La demolición de la casa parroquial que explotó en Madrid durará dos semanas y seis edificios más se revisan por daños
Un día después de la explosión que destrozó la casa parroquial de la Iglesia de la Paloma, situada en pleno centro de Madrid, la normalidad está todavía muy lejos de regresar. Los bomberos siguen en la mañana del jueves recogiendo escombros del exterior del edificio, esparcidos por toda la calle como consecuencia de la explosión. Los trabajos se van a prolongar al menos durante dos semanas, ha avanzado el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno.
Es el tiempo que el Consistorio prevé que va a tardar en derribar las plantas críticas del edificio, aquellas que han quedado en un estado irrecuperable. Aunque aún no está claro si solo serán tres o más. “Se está evaluando hasta qué parte del edificio se va a desmontar y hasta la tarde no tendremos valoración de cuánto se quedará en pie”, ha precisado el delegado de Urbanismo, Mariano Fuentes. Eso es, en una parte importante, porque los efectivos de emergencias no pueden entrar en el edificio por el peligro de que se venga abajo o haya reductos de gas. La planta superior, la más afectada, comenzará a retirarse este mismo jueves. Todos los trabajos se harán desde el exterior.
Aunque han pasado 24 horas desde el suceso, las autoridades todavía no confirman con absoluta certeza el motivo del estallido, que ha dejado finalmente cuatro fallecidos. Todas las hipótesis apuntan a un explosión causada por el gas. La última persona, un sacerdote de 36 años, moría esta noche a causa de las graves heridas y politraumatismos que le provocó la explosión. David Santos, de 35 años, un electricista y feligrés de la parroquia se encuentra también entre los fallecidos. Ambos estaban dentro del edificio. Javier García Sepúlveda y Stefko Ivanov, los dos de 45 años, son las otras dos víctimas.
El párroco de la Parroquia Virgen de la Paloma, Gabriel Benedicto, ha asegurado que ni el sacerdote ni el electricista fallecido manipularon las calderas “en ningún tiempo” porque advirtieron el olor a gas minutos antes y “no les dio tiempo” a reaccionar. Según ha explicado este religioso a los agentes, se habían quedado sin calefacción hace días y no pudieron celebrar una reunión por el frío que hacía, informa Europa Press.
Fuentes ha confirmado que la demolición se llevará a cabo “desde el exterior” con grúas. Los técnicos están inspeccionando el estado desde fuera porque es peligroso para la seguridad entrar en el inmueble. La prioridad es retirar los forjados de la última planta, ha precisado Fuentes.
Además del inmueble del número 98, hay otros seis edificios que están siendo sometidos a revisiones por un lado de daños y por otro del suministro de gas. Tres edificios de viviendas -cuyos inquilinos están desalojados-, tres de titularidad municipal (un centro de atención infantil, uno de servicios sociales y un vivero de empresas), además del colegio y la residencia de mayores anexas. En los inmuebles, en principio hay cristales rotos y paredes agujereadas, pero no son estructurales ni ponen en riesgo la “integridad” de los edificios, según el concejal. Los vecinos de los números 102 y 104 podrán volver hoy a sus viviendas, según el Ayuntamiento.
Todos los coches atrapados en la zona del siniestro, 16, ya han sido retirados de la calzada, ha informado el concejal de Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante. De los heridos trasladados al hospital, solo uno permanece ingresado.
El colegio cuyo patio está anexo al número 98 ha organizado de nuevo las clases online de sus alumnos, que el día de la explosión volvían por primera vez al centro tras la gran nevada, hasta que se revise el edificio. A los niños les salvó el hecho de que la cantidad de hielo y nieve que persistía en el patio impidió su salida, subrayó la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, este miércoles. Los 56 residentes del centro situado en el número 36, de la empresa Los Nogales, aún no han vuelto a sus casas. Están temporalmente en la residencia Pontones, donde fueron trasladados por Samur Social.
El alcalde de la capital ha agradecido la “solidaridad” de los madrileños tras la explosión. Todos se tiraron a la calle para ayudar. Se nos está sometiendo a pruebas muy difíciles. Una sociedad como la nuestra no será vencida nunca“, ha añadido.
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