfil alto y una campaña de ataques con bombas en el territorio continental italiano a principios de los 90, este mafioso intentó poner de rodillas al Estado y obligarle a llegar a un acuerdo con su organización. Su táctica era convertir la Cosa Nostra en una fuerza con la que contar, por lo que la expuso de una forma que no se había hecho nunca antes.

Pero la guerra de Riina casi destruye la Cosa Nostra. Sus ataques desencadenaron un contragolpe estatal sin precedentes. Las fuerzas de la ley en Sicilia actuaron con mano dura sobre la organización e incluso mafiosos de alto nivel, como el chico de oro de Riina, Giovanni Brusca, colaboraron con las autoridades. La cúpula de la Cosa Nostra fue incapaz de reunirse por miedo a un arresto y permaneció dispersa y débil. La policía fue tan efectiva en la vigilancia y captura que en Sicilia la organización ha tenido difícil su reconstrucción.

No solo las autoridades han sido tremendamente efectivas contra la Cosa Nostra, sino que sus ingresos por tramas de protección han disminuido. Una campaña de resistencia civil contra el pago del impuesto mafioso ha gozado de un éxito generalizado. En las calles de Palermo, que en su momento fue rehén del reinado de Riina y de sus capos, la Cosa Nostra ya no aterroriza como antes. Si un mafioso se acerca a un pequeño empresario y pide un pago, es probable que reciba una paliza.

Matan menos, pero siguen presentes

Entre los investigadores antimafia, no hay complacencia. Federico Cafiero de Raho, fiscal jefe antimafia, declaró a la Repubblica: “Las organizaciones criminales han penetrado en la política y la economía sin que nadie lo vea, sin que se note. Los clanes han abandonado su estrategia de violencia e intimidación y ahora consiguen sus objetivos sin el uso de las armas, sino que lo hacen sentados en sus despachos mediante la corrupción y la confabulación. Nuestro próximo objetivo es encontrar y eliminar a los cómplices de la mafia en los ámbitos profesionales”.

La antigua imagen de un capo poderoso e intimidatorio que podía congelar la sangre con una mirada o matar a alguien con una sola palabra ya no se aplica. La economía de la mafia está dirigida ahora a través de compañías legítimas: en Sicilia, parques eólicos y supermercados, transporte terrestre y construcción. El dinero se blanquea a través de acuerdos y bancos de propiedad internacional.

Roberto Scarpinato, otro fiscal antimafia, ha denunciado el “poder obsceno”, los negocios corruptos y los políticos que permiten operar a las organizaciones criminales. Scarpinato sostiene que la mafia ya no necesita entrar a la fuerza en las instituciones estatales. “Hay menos violencia; no necesitan matarte si pueden comprarte”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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