Utopías 17: Otro gallo cantaría

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Anoche leí: «O escribimos para el pueblo o solo escribiremos tonterías».

Es una reflexión que Antonio Machado plasmó en una carta dirigida a León Felipe. Pensé que la afirmación de Machado se podía extender a muchas facetas de la vida: el periodismo, el magisterio, la medicina, la función pública, las gobernanzas, la construcción, la fabricación de casi todo cuanto se les ocurra… Y, sin embargo, como vamos a lo nuestro, o no sabemos a lo que vamos, estamos rodeados de tonterías.

Al día siguiente escuché en la radio la mal llamada comparecencia de Leire Díez, explicando, según ella, por qué solicitaba la baja voluntaria del PSOE y por qué no era fontanera de nadie y solo ejercía su profesión de periodista. (Esto se ha quedado viejo. Hoy el foco está en quién le invitó a darse de baja. En el mismísimo Santos Cerdán y van dos secretarios de organización, nombrados por un mismo secretario general).

Se explicó tan mal, informó tan mal, su relato fue tan malo que establecí una relación con la idea de Antonio Machado y concluí: como no se está dirigiendo al pueblo, a los ciudadanos, solo está diciendo tonterías.

Pero es que el día anterior escuché a la portavoz del gobierno, Pilar Alegría, afirmando que Feijóo tenía unálbumm de fotos. Tampoco entendí lo de las fotos, dije entre mí: ¿y esta señora de qué va?, ¿qué quiere decir?. Enseguida comprendí que si Feijóo asegura que Sánchez es el capo de la mafia, Pilar Alegría, responde diciendo que para mafioso Feijóo y sus fotos con el amigo narcotraficante.

Qué nivel, Dios mío. Como no trabajan para el pueblo, solo dicen y hacen tonterías.

De la pandemia íbamos a salir mejores. ¿Se acuerdan? Pues cinco años después somos bastante peores. A los hechos me remito, estamos rozando el verano. En unos días los colegios cerrarán sus puertas hasta septiembre y un curso más no hemos resuelto el problema de los niños que hacen en el comedor escolar, la principal comida del día. Y eso que las tan manidas estadísticas, afirman que uno de cada tres niños en edad escolar, está en riesgo de pobreza o exclusión. Las estadísticas, vengan de donde vengan, - de Unicef, de Cáritas, de Save Children o del INE- coinciden al aseverar que «España es el tercer país de la Unión Europea, con mayor tasa de riesgo de exclusión social infantil» y sepan que esta afirmación entrecomillada, proviene de la Agencia europea de estadística Eurostat. Por delante de nuestro turístico País, el que más crece de Europa, se encuentran Bulgaria y Rumanía.

Aquí lo dejo, porque a mí estos datos me afectan a la salud física y mental. Me enferman tanto, los datos y quienes pronuncian las tonterías, que no puedo con ellos, sobre todo porque hay problemas de fácil solución y mi carácter utópico entiende que el de la pobreza infantil es uno de ellos.

Si en todos los colegios concertados de La Rioja y en todas las escuelas públicas se conoce el número de alumnos y se tiene el registro de sus padres o tutores, si se sabe qué niños hacen uso del comedor escolar, si en los padrones municipales consta quienes viven en los domicilios particulares, si los servicios sociales conocen la situación económico-social, de gran parte de las familias ,si otras instituciones como Cáritas, Cruz Roja, las parroquias… Si la Agencia Tributaria conoce los ingresos de todos los que cotizamos a la Seguridad Social, ¿dónde está el problema para atender a esos niños en riesgos de pobreza también en el verano?. Creo que no es por falta de medios económicos, sino por falta de voluntad, de coordinación y sobre todo por falta de prioridades.

Si lo prioritario fuese el bienestar económico y social de la mayoría de los pobladores de las, ciudades, aldeas, regiones, capitales y estados del mundo, si el respeto a los Derechos Humanos y el cumplimento del derecho internacional fuese el objetivo principal de la mayoría de los gobernantes, funcionarios públicos, maestros, médicos, periodistas, militares, empresarios, agricultores y otros tantos oficios y tantas profesiones… Mejor nos iría a todos.

Pero, las guerras han existido siempre. Las desigualdades también. Las atrocidades son tan viejas como la vida misma. Los romanos aplastaron a los griegos, tan cultos ellos, y expulsaron a los judíos. No fue la primera diáspora, hubo otras anteriores, nos podemos remontar a la antigua Mesopotamia, a Babilonia, a lo que cada uno de nosotros queramos, porque para todo, ha habido una primera vez.

Sin embargo, habrá que admitir que las personas hemos evolucionado. La sociedad ha avanzado y pese a que a épocas de esplendor han seguido otras de miseria, la mayoría queremos vivir en el primer mundo. Posiblemente, estos años veinte del siglo veintiuno sean el pórtico de una catedral de miseria. Muy posiblemente. Pero quizás las utopías no hayan desaparecido del planeta. Tal vez, haya quienes estén a punto de quitarse la venda de los ojos y empiecen a abrir los oídos. De ser así, otro gallo cantaría.

O como yo imagino que diría Antonio Machado si fuese contemporáneo nuestro: «o escribimos para el pueblo o solo escribiremos tonterías».

Termino con otra cita que también he leído en las últimas veinticuatro horas: “La guerra es simple: consiste en introducir un pedazo de hierro en un pedazo de carne”. Es de Jean-Luc Godard y la utiliza David Uclés, en 'La Península de las casas vacías', igual que la frase de Machado.

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