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Los conservadores ponen en marcha el proceso para que el Supremo ilegalice el aborto en EEUU

La gobernadora de Iowa, Kim Reynolds, firmando la restrictiva legislación del 'latido fetal' el pasado mes de febrero.

Jessica Glenza

Des Moines —

Dentro de las oficinas de Family Leader (Líder de la Familia), cerca de Des Moines, en el Estado de Iowa, las paredes están decoradas con fotografías de candidatos republicanos a la presidencia. El secretario de Vivienda Ben Carson, el exsenador por Pensilvania Rick Santorum, el senador por Texas Ted Cruz, todos congelados sobre el escenario, dejándole claro a los visitantes el nivel de influencia que tiene Family Leader.

Entre ellos está el presidente del grupo, Bob Vander Plaats, miembro de la coalición antiaborto que ha trabajado en Iowa para que se apruebe una de las leyes del aborto más restrictivas del mundo desarrollado. En un montaje fotográfico con el rostro de Donald Trump de fondo, Vander Plaats da un discurso a un grupo de cristianos con la cabeza gacha.

Vander Plaats está eufórico. Él y una red de otros activistas han ayudado a que los legisladores de Iowa aprueben una ley que prohíbe el aborto una vez se han detectado latidos en el corazón del feto. Esto suele suceder a las seis semanas, antes de que muchas mujeres siquiera sepan que están embarazadas.

Los activistas que apoyan esta ley esperan que suponga un desafío a la sentencia Row vs. Wade, la histórica decisión del Tribunal Supremo de 1973 que legalizó el aborto en Estados Unidos.

La campaña que han llevado a cabo en Iowa ha combinado activistas locales con grupo de presión nacionales y el apoyo de la Casa Blanca, e incluso se puso en marcha en contra de los deseos de uno de los grupos contra el aborto más importantes. Al final, la campaña ha sido un éxito rotundo y los activistas esperan que sea el comienzo del fin del derecho al aborto en Estados Unidos.

“Nos gustaría que ninguna mujer tuviera que pasar por un aborto”, afirma Vander Plaats, quien describe la ley de Iowa como “a favor de las mujeres”.

Azuzada por el apoyo que el gobierno de Trump está brindando a las políticas y a los líderes antiabortistas, la ley de Iowa representa un abrupto giro a la derecha para el movimiento.

El razonamiento es simple: los tribunales representan un riesgo. Sí, los tribunales pueden fallar en contra de los centros que realizan abortos, pero también pueden fallar a favor del derecho de la mujer a elegir. Esto podría generar aún más obstáculos para revocar el fallo Roe vs. Wade. (La nueva ley de Iowa ha sido recurrida por Planned Parenthood).

Con esta estrategia en mente, el grupo antiaborto más antiguo del país, National Right to Life (Derecho Nacional a la Vida), se negó a apoyar a la ley. Sin embargo, otros, animados por el gobierno de Trump, se lanzaron en respaldo a la ley, con la esperanza de que Iowa pueda enviar el caso que finalmente revoque el fallo de Roe vs. Wade.

“Los tribunales están cambiando mucho”, explica Vander Plaats. “Los tribunales están cambiando en el Tribunal Supremo y en el resto del proceso judicial gracias al gobierno de Trump”, añade.

Antes de llegar Trump al poder, Iowa era un Estado donde los republicanos y los demócratas tenían niveles similares de apoyo y era conocido por su capacidad de estar en desacuerdo con buenas maneras (La “Iowa amable”). El Estado dividía de forma igualitaria las delegaciones en el Congreso entre los dos partidos y fue el tercer Estado en legalizar el matrimonio homosexual.

Si Vander Plaats y sus seguidores se hubieran salido con la suya, el aborto se habría prohibido en todas las circunstancias, incluyendo violaciones, incesto y malformaciones.

“No estamos a favor de hacer excepciones”, señala Vander Plaats. “Ya sea en caso de violación, incesto o malformación fetal, todos los casos tienen algo en común: hay un corazón latiendo, y yo no quería que la ley fuera contradictoria”.

