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El día en que la corrupción eligió Gobierno y se instaló en Madrid: 15 años del 'tamayazo'

MADRID,27-6-03.-Eduardo Tamayo,iz, y Teresa Sáez, del Grupo Mixto siguen desde sus escaños de la Asamblea de Madrid, la intervención del candidato socialista a la Comunidad de Madrid, Rafael Simancas. .

Andrés Gil

Aquel día empezó todo. O casi todo. Fue el 10 de junio de 2003, hace ahora 15 años, y se produjo algo que no había ocurrido nunca antes; y que no ha vuelto a producirse: que dos diputados autonómicos impidieran que fuera investido presidente el jefe de su partido. Eduardo Tamayo y Teresa Sáez, elegidos en las listas del PSOE, se opusieron a hacer presidente a Rafael Simancas. Es más, el 10 de junio ha pasado a la historia precisamente porque ni siquiera ayudaron a los suyos a lograr la presidencia de la Asamblea y facilitaron que recayera en Concepción Dancausa (PP).

El PP de Alberto Ruiz Gallardón llevaba al frente de la Comunidad de Madrid desde 1995, y ocho años después perdió la mayoría absoluta: Simancas y Fausto Fernández (IU) tenían en su mano cambiar el rumbo de Madrid. Pero el tamayazo lo impidió. Y, de paso, abrió la puerta a lo que vino después: burbuja inmobiliaria, privatizaciones y un modelo de región fundamentado en la construcción y las infraestructuras, en el que, como ha dado por probado la sentencia de Gürtel, el engranaje perfecto entre empresas concesionarias de contratos públicos y políticos que les concedían los contratos a cambio de mordidas para personales o del partido.

“La segunda campaña del PP, la del tamayazo, la pagó en parte Fundescam, y no el PP de Madrid”. Así de tajante se mostraba el máximo imputado de la trama Gürtel, Francisco Correa, en su confesión reproducida por eldiario.es. La Gürtel organizó todos los actos de campaña de Aguirre en 2003, y su interlocutor directo era Beltrán Gutiérrez Moliner, gerente del PP de Madrid en aquella época, tal y como publicaron en exclusiva Ignacio Escolar y Alicia Gutiérrez en noviembre de 2010.

Aquel día la corrupción asaltó la Asamblea de Madrid, torció la voluntad popular, que había decretado el fin de la mayoría absoluta del PP, e impidió un Gobierno de coalición entre el PSOE e IU. Fue un golpe de los poderes que de verdad han ejercido el gobierno en Madrid, y que enseñaron una verdad en la región, “si las elecciones no salían como tenían que salir, el poder se encargaba de restaurar el orden”, en palabras del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias.

El punto de inflexión fue el tamayazo, del que ahora se cumplen 15 años. PSOE e IU prometieron, entre otras cosas, frenar la externalización de servicios, los conciertos escolares e impulsar la iniciativa pública en el desarrollo de la comunidad. Pero no fue posible. En lugar de impulsar la iniciativa pública, se recortó hasta límites insospechados en beneficio de la iniciativa privada; el modelo sanitario público cambió tanto que hubo aspectos tumbados por la justicia; los conciertos educativos prosiguieron y hasta tal punto se premiaron a las empresas de la construcción que no sólo hincharon la burbuja inmobiliaria sino que se dedicaron a gestionar centros sanitarios y escuelas infantiles subcontratados por el Gobierno. Sólo se quedó una cosa sin hacer: el Eurovegas de Sheldon Adelson.

El PP de Madrid era un modelo, una forma de ser, de relacionarse, de convivir: en el palco del estadio Santiago Bernabéu junto a Florentino Pérez; en los reservados de ciertos restaurantes; en despachos de algunos medios de comunicación; en sedes de empresas ahora investigadas por la financiación irregular del partido, como la del compiyoguiJavier López Madrid y su suegro, Juan Miguel Villar Mir –OHL–; en Caja Madrid –la caja, esa caja pública para hacer, deshacer y pagar y cobrar favores con sectores de los sindicatos, el PSOE e IUCM–; en Telemadrid; en Fundescam; en las universidades; en los cátering organizados por Arturo Fernández; en las celebraciones cinematográficas apadrinadas por Enrique Cerezo, tan próximo a Ignacio González como ha demostrado el caso de su ático en Estepona.

