María Lasanta, socióloga de la UR, sobre los discursos de odio: “Ninguna persona puede ser ilegal y nos hemos acostumbrado a escucharlo”
Los discursos de odio ganan terreno en el debate público europeo mientras quienes los pronuncian se escudan en la libertad de expresión. El auge de los partidos políticos de ultraderecha no solo ha transformado el panorama político, sino también el lenguaje, con especial señalamiento de las personas migrantes. En este contexto, la profesora de sociología de la Universidad de La Rioja, María Lasanta, ha desarrollado una tesis doctoral
que analiza, a través de los discursos de campaña electoral de diez partidos europeos, donde está el límite entre los discursos ofensivos y los delitos de odio, especialmente sobre migración de países de tradición musulmana, y qué estrategias utilizan para hacerlos llegar. El trabajo de María Lasanta arroja una mirada precisa —y preocupante— sobre el lenguaje que permea en nuestras democracias.
Esta profesora empezó a desarrollar la tesis, en 2018, en plena crisis de refugiados, cuando empezaron a ganar fuerza estos partidos de ultraderecha y se escuchaba el debate de hasta donde llega la libertad de expresión. “Los discursos de estos partidos avanzan muy rápido y a la hora de determinar el discurso se desactualiza”, explica Lasanta para contextualizar su trabajo, si bien muchas de sus conclusiones siguen estando muy vigentes.
Las diferencias entre el discurso ofensivo y el discurso de odio
Una vez seleccionado estos discursos, la tesis se centra en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por “la necesidad de tener un criterio común”, justifica la profesora, que sostiene en su tesis que “los únicos que tienen competencia para determinar que es un discurso de odio son los tribunales, pues se trata de una cuestión jurídica”. No obstante, a través de sus sentencias, selecciona un conjunto de criterios que separan el discurso ofensivo, amparado en la libertad de expresión, y el discurso de odio, que son los penalizables por ley. Pero no funciona de forma rígida, puntualiza María Lasanta: “Una de las cosas que tiene en cuenta es la acumulación y la continuidad en el tiempo, es decir, a no ser cuestiones muy claras, es difícil que por una sola afirmación se condene”. E incluso ha advertido que “en casos muy similares tienen decisiones diferentes”.
¿Cuáles son esos factores comunes que pueden convertir unas palabras en un discurso de odio? La socióloga María Lasanta habla de la reiteración, es decir, repetir un determinado discurso que se aleja de los valores del Comité Europeo de Derechos Humanos o infringe o ataca la dignidad de los individuos, o de la divulgación: “no es lo mismo decir un determinado comentario en un mitin político, que tiene unas entradas limitadas a hacerlo en televisión que lo pueda oír mucha más gente”. La tesis doctoral también habla de explicitud, cuanto mayor sea, más posibilidades de ser sancionado; la incitación a la violencia, el lenguaje vejatorio, la obstaculización de la libertad religiosa o las invitaciones criminalistas, es decir, vincular a un colectivo con un grupo delictivo.
La implicación de menores de edad es un criterio importante para considerar sancionable un discurso. “En este sentido, vemos como una de las estrategias que utilizan estos partidos es deslegitimar la cuestión de la edad de los menores. Si pones en duda la edad y das a entender que no es un niño sino un adulto, queda abierta la posibilidad de expulsión”, ejemplifica esta socióloga.
"En Europa los discursos demasiado agresivos o explícitos no son bienvenidos, nos sentimos incómodos"
Como esta, son muchas las estrategias que utilizan los partidos de ultraderecha para camuflar discursos de odio. Y en ellas está la clave de la tesis de la profesora de la Universidad de La Rioja: “Partía de la hipótesis de que estos partidos son perfectamente conscientes de que se pueden penalizar estos discursos”. Pero no solo por evitar la sanción, sino porque, como señala María Lasanta, “en Europa los discursos demasiado agresivos o explícitos no son bienvenidos, nos sentimos incómodos; nadie quiere reconocer racista o xenófobo”, si bien sí apunta que a día de hoy, fuera del ámbito de su tesis, “se empieza a ver la tendencia contraria”.
Entre estas estrategias, la socióloga de la UR distingue entre estrategias referencias, predicativas y argumentativas. Las primeras recogen la manera con la que denominan los partidos de ultraderecha a las personas migrantes y musulmanas, como la estrategia de invisibilización: “En vez de hablar de personas migrantes hablan del fenómeno de migración o en vez de comunidad musulmana, dicen el islam y se priva al lector u oyente del sentimiento de empatía”. Otra es la estrategia de problematización: “Llamar ilegal a una persona migrante que se encuentra en situación administrativa irregular. Parece que, además, nos hemos acostumbrado, lo hemos normalizado y es un problema porque una persona no puede ser ilegal”, dice contundente la autora de la tesis, que también hablar de la estrategia de usar metáforas de la naturaleza, como “invasión de migrantes, ola migratoria o presión migratoria” con respecto a los solicitantes de asilo.
Además, “las estrategias predicativas, con las que pintan a los migrantes como un ente homogéneo que no tienen mucha cualificación y que no tienen tanto que aportar a las sociedades de acogida”, explica Lasanta, que se refiere también a estrategias de criminalización y de cuestionamiento, de edad o de la necesidad de asilo. Con las estrategias argumentativas quieren justificar y legitimar sus políticas, como la estrategia de vinculación, “vinculan constantemente los problemas existentes a la migración”, dice la autora o la estrategia de desvictimización que se usan para justificar medidas bajo la premisa de que “las personas que estáis protegiendo en realidad no son las víctimas, las víctimas somos nosotros”, en lo que se engloban muchos ejemplos relacionados con las ayudas económicas.
Estas estrategias también se utilizan en España aunque la autora de la tesis cree que “sería interesante analizarlo ahora”. “El recurso más utilizado por Vox era entonces el de la problematización de los migrantes ilegales y actualmente se centran más en los menores de edad no acompañados, mal llamados menas”, explica.
Con todas estas fórmulas, los discursos ofensivos y de odio están llegando a la sociedad, de forma especialmente preocupante a la juventud, ante lo que las redes sociales juegan un papel muy importante. Aunque la tesis doctoral analizó discursos de campaña electoral, sí destaca el papel de otro canal: “Indudablemente es que las redes sociales y los servicios digitales han sido uno de los grandes puntos de inflexión para hacer llegar la política a una mayor audiencia”. Ante un escenario donde las palabras importan tanto como los actos, identificar las fronteras del discurso de odio es esencial para proteger los valores democráticos. La tesis de María Lasanta, que ha recibido el Premio Jaime Brunet, invita a no mirar para otro lado.
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