Iowa no es el primer Estado en aprobar una “ley del latido fetal”. Ohio aprobó una similar en 2011, que luego fue vetada por el gobernador John Kasich. Dakota del Norte y Arkansas promulgaron leyes en la misma línea en 2013 pero ambas fueron anuladas.

Lo significativo es la elección del momento justo. Muchos conservadores apuestan a que el Tribunal Supremo dará un giro a la derecha en un futuro no muy lejano. Existen rumores de que el juez Anthony Kennedy, cuyo voto suele oscilar de derecha a izquierda, podría jubilarse este año. Un senador de la legislatura de Iowa que apoyó la ley de prohibición del aborto después de la sexta semana de embarazo señaló que la jueza progresista Ruth Bader Ginsburg, de 85 años, “puede estar hoy y marcharse mañana”.

“No soy ingenuo. Esta ley nunca verá la luz del día”, señala Rick Bertrand, legislador del Senado de Iowa que apoyó la ley. Bertrand es un constructor de Sioux City, una zona rural al noroeste del Estado. “Esta ley es otra ofensiva contra la sentencia Roe vs. Wade”, añade. Trump, explica Bertrand, ha sido un “factor decisivo” en esta cuestión.

En Iowa, las cosas cambiaron en 2016. 206 condados repartidos por todo el país que habían votado dos veces por Obama acabaron por elegir a Trump. Treinta y uno de ellos están en Iowa, más que en cualquier otro Estado. De pronto, los republicanos quedaron en control tanto de la legislatura estatal como del Gobierno.

A principios de 2017, los grupos contra el aborto nacionales y locales de Iowa formaron una coalición y lograron que la legislatura apoyara un proyecto de ley que prohibía los abortos de embarazos de más de 20 semanas e imponía un período de 72 horas de espera para poner fin a un embarazo. La ley fue aprobada. La restricción no llegó a los titulares nacionales, como sí lo ha hecho la ley del latido fetal, pero demostró que los grupos son capaces de trabajar en equipo.

El “testimonio” de un feto en el Congreso

Estos grupos también recibieron la atención personal de Trump y Pence el otoño pasado cuando intentaron aprobar una ley similar en el Congreso.

Uno de ellos, Faith2Action, envió un correo electrónico a sus seguidores en septiembre de 2017 jactándose de que a Pence “le encanta” la ley del latido fetal, con una fotografía del líder del grupo y el vicepresidente mirando juntos un documento.

“Nos prometió presentarle una carta directamente al presidente Trump pidiéndole que se apruebe la ley”, escribió el grupo. El mismo día que Faith2Action se reunió con Pence, un grupo de activistas antiaborto de base se reunió con Trump.

Faith2Action pasó luego a trabajar junto al congresista de Iowa Steve King, que en invierno presentó en el Congreso un proyecto de ley del latido fetal. La fundadora del grupo, Janet Porter, se describe a sí misma como una de las primeras redactoras de la ley del latido fetal de Ohio. King utilizó las mismas tácticas que se habían utilizado en Ohio, incluyendo el “testimonio” de un feto de 18 semanas ante un subcomité del Congreso.

Porter y King también trabajaron con Tom DeLay, el desacreditado expresidente de la Cámara Baja. En Iowa, DeLay señaló: “Marcharme del Congreso sin poner fin al aborto es mi mayor remordimiento”. DeLay tuvo que dimitir en medio de un escándalo por lavado de dinero.

King argumentó que el proyecto de ley no llegó a debate en la Cámara nacional por la falta de apoyo del grupo National Right to Life. Los contrarios al aborto acusaron a National Right to Life de cometer una traición “al estilo de Judas”. Pero en Iowa siguieron adelante.

Un brazo de otro grupo presente en la reunión de otoño con Trump, el Instituto Charlotte Lozier, estuvo representado por la “exabortista” Kathi Aultman en la audiencia pública de Iowa. Aultman suele hablar de sí misma como una “asesina múltiple”. El Instituto Charlotte Lozier es un brazo de Susan B Anthony List, uno de los grupos antiaborto más grandes de Estados Unidos.