Los últimos tres lustros del Partido Popular en la Comunidad de Madrid han servido para que florezca a su alrededor un ecosistema de personajes y prácticas que se hace visible cada vez que la formación política vive una crisis. Cristina Cifuentes acaba de abandonar la Presidencia de la Comunidad de Madrid asegurando que ha sido “espiada” y que se han elaborado “dosieres” contra ella. Hace ahora 15 años, Esperanza Aguirre llegó al poder consecuencia de la oscura trama del tamayazo. Entretanto, Ignacio González empezó a cavar su tumba política con un vídeo grabado en Colombia y Manuel Cobo denunció que sus propios compañeros de partido habían montado “una gestapillo” para espiarle.

El actual concejal de Economía y Hacienda de Ahora Madrid y en 2003 el diputado más joven de la Asamblea, Jorge García Castaño, recodaba en una Tuerka de 2013 aquel día: “Estaba en la mesa de edad y no sabía qué estaba pasando. Pregunté a Westendorp [el mayor, del PSOE], que tampoco sabía, mirábamos a Simancas y Fausto Fernández, pero nadie sabía nada. Pensé que se habían quedado en un ascensor... Pero enseguida vimos que los habían comprado, para derribar un gobierno o para condicionar mucho un gobierno progresista”.

El diputado autonómico socialista Modesto Nolla participó en la comisión de investigación del caso en la Asamblea: “Recuerdo que fue Fausto quien se dio cuenta de que había un hueco, el de Tamayo, donde debía estar sentado. A medida que pasaba el tiempo, empecé a pensar en lo peor. Se nos había convocado a los diputados una hora antes, a las 9.00, para evitar retrasos, nos reunimos en el edificio de los grupos y ahí estaban los dos. Y cuando bajamos al salón de plenos, estaba ya en mi escaño y recuerdo ver a Tamayo andando por detrás de los escaños, paseando y hablan do con un móvil”.

Marga Ferré, directora de la Fundación por la Europa de los Ciudadanos (IU), era una de las diputadas más jóvenes aquella legislatura y fue secretaria de la Mesa de la Comisión de investigación del tamayazo: “Recuerdo cómo nos equivocamos. En el preciso momento en que Tamayo y Sáez no aparecieron, teníamos que habernos levantado e irnos, roto la supuesta ”normalidad“ institucional y parar la votación de la mesa. Teníamos que haber entendido que era un golpe de estado de guante blanco, pero nos pudo la institución. Seguimos votando regalándole al PP la presidencia de la Asamblea. En ese momento perdimos”.

¿Para qué sirvió la comisión? “La comisión no fue más que una excusa”, reflexiona Ferré: “Los partidos podían vetar ponentes, así que fue un lavado de cara, como si sirviera para algo. En el parlamentarismo español las comisiones de investigación no sirven para nada, porque le partido mayoritario es quien dicta las reglas y prácticamente las conclusiones”.

“Ya me gustaría saber qué pasó”, se lamenta Nolla, “sigo pensando lo mismo. Quedó claro la vinculación estrecha entre Tamayo y los que mandaban en el PP en aquel momento. Las conexiones a través de las conversaciones telefónicas entre ellos, la aparición de Dionisio Ramos, en relación con los hombres de seguridad de Tamayo y Sáez”.

El nombre de Dionisio Ramos ha estado relacionado con distintas polémicas en las que se ha visto envuelto el PP de Madrid en los últimos años. En 2013, InfoLibre desveló un documento en el que quedaba reflejado que el exgerente de la Complutense estaba en el centro del tamayazo. Siempre según la citada información, Ramos habría ejercido tanto de intermediario como de suministrador logístico entre el que fuera líder de la corriente socialista Renovadores por la Base, José Luis Balbás, y el exsecretario general del PP Ricardo Romero de Tejada, muñidores de la operación para evitar la presidencia de Simancas. De todo ello habría estado al corriente la propia Cifuentes, aunque cuando se conoció dicha información, y al salir a la luz su amistad con Ramos, la hoy presidenta madrileña se apresuró a desvincularse de lo sucedido al considerar “rotundamente falso que participara en el lamentable suceso del tamayazo ni directa ni indirectamente, ni por acción ni por omisión”.

