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La UE se reivindica ante Biden y Putin: “No puede hablarse de Europa sin Europa”

Los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de EEUU, Joe Biden, durante la cumbre que celebraron en Ginebra el pasado mes de junio.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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“Nothing about us without us”, afirma el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, en una conversación con elDiario.es. Es el mantra que el Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad repite a su homólogo estadounidense, Anthony Blinken: “No puede discutirse nada sobre Europa sin el concurso de la Unión Europea”, insiste: “No puede haber un Yalta 2, si acaso, un Helsinki 2”.

Borrell recurre al momento histórico en el que las grandes potencias se repartieron Europa tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero la Europa de 2021 no es la de 1945. No es un continente arrasado que acaba de derrotar al nazismo y al fascismo con la ayuda de EEUU y la URSS, que construyeron sendas áreas de influencia sobre los escombros de la guerra. La Europa de 2021 aspira a ser un jugador, no un campo de juego, aspira a tener un lugar de pleno de derecho entre las potencias geopolíticas –EEUU, Rusia y China–, sin arriesgar el vínculo transatlántico, reforzado con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca y, sobre todo, la salida de Donald Trump.

El jefe de la diplomacia europea, en ese “nothing about us without us” dice: “Si acaso, un Helsinki 2”. E insiste en el “si acaso”. La UE es consciente de que hay que revisar la posición geoestratégica de la UE, y tiene mucho que ver con eso el strategic compass del Alto Representante que está previsto aprueben los líderes de la UE en marzo: una brújula estratégica que contará con una fuerza de intervención rápida de 5.000 soldados.

Y esa revisión geoestratégica, según la UE, debería parecerse, “si acaso”, al proceso de Helsinki de 1973-1975, cuando Estados Unidos, Canadá, la Unión Soviética y todos los países europeos (incluyendo a Turquía y excluyendo a Albania y Andorra) redactaron la Declaración de Helsinki, que alumbró la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).

La declaración de Helsinki fue un decálogo, no vinculante, que reconocía la soberanía de los Estados; establecía la abstención de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza; reconocía la inviolabilidad de las fronteras y la integridad territorial de los estados; así como el compromiso de arreglar las controversias por medios pacíficos; la no intervención en los asuntos internos de los Estados; el respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales; además del derecho a la autodeterminación de los pueblos; la cooperación entre los Estados; y el cumplimiento de buena fe de las obligaciones del derecho internacional.

¿Hace falta un proceso similar en el siglo XXI? Lo que está claro en Bruselas es que algo tiene que ocurrir para que la nueva Guerra Fría que se está desatando con Rusia no se convierta en una Guerra caliente con Ucrania como campo de batalla.

En vísperas de Nochebuena, Borrell habló por teléfono con el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmitry Kuleba, para discutir la situación de seguridad en Europa del Este a la luz de la concentración militar rusa en Ucrania. Según el gabinete del Alto Representante, éste “hizo hincapié en que cualquier nueva agresión militar contra Ucrania tendría consecuencias masivas y costes graves”, en la línea de lo acordado por los líderes de la UE en el último Consejo Europeo, el 16 de diciembre. Y recordó la Declaración de Helsinki: “Cualquier debate real sobre la seguridad en Europa debe basarse en y fortalecer los compromisos y obligaciones de la OSCE y la ONU, verdaderos pilares de la arquitectura de seguridad europea. La UE sigue comprometida con el derecho de cada país a tomar sus decisiones soberanas en política exterior y de seguridad”.

Helsinki, pero no Yalta 2. “Nothing about us without us”. En efecto, en una conversación similar con el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, Borrell recogió en su comunicado de prensa una frase elocuente: “Ambos [Blinken y Borrell] coincidieron en que cualquier discusión sobre la seguridad en Europea se llevará a cabo en coordinación y con la participación de la Unión Europea”.

Tanto Washington como Bruselas abordaron otro asunto europeo relacionado con otro rival geopolítico que preocupa sobremanera a Estados Unidos, China: “También destacaron [Blinken y Borrell] sus preocupaciones sobre la escalada de la presión política y la coerción económica de la República Popular China contra Lituania, que están afectando tanto a las empresas estadounidenses como a las europeas”.