También colaboraron algunos grupos locales, como Family Leader, Iowans for Life y Iowa Right to Life, que se separó del grupo nacional con el mismo nombre. “Se nos acercaban organizaciones y nos decían ‘¿cómo podemos ayudar?’”, comenta Vander Plaats.

Con la consigna “ella es un bebé”, Family Leader preparó 67.000 correos electrónicos para legisladores. DeLay consiguió cobertura de la prensa local. Los senadores provocaron a las bases y cinco diputados cambiaron de opinión y apoyaron la propuesta.

Entonces, grupos nacionales contra el aborto como la Thomas More Society y el Liberty Counsel se pusieron en marcha para defender la ley cuando se presentó una inevitable demanda en los tribunales. Los grupos nacionales también ayudaron a redactar la ley que iban a defender estudiando y aprendiendo de los errores de sus predecesores, señalan activistas favorables a la legislación de Iowa.

“Nos esforzamos por acercarnos a estas organizaciones nacionales y preguntarles si veían algún problema con el proyecto de ley”, explica Scott Valencia, líder de Iowa Right to Life. “Estábamos buscando presentar una ley que pudiera sostenerse en el tiempo.”

Sin embargo, tuvieron que ceder en algunos puntos. La ley incluye excepciones a la prohibición del aborto después de la sexta semana de embarazo: en caso de que la mujer haya sido violada y lo haya informado en los 45 días siguientes, si fue víctima de incesto (y lo informó en un periodo no superior a los 140 días) o si el feto presenta malformaciones.

“Desde luego, no estamos para nada conformes”, señala Maggie DeWitte, directora ejecutiva de Iowans for Life, que asegura que se siente decepcionada por las excepciones incluidas en la ley. “Nosotros creemos en la vida desde la fecundación y seguiremos luchando por eso”.

Según Bertrand, una de las razones por la que funcionó la estrategia de Iowa es que los senadores metieron la ley dentro de una ley de presupuesto que debía ser aprobada.

Otros Estados conservadores ya están copiando la estrategia de Iowa. Poco después, Mississippi aprobó una prohibición del aborto tras las primeras 15 semanas de embarazo. Si esa ley supera una demanda judicial, se podría aprobar una ley similar en Luisiana.

En 2017, Bertrand ayudó a limitar la financiación de Planned Parenthood, lo que llevó al cierre de cuatro de las clínicas de la organización, incluyendo una en Sioux City. Ahora quedan 12 clínicas en Iowa. Sólo se ofrecen abortos en cinco lugares en todo el Estado.

Bertrand fue uno de los que más apoyaron la ley del latido fetal. En la madrugada de los últimos días de la temporada legislativa de 2018, Bertrand, despeinado y sin afeitar, salió a reclutar republicanos para que fueran a votar. La Cámara Baja, donde el voto estaba muy reñido, acabó aprobando la ley esa tarde.

“Amigos míos, hoy vamos a hacer historia”, dijo Bertrand en referencia al triunfo por la aprobación de la ley, a las 2 de la madrugada del 2 de mayo. “Esta Cámara es asombrosa, somos guerreros”, señaló Bertrand, quien agradeció al exlíder de la mayoría del Senado, Bill Dix, por llevar el proyecto a debate. Y finalizó diciendo: “Vamos a encender esta antorcha”.

La senadora demócrata Janet Peterson se puso de pie para dar unos datos en voz alta. La tasa de mortalidad materna en Iowa se ha triplicado en 10 años. Sólo el año pasado cerraron cuatro clínicas de planificación familiar. Si esta ley se aprueba, señaló, el ganado tendrá mejores cuidados reproductivos que las mujeres y las niñas de Iowa.

Pero la batalla ya estaba ganada. A las 2:20 de la madrugada, los senadores aprobaron la ley y dos minutos después pospusieron la sesión. La mañana siguiente, los ciudadanos de izquierdas de Iowa se despertaron sobresaltados.

Cindy Axne, una demócrata que le disputa el escaño al diputado republicano David Young, dijo que los defensores del derecho al aborto quedaron “en shock absoluto”. “Ha sido una bofetada en la cara de las mujeres. Esta no es la Iowa a la que estamos acostumbrados”, añadió.

Traducido por Lucía Balducci

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