El libro 'El tamayazo, crónica de una traición' (Catarata), del periodista de la Cadena SER Felipe Serrano, reconstruye la trama que, hace diez años, fraguó una deserción política que frustró un Gobierno de izquierdas en Madrid y abrió la Puerta del Sol a Esperanza Aguirre. En el libro, el entonces candidato a la presidencia de la comunidad por el PSOE, Rafael Simancas, desvela cómo José Luis Rodríguez Zapatero se zafó del asunto al llegar a La Moncloa:

"Yo sí recibí una explicación, a modo de reflexión, de quien entonces era el secretario general del PSOE, y presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Él me planteó que políticamente tampoco era extraordinariamente interesante, ni para el PSOE, ni para la Comunidad de Madrid, ni para el país, hacer del tamayazo nuevamente un asunto central. Sí, sí, me lo dijo así –explica Simancas, ante la cara de sorpresa del periodista–. Él entendía que aportaba poco a la estabilidad institucional y que remover aquel tema era actualizar y recordar la responsabilidad política del propio PSOE en el asunto. Responsabilidad que yo nunca escondí, porque la había. No era la definitiva, pero la había en origen, a fin de cuentas estos dos elementos [Tamayo y Sáez] estaban en nuestra candidatura. Esa fue la reflexión del secretario general del PSOE y yo, que soy un militante socialista coherente, respeté esas explicaciones".

“Resulta muy llamativo comprobar que, de alguna forma, ni el PP ni el PSOE, al menos a las direcciones nacionales, no han estado demasiado interesadas en llegar hasta el fondo de la cuestión”, reflexionaba el periodista de la Cadena SER.

“Durante la comisión me sorprendieron dos cosas”, afirma Ferré: “El enorme impacto mediático, al ser retrasmitidas en directo las 12 horas diarias de comisión por Telemadrid. El seguimiento fue masivo, en lo que me imagino que fue el primer espectáculo político televisado por entero de la democracia. Cuando el PP entendió que esto no le convenía, cortó la emisión. Pero lo que más me sorprendió fue el juego de mentiras de esa red de corruptos que aun gobiernan Madrid. Granados de presidente de una comisión de investigación es un chiste grosero. Al presidente del PP de Madrid, Romero de Tejada, no se le caía la cara al intentar vendernos que el cobraba 1000 euros la hora contratado por una tienda de fotocopias, la desfachatez del tonto útil de Tamayo, intentando vender que había traicionado a los suyos para evitar que los comunistas llevaran la Consejería de Educación… todo eran mentiras. Una mentira que hizo que una derecha corrupta gobernara, y gobierne la Comunidad de Madrid durante 15 años. Teníamos que habernos ido del pleno y roto la normalidad democrática”.

Nolla también recuerda el contexto de aquel 2003: “Coincide con el momento dorado del ladrillo. Los intereses que convergieron en aquel momento para una segunda oportunidad para Aguirre. Madrid podía ser muy diferente a como es y lo que ha pasado con las comisiones para la entrega del suelo con Granados, el Canal de Isabel II, lo que ha hecho Ignacio González, Granados, López Viejo, que ha venido a raíz de 2003 nos lo podríamos haber ahorrado los madrileños. Es lo que más nostalgia te produce: lo que pudo ser y no ser. Y lo que ha sido. Hemos tenido una oportunidad ahora con Gabilondo y fue abortado”.

Aquel PP de Madrid que retuvo la Comunidad autónoma gracias al tamayazo y se la entregó a Esperanza Aguirre tiene más que ver con el actual de lo que parece: Pío García Escudero era el presidente del PP de Madrid entonces. Y hoy vuelve a serlo, tras la égida de Aguirre y el paso fugaz de Cristina Cifuentes. El establishment del PP de Madrid sigue estando en su sitio.

