Lo de Eurovisión y Mujica
Este fin de semana hubo dos mundos claramente dispares en la televisión. Por un lado, el sábado se emitió el festival de Eurovisión, marcado por la controversia de la participación de Israel debido al genocidio que está cometiendo contra la población palestina en Gaza. El domingo, por su parte, se recordaba en «Lo de Évole» a modo de homenaje la figura de José Mujica, recientemente fallecido, con la reposición de fragmentos de las diversas entrevistas realizadas por el periodista catalán al expresidente de Uruguay. En esos dos mundos se reflejaban dos concepciones de la vida.
En cuanto a la primera, cuesta comprender que, tras la invasión de Ucrania, Rusia fuera excluida del festival musical mientras se transige que Israel campe a sus anchas por el mismo con el asesinato de más de 53.000 personas desde finales de 2023 tras el ataque de Hamás, la ocupación ilegal de territorios o el bloqueo de la entrada de ayuda humanitaria en Gaza sobre el que Naciones Unidas ha alertado que la vida de 14.000 bebés corre peligro por malnutrición extrema. En realidad, no resulta tan complicado observando las relaciones geopolíticas de alianzas de Europa y Estados Unidos, así como siguiendo el rastro del dinero con el que descubrir que Moroccanoil, principal patrocinador de Eurovisión, es una empresa de cosméticos israelí.
Se trata, en definitiva, de la dimensión del poder y la normalización de la masacre, dado que, mientras Eurovisión se celebraba, los bombardeos continuaban y se cobraban la vida de más de 150 personas palestinas en esa prisión a cielo abierto en la que se ha convertido Gaza. En medio de ello, Israel quedaba en segunda posición después del despliegue de una campaña de propaganda masiva donde, más allá de la música, el objetivo con ello era movilizar el voto del público para su lavado de cara y legitimación. En cuanto a España, lograron la máxima puntuación en el televoto con el apoyo manifiesto sin ningún pudor de representantes de la derecha y ultraderecha.
“Hacen política de todo” es lo que se apremiaban a decir algunos tras el mensaje previo a la gala de RTVE en defensa de los derechos humanos ante la bochornosa amenaza de la UER para no referirse a lo que sigue ocurriendo en Gaza. Como si jactarse de alinearse con Israel no lo fuera. Como si la contradicción de permitir o no que un país participe según interese no lo fuera. Como si aprovechar la ocasión para señalar al Gobierno y la televisión pública, situar en ellos la responsabilidad del puesto de Melody y ocultar el genocidio no lo fuera.
RTVE, como «Esa diva», fue valiente al publicar el comunicado porque podía haber optado por la vía fácil del silencio. Aunque era imposible que hubiera habido que afrontar una multa al emitirse justo antes del festival, salía más a cuenta pagarla en cualquier caso que ser cómplice y mirar hacia otro lado. Después de año y medio de barbarie, hay quienes por fin empiezan a actuar. Aparte del simbolismo de los mensajes y las palabras, lo que es imperiosamente urgente y cambia de verdad las cosas es tomar medidas. Eso pasa en primer lugar, sin duda, a nivel internacional por un embargo integral de armas a Israel, ya que, contrariamente a lo que dijo, tal como demuestran los datos publicados sobre comercio exterior, el Gobierno español continuó con su compraventa a pesar de la limpieza étnica.
La frialdad del sábado contrastaba con la calidez con la que se ha despedido a Pepe Mujica. La pena por su fallecimiento se hizo universal porque su figura nos conecta con lo mejor del ser humano a través de la humildad, el compromiso y la vitalidad que encarnaba. En relación con esta última dimensión, su vida tuvo muchas vidas: la de guerrillero tupamaro, la larga estancia en prisión, la presidencia de su país o el retiro lúcido y austero. Volver a ver los fragmentos de sus entrevistas con la convicción que habla sobre su idea del éxito, del tiempo o la poesía de la vida te reconcilia con el mundo.
Con todos sus aciertos y errores, deja un legado de avances y un recuerdo que, como en el caso de nuestro país con nombres como José Luis Sampedro o Julio Anguita, traspasa la categoría ideológica de la izquierda para situarse en el relieve de lo humano. Sus huellas de determinación, reflexión, moral e igualdad son parte de las necesarias para recorrer el camino. Sobre todo, cuando las próximas generaciones nos pregunten qué hicimos ante el horror que hoy presenciamos.
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