Un japonés y dos estadounidenses, Premio Nobel de Química
El japonés Osamu Shimomura y los estadounidenses Martin Chalfie y Roger Y. Tsien han obtenido el Premio Nobel de Química de 2008 “por el descubrimiento y desarrollo de la proteína verde fluorescente, GFP”.
Esta proteína se utiliza en la biología molecular como marcador y ha permitido a los científicos la observación de procesos como el desarrollo de las células nerviosas o la extensión del cáncer en las células, según informó la Real Academia Sueca de las Ciencias.
Osamu Shimomura, nacido en 1928 en Kioto, es profesor emérito del Laboratorio de Biología Marítima de Woods Hole y de la Universidad Médica de Boston, en el Estado de Massachusetts (Estados Unidos). Por su parte, Martin Chalfie, nacido en 1947, es profesor de Biología en la Universidad de Columbia, en el Estado de Nueva York, y Roger Y. Tsien, nacido en 1952, es profesor de la Universidad de California, en San Diego. Entre los tres se repartirán a partes iguales el premio, dotado con diez millones de coronas suecas (poco más de un millón de euros).
“Este año, el Premio Nobel de Química recompensa el descubrimiento inicial de la GFP así como una serie de importantes avances que han permitido su uso como marcador en la ciencia biológica”, afirmó la Academia en un comunicado.
La proteína verde fluorescente (GFP) fue observada por primera vez en 1962 en la medusa 'Aequorea victoria'. Desde entonces, según la Academia sueca, “esta proteína se ha convertido en una de las herramientas más importantes en la ciencia biológica contemporánea”, ya que “con la ayuda de la GFP, los investigadores han encontrado la forma de observar procesos que hasta entonces eran invisibles, como el desarrollo de las células nerviosas o la extensión del cáncer en las células”.
“Decenas de miles de distintas proteínas residen en un organismo vivo, controlando importantes procesos químicos a cada minuto”, prosiguió la Academia en su comunicado. “Si este mecanismo proteínico falla, se suceden enfermedades y dolencias”, por lo que “era necesario para la ciencia biológica rastrear el papel de las diferentes proteínas en el cuerpo”, añadió.
“Mediante el uso de las técnicas del ADN, los investigadores pueden ahora conectar la GFP con otras interesantes, y de otra forma invisibles, proteínas”, prosiguió. “Este indicador luminoso les permite observar los movimientos, las posiciones y las interacciones de las proteínas identificadas”, añadió.
“Los investigadores también pueden seguir la evolución de varias células con la ayuda de la GFP: las células nerviosas dañadas durante la enfermedad del Alzheimer o cómo se genera en el páncreas la insulina que produce células beta en un embrión en crecimiento”, explicó la Academia. “En un experimento espectacular, los investigadores pudieron identificar diferentes nervios en el cerebro de un ratón con un caleidoscopio de colores”, concluyó el comunicado.
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