Y con García Escudero ha vuelto Juan Carlos Vera el eterno enviado de “la nacional” en Madrid, que fue jefe de campaña de Esperanza Aguirre en la repetición electoral de 2003. En aquella lista también estaba Cifuentes, que participó en la Comisión de investigación, una comisión que presidió Francisco Granados, mucho antes de saberse que tenía dinero en Suiza y en el altillo de sus suegros.

Aquel PP de Madrid aún no tenía aguirristas, pero tenía familias. Una muy importante era la de Rodrigo Rato, participante del milagro económico del PP antes de ser condenado por las tarjetas Black de Caja Madrid, claro. Y muy de Rato era Ricardo Romero de Tejado, colocado en la copistería. De Rato también eran Juan José Güemes y Ana Isabel Mariño.

Romero de Tejada es uno de los personajes más peculiares de todo este asunto, recordaba Felipe Serrano en eldiario.es: “Aguirre nunca tuvo una relación estrecha con él, pero se ha mantenido hasta los últimos días de Caja Madrid y Bankia. Era un personaje no demasiado conocido, pero muy poderoso, su padrino era Rodrigo Rato. Recibe a los constructores el mismo día de la espantada por la tarde, los constructores con los que tiene una vieja relación en Villaviciosa de Odón y que ayudaron a Tamayo a reservar habitaciones de hotel. Romero de Tejada los recibe en la tarde del 10 de junio, oficialmente para negociar un acuerdo político en Sevilla La Nueva. El día 9 también se reúne con Rodrigo Rato. Es un personaje que sabe mucho más de todo este asunto de lo que dice, es amigo de Verdes, el abogado que asesora a Tamayo, militante del PP. El estrambote final es esa pintoresca averiguación que se hace que demuestra que mintió cuando se supo que cotizaba a la Seguridad Social en una empresa de fotocopias. En noviembre de 2004, Aguirre gana el Congreso del PP de Madrid y le releva por Francisco Granados”.

Aguirre aún no hizo las listas de 2003. Había un equilibrio entre García Escudero, la dirección nacional y Rato. Son los que deciden que Jesús Sepúlveda, recién condenado en Gürtel, se convierta en alcalde de Pozuelo en 2003, igual que Guillermo Ortega lo fuera de Majadahonda como cuota de Rato.

Aguirre era de Rato, de Aznar, de Cascos, y cuando se disputa la presidencia del partido y se presenta Manuel Cobo, ella gana pero no premia a nadie de Rato. Pone a Francisco Granados, recomendado por Pío García Escudero, según recuerdan las fuentes. Una vez se impone como presidenta del partido, empieza a poner a los suyos.

Ignacio González, sin embargo, aún no estaba en 2003, era secretario de Estado de Inmigración con Ángel Acebes. Él llega cuando se forma el Gobierno tras la repetición electoral. Aguirre lo conocía desde el Ayuntamiento; cuando le hacen ministra, le hace subsecretario; cuando se va al Senado, no se lo lleva y se va a Administraciones Públicas con Jesús Posada y luego con Ángel Acebes a Interior. González aparece el día en que Aguirre anuncia su gobierno, están Granados, Güemes.

Aguirre, González y el resto del PP conquistó la puerta del Sol tamayazo mediante, uno de los episodios más turbios en la política española: cuando dos diputados autonómicos del PSOE se negaron a votar a su candidato y provocaron una repetición electoral que encumbró a Esperanza Aguirre. Esa campaña electoral –la de Aguirre y 179 ayuntamientos, incluido el de Madrid, que ganó Alberto Ruiz-Gallardón– , como llegó a reconocer el propio Francisco Correa, “la pagó en parte Fundescam y no el PP de Madrid”.

En la más de una década que ha pasado González como secretario general del PP de Madrid y como vicrepesidente y luego presidente regional, han ido desfilando numerosas tramas. Desde el tamayazo hasta la que ha llevado a la detención de González, bautizada como Lezo –en referencia al marino español del siglo XVIII Blas de Lezo, quien protagonizó la defensa de Cartagena de Indias frente al ataque inglés en 1741. Es esa ciudad donde fueron grabados por una agencia de detectives Ignacio González y Rodríguez Sobrino–.

