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La última frustración de Trump: se ha dado cuenta de que los jueces del Supremo no están a su servicio

Los actuales miembros del Tribunal Supremo de EEUU.

Javier Biosca Azcoiti

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Donald Trump tiene la sensación de que no es muy querido entre los nueve jueces del todopoderoso Tribunal Supremo de EEUU –el mismo que lleva décadas configurando el devenir de la legislación con sus decisiones inapelables–. Las últimas decisiones del máximo tribunal le han obligado a levantar el pie del acelerador en su agenda ultraconservadora. 

Desde 2017, el presidente presume constantemente de sus nombramientos de jueces conservadores para los tribunales como uno de sus grandes logros y como un factor esencial para blindar el conservadurismo político en el futuro –Trump ha nombrado a 200 jueces federales, incluidos dos jueces al Tribunal Supremo (con mandatos vitalicios)–.

“¿Tenéis la impresión de que no le gusto al Tribunal Supremo?”, se preguntaba en Twitter el presidente el pasado 18 de junio. La pregunta no era casual, ese mismo día el tribunal había tumbado el decreto de Trump que anulaba el programa DACA, una iniciativa lanzada por el expresidente Obama que blinda de la deportación y que permite trabajar a los jóvenes inmigrantes que llegaron al país siendo menores, a los que se llama 'dreamers' (soñadores).

Dos horas más tarde, el presidente volvía a tuitear: “Publicaré una nueva lista de candidatos conservadores para el Tribunal Supremo el 1 de septiembre de 2020. Partiendo de las decisiones que se están emitiendo ahora, esta lista es más importante que nunca antes (segunda enmienda, derecho a la vida, libertad religiosa, etc”. “Como presidente pido una solución legal sobre DACA, no una política. El Supremo no está dispuesto a darnos una, así que ahora tenemos que empezar este proceso de nuevo”, añadía.

Acabar con DACA era una de sus promesas de campaña. “Mucha gente beneficiaria de DACA, que ya no son muy jóvenes, no son, ni mucho menos, ángeles ¡Si el Supremo anula [la suspensión del programa] los demócratas llegarán a un acuerdo para que se queden!”, afirmaba cuando empezó el proceso. El Supremo anuló la orden por un tema de procedimiento y Trump ha prometido que volverá a intentarlo. La decisión contó con el apoyo de uno de los jueces considerados como conservadores, John Roberts. Actualmente hay cinco jueces calificados como conservadores y cuatro progresistas.

Pero la sensación de Trump de no ser muy querido en el Supremo a pesar de haber nombrado a dos jueces conservadores no se debe únicamente a la decisión sobre DACA. Tan solo tres días antes, el tribunal había prohibido la discriminación en el trabajo basada en la orientación sexual y en la identidad de género. El caso fue iniciado por una mujer trans tras ser despedida cuando anunció en 2013 su condición.

“Han emitido su decisión. La he leído y algunas personas están sorprendidas, pero han emitido su decisión y la aceptamos”, afirmó un presidente poco entusiasmado. El redactor principal de la sentencia fue el juez Neil Gorsuch, uno de los dos seleccionados por Trump. Algunos académicos conservadores que en su momento aplaudieron el nombramiento del juez, ahora lo critican y alegan que es una traición a su predecesor, el también conservador juez Antonin Scalia.

El fallo tiene especial relevancia porque Trump ha vetado a las personas trans en el Ejército. “Tras consultar con mis generales y expertos militares, el Gobierno de EEUU no aceptará ni permitirá servir a personas transgénero en el Ejército”, anunció el presidente en julio de 2017. En abril de 2019 entró en vigor una nueva versión de la orden inicial, pero en la práctica sigue vetando a las personas transgénero en las fuerzas armadas. Muchos expertos creen que la reciente sentencia complicará una futura defensa legal de este veto.

