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“Maricón Perdido llega en un momento clave en el que comentarios retrógrados despiertan chips apagados”

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El actor riojano Carlos González es otra persona desde que ha protagonizado una de las series del momento, 'Maricón Perdido', donde interpreta al escritor Bob Pop en su juventud. Y no sólo por las buenas críticas recibidas y por contar con el cariño del público, sino también por todo lo que ha aprendido: “salgo más fortalecido a nivel de confianza en mí mismo”.

Su padre es de Cervera del Río Alhama y su madre, de Cintruénigo, y él, con 24 años, se siente muy afortunado de haberse criado entre estos dos pueblos: “para mí la primera opción es poder volver y enraizarme con la verdad absoluta que es el pueblo”.

Su familia está muy contenta con este éxito, aunque no ha estado exento de sobresaltos. “Mi abuela de Cervera (Ana, 'La Rubia') me llamó por teléfono y me dijo que se había tenido que tomar dos Diazepan cuando vio la escena de la violación, pensaba que me estaba pasando a mí”. Sustos aparte, “lo han recibido muy bien y siento mucho orgullo de todo el orgullo que sienten hacia mí”.

'Maricón perdido'

Inspirándose en su propia vida, Bob Pop ha reconstruido su trayectoria vital como un chico de pueblo en busca de una identidad propia. González insiste en que es “una autoficción”, que mezcla sentimientos y recuerdos del autor con ciertas dosis de fantasía, sin querer caer en clichés. Para el actor, ha sido una suerte poder tener cerca a la persona a la que estaba interpretando. “Puedes observar su cotidianidad en cada momento y aprovecharlo para el personaje. Él me abrió las puertas de su casa y yo entré hasta el fondo, fui muy pesado”, detalla González, quien también se inspiró en cuadros de Goya e incluso en osos panda: “mi idea era trabajar como un oso panda, los observaba en vídeos y eso me ayudaba”.

'Maricón Perdido' es, sobre todo, un canto a la libertad. Muestra historias de amor de personas con cuerpos no normativos, algo en lo que incide el cerverano. “Lo bonito que hace Bop Pop es no darle importancia a los cuerpos, todos son válidos”. Una enseñanza de la que González ha aprendido mucho: “ahora veo mi cuerpo con más cariño y más amor y puede ser que entienda el amor desde otro punto de vista más sano al que yo lo entendía hasta ahora”.

Y es que la serie le ha cambiado en muchos aspectos. “A día de hoy soy una persona que se cuida más a sí misma y que ha entendido la importancia de cuidarse cuando no estás trabajando. Cuando terminas una serie, hay una parte de ti que está descuidada. Este proyecto me agotó mucho y he necesitado recuperarme para enfrentarme a otras cosas. Me he dado cuenta de todo lo que me queda por aprender, que es bastante”.

A González le gustaría que la serie se emitiese en una televisión pública, en luga de “ciertos comentarios que se permiten y que despiertan unos chips que estaban apagados. Son comentarios retrógrados y de caverna que no me caben en la cabeza”. Se refiere el actor al repunte de lgtbfobia que se está viviendo en la actualidad. “Maricón Perdido es una serie inspirada en los años 80 y no estamos tan lejos de eso, estamos en el mismo punto”. Por todo esto, considera que “esta serie es necesaria ahora. Debería verla todo el mundo, desde un niño de 13 años hasta un señor de 80. Es una pena lo que estamos pasando. Estoy con miedo y estoy triste. Parece que la serie ha venido en un momento clave”.

Todavía disfrutando de las buenas críticas cosechadas, Carlos González ya piensa en futuros proyectos. Ahora está escribiendo un corto en el que piensa actuar y también dirigir. “Quiero manterme activo”, concluye.

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