La red del PP de Madrid alcanzó empresas y organizaciones empresariales. Hasta su imputación por el ático de Marbella, la esposa de Ignacio González, Lourdes Cavero, había sido la mano derecha de Arturo Fernández en la patronal madrileña. Fernández, tras haber sido agraciado durante años con contratos públicos de restauración de toda índole –desde universidades, pasando por RTVE, la Asamblea de Madrid y tanatorios–, ahora está en horas bajas: tiene problemas para pagar nóminas, ha dimitido de la CEOE y está de salida de la CEIM tras haberse descubierto que gastó 30.000 euros con su tarjeta 'black' cuando era consejero de Caja Madrid. Igual que su concuñado Gerardo Díaz Ferrán, en la cárcel, que le precedió en la CEIM y gastó 95.000 euros con la 'black'. Otra dimitida, también amiga de Cavero, es Carmen Cafranga, hasta hace poco presidenta de la Fundación Caja Madrid, por sus gastos con la 'black'.

Esto decía Manuel Cobo en aquella entrevista en El País: “Los que no han dado a mi partido más que malas noticias y rumores de las peores cosas no pueden poner en este espectáculo de la miseria humana a Rodrigo Rato Figaredo. Es de vómito y más si viene de aquellas personas cercanas, hoy, a Esperanza Aguirre, presidenta de mi partido en Madrid, que deben a Rodrigo todo lo que son. Si tuvieran un gramo de vergüenza, deberían decir todo lo que digo yo y más. Estoy de acuerdo con Javier Arenas en que Rodrigo Rato sería un lujo para la presidencia de Caja Madrid”.

Caja Madrid fue, durante tiempos, un campo de batalla en el que Aguirre jugó fuerte, al igual que Alberto Ruiz-Gallardón y los suyos, como evidencian los correos de Miguel Blesa. La primera, para colocar a González al frente de la caja; los segundos, para situar a Rodrigo Rato. Mariano Rajoy inclinó la balanza hacia Rato.

Eso sí, mientras tanto, la caja sirvió para colocar a los afines, tanto políticos como empresarios, que se beneficiaron de las tarjetas 'black' a efectos fiscales: además de los propios Miguel Blesa y Rodrigo Rato, por el consejo de Caja Madrid pasaron Arturo Fernández, Gerardo Díaz Ferrán, Beltrán Gutiérrez (exgerente del PP madrileño y marido de la exjefa de Gabinete de Aguirre, Isabel Martínez Cubells), Pablo Abejas (exdirector general de Economía de Madrid), Carmen Cafranga (exdirectora de la Fundación Caja Madrid), Ricardo Romero de Tejada (ex secretario general del PP madrileño), Mercedes Rojo (exasesora del Gabinete de Aguirre), Juan Iranzo (exconsejero del CES y Red Eléctrica, habitual de Intereconomía y 13tv) y Alberto Recarte (expresidente de Libertad Digital, beneficiada por el reparto de TDT), entre otros.

Pero las relaciones entre empresarios y la Puerta del Sol no acaban ni empiezan en Caja Madrid. Un ejemplo: el entonces presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, no volvió a España con el resto de la comitiva olímpica de Madrid 2020 trasladada a Buenos Aires en septiembre de 2013. González voló en el avión privado del presidente de Grupo ACS y del Real Madrid, Florentino Pérez, que también se desplazó a Argentina, y a bordo iba también la consejera de Educación, Juventud y Deportes, Lucía Figar.

La relación de Florentino Pérez con las administraciones madrileñas no termina en la construcción de instalaciones sino que se ha extendido hacia otros servicios que se desarrollan dentro de ellos: el Grupo ACS tiene varias empresas que intentan diversificar el negocio para reducir su dependencia del ladrillo. Esa estrategia incluye hacer negocio con la educación pública. Una de estas filiales, Clece, gestiona decenas de guarderías públicas por la adjudicación de la Comunidad de Madrid.

El 10 de junio de 2003 fue un principio y un final. El tamayazo supuso el final a la posibilidad de imprimir un nuevo rumbo a la comunidad de Madrid. Y el inicio de lo que vino después: el desarrollo de un modelo de región basada en el ladrillo y la burbuja inmobiliaria, las privatizaciones y la connivencia entre empresarios y dirigentes del PP que ha derivado en corrupción en todos los niveles.

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