Durante su presidencia, Trump ha apostado por una definición del sexo como algo determinado biológicamente de nacimiento. En 2017 revocó las normas que permitían a los estudiantes ir al baño de acuerdo con su identidad de género y tan solo unos días antes de la reciente sentencia del Supremo, el presidente revocó una regulación de Obama que protegía a las personas trans en el acceso a los servicios sanitarios, pasando a definir el sexo exclusivamente como “hombre o mujer y determinado por la biología”.

Después de la sentencia contra la discriminación y contra la derogación de DACA, esta semana el Supremo ha tumbado una ley que restringía el aborto en Louisiana. La ley exigía a los doctores que llevan a cabo abortos tener acuerdos escritos con hospitales locales para transferir pacientes, lo que en la práctica suponía el cierre de dos de las tres únicas clínicas del estado que practican abortos.

Este es el primer fallo relacionado con el aborto en el Supremo desde que se sumaron a la corte los dos jueces seleccionados por Trump. Aunque ambos votaron a favor de la ley, no fue suficiente. Durante la campaña, Trump prometió que conseguiría que el Supremo tumbase la famosa sentencia Roe v Wade de 1973 que garantizó el derecho al aborto en EEUU. “Si ponemos otros dos o quizá tres jueces, eso va a pasar de forma automática en mi opinión. Estoy eligiendo jueces pro-vida en el tribunal”. Este año, Trump se ha convertido en el primer presidente en acudir a la marcha contra el aborto que se celebra anualmente desde la sentencia Roe v Wade. “Estamos aquí por una simple razón: defender el derecho de todos los niños nacidos y no nacidos para cumplir el potencial que les ha dado Dios”, dijo.

Incluso antes del fallo sobre el aborto, el presidente afirmó que estas sentencias que frenan su agenda ultraconservadora demuestran que EEUU necesita más jueces conservadores en el Supremo y eso solo se puede conseguir con la reelección del presidente en noviembre. “Las recientes decisiones del Supremo sobre DACA, ciudades santuario, censo y otras te dicen una cosa, necesitamos nuevos jueces en el Tribunal Supremo. Si los demócratas de izquierda radical asumen el poder, tu segunda enmienda, el derecho a la visa, una frontera segura y la libertad religiosa, entre otras, se habrán acabado”, afirmó el presidente.

“Estas decisiones horribles y políticas que salen del Tribunal Supremo son disparos de escopeta en la cara de la gente que se enorgullece de ser conservadora o republicana. Necesitamos más jueces o perderemos nuestra segunda enmienda y todo lo demás”, tuiteó el presidente el día de la sentencia sobre el programa DACA.

En julio, la corte volvió a enfurecer al presidente, al impedir al Gobierno preguntar en el censo de población sobre la ciudadanía legal. Esto hubiese permitido, por ejemplo, rediseñar los distritos electorales teniendo en cuenta solo a las personas con derecho a votar. Los dos jueces elegidos por Trump se mostraron a favor de la pregunta en el censo, pero no así el presidente del tribunal, John Roberts, considerado conservador. El presidente dijo que la sentencia representaba “un tiempo muy triste para EEUU”.

No todo son derrotas

Trump también ha cosechado alguna victoria. Esta semana el alto tribunal ha rechazado admitir a trámite la demanda de cuatro condenados a pena de muerte sobre el protocolo de ejecución, dando así luz verde a las primeras ejecuciones federales desde hace casi 20 años. Trump es un firme defensor de la pena de muerte y desde su llegada a la Casa Blanca ha intentado acelerar estos procesos. El Gobierno ha celebrado la decisión del tribunal.

También, el año pasado el Supremo dio permiso al presidente para proceder en la construcción de su ansiado muro fronterizo con fondos del Departamento de Defensa. “Gran victoria sobre [la construcción de] el muro. ¡Gran victoria para la seguridad de la frontera y el estado de derecho!”, afirmó.

Como en otras ocasiones, Trump se ha tomado las decisiones del Supremo que no le gustan como algo personal. Por eso está convencido que necesita nombrar a mas jueces para el alto tribunal.

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