No obstante, el conflicto que puede escalar es el de Rusia con Ucrania. Los servicios comunitarios tienen sobre la mesa hasta seis escenarios posibles, que abarcan todo tipo de posibilidades. “Imagínate que Francia dijera que no reconoce a España como país independiente”, reflexiona una fuente diplomática, “y que lleva 100.000 soldados a los Pirineos con todo tipo de armamento. ¿Qué pensarían los españoles? Pues así están los ucranios, con 100.000 soldados rusos en su frontera”.

Putin: “La pelota está en su campo”

Mientras, Moscú alega que sus fronteras ya no son seguras, en tanto que las ex repúblicas soviéticas se acercan a la OTAN y, sostiene, la presencia occidental está detrás de movimientos antirrusos en Ucrania –donde el Kremlin tiene abierto el conflicto por Donbás (la cuenca del Donets), además de la anexión de Crimea hace diez años (2011), entre otros–, o Bielorrusia.

Así, Vladímir Putin, ha puesto unas condiciones sobre la mesa para la desescalada complicadas para EEUU, la UE y la OTAN. Este jueves, interpelaba: “¿Y ustedes me exigen a mí alguna garantía? Son ustedes quienes deben darnos garantías. Ustedes, inmediatamente, ahora. Y no empantanar las negociaciones durante décadas”, dijo Putin durante su multitudinaria conferencia de prensa anual, informa Efe, en la que adelantó que las negociaciones con Occidente comenzarán a mediados de enero de 2022 en Ginebra, ciudad donde ya tuvo lugar a mediados de año la cumbre con el presidente de EEUU, Joe Biden.

“¿Acaso hemos puesto nosotros misiles cerca de la frontera de EEUU? ¡No! Es EEUU quien ha venido a nuestra casa con sus misiles, y ya están en el umbral”, aseguró Putin: “¿Cómo reaccionarían los estadounidenses si de repente desplegáramos nuestros misiles en la frontera entre Canadá y EEUU o en la frontera entre México y EEUU?”.

Putin subrayó que las próximas acciones de Rusia dependerán de las garantías que reciba de Occidente, al que acusó de engañar a Moscú al aceptar en su seno a varios países de Europa Oriental y del antiguo espacio postsoviético. “Nosotros les dijimos: no lo hagan. Ustedes nos prometieron que no lo harían. Y nos dijeron: ¿dónde está escrito? No, entonces, ¡váyanse con viento fresco! Sus preocupaciones nos importan un pepino. Y así año tras año (...) Una, dos, tres, cuatro, cinco. Cinco olas de ampliación de la OTAN”, dijo, sobre la entrada de las tres repúblicas bálticas y otros países como Polonia o Rumanía.

“La pelota está en su campo. Ellos deben respondernos. Los estadounidenses dicen que está dispuestos a iniciar esa discusión, esas negociaciones, a principios de año en Ginebra. Los representantes de ambas partes ya han sido designados”, apuntó.

El grifo del gas

Rusia paga 10.000 millones a Ucrania, país que no reconoce –el propio Putin culpaba este miércoles a Lenin de crear la República Soviética de Ucrania en 1922 en lugar de incluir el territorio en la de Rusia–, por transportar gas a través de su territorio a Europa Occidental. Y, mientras, el Nord Stream 2, el gasoducto entre Alemania y Rusia construido por Gazprom y a cuyo frente está el ex canciller alemán Gerhard Schröder, sigue en pausa por los temores geopolíticos de buena parte de los países orientales de la Unión Europea, como Polonia o los países bálticos.

Eso sí, en plena crisis de precio del gas en toda Europa, Gazprom, reconocen fuentes diplomáticas, mantiene el grifo contenido, en lugar de dar rienda suelta para aumentar la oferta, lo que haría bajar los precios. En este sentido, un temor entre dirigentes europeos sea que Rusia use el grifo a medio gas de Ucrania para presionar a favor del Nord Stream 2.

Mientras, el nuevo Gobierno alemán de Olaf Scholz aún no ha terminado de decidir sobre el futuro de una infraestructura cada vez más delicada en un momento de creciente tensión entre la UE y Rusia.

Hace apenas diez días, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmaba antes del Consejo Europeo del 16 de diciembre: “Todos hemos visto la acumulación masiva de militares de Rusia a lo largo de la frontera oriental de Ucrania, y también el intento de desestabilizar Ucrania desde dentro. Quiero reafirmar nuestro compromiso inquebrantable con la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, así como el derecho de cualquier estado soberano a determinar su propio futuro”.

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