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Los bancos de alimentos empiezan a colapsar: se duplican las familias que acuden mientras caen las donaciones

Una de las voluntarias de la ONG organizando el género dentro del banco de alimentos.

Sofía Pérez Mendoza

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Hace tres meses que se declaró el estado de alarma y España enfila su vuelta a la nueva normalidad tras la desescalada. Un regreso al punto de partida que no puede ser para decenas de miles de familias madrileñas que acuden a los bancos de alimentos montados por redes vecinales para poder comer. Las despensas solidarias, que han crecido de 37 a 62 en la ciudad en solo un mes, coinciden en el diagnóstico: las donaciones están bajando y hay problemas para mantener los espacios de almacenaje mientras la lista de familias demandantes continúa creciendo. 51.529 personas se han puesto en contacto con estas redes para solicitar alimentos desde el 14 de marzo al 31 de mayo en toda la Comunidad de Madrid. En la ciudad, el número de demandantes se ha duplicado en mayo hasta los 45.808. La necesidad no da tregua y la solidaridad comienza a agotarse, lo que ha llevado a los bancos de alimentos al límite. Algunos ya han puesto fecha de cierre porque no tienen recursos ni económicos ni humanos para verano; otros plantean espaciar las entregas para poder repartir a todas las personas.

Los datos responden a la demanda acumulada entre marzo y mayo en 76 redes vecinales (63 operativas en capital) y han sido reunidos por la Federación Regional de Municipios de Madrid (FRAVM), que asegura que un porcentaje alto de las personas que engrosan la lista han permanecido apuntadas porque su situación no ha mejorado. Estas familias están al margen de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid, que atiende, aparte, a 88.293 personas a diario. El acumulado alcanza las 153.393 (hay personas que fueron solicitantes y ya no), según los datos municipales aportados a este medio



“No se aprecia una disminución de la demanda de ayuda sino todo lo contrario. No hay tendencia a la mejoría”, analizan fuentes del área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, que informan de que los tiempos de espera para recibir las ayudas han mejorado pero aún derivan algunos casos a redes vecinales u organizaciones sociales si la situación “es muy acuciante”.

“La intensa actividad y el número de personas atendidas durante abril y mayo muestra el carácter absolutamente insuficiente de las ayudas procedentes del Ayuntamiento”, dice la FRAVM, cuyas asociaciones pretenden ir avanzando en la desescalada de los bancos de alimentos hasta el cierre de los que sobrevinieron con la crisis para que, en su lugar, responda a la demanda el Ayuntamiento de Madrid. De las 76 redes mapeadas, el 27% recibe habitualmente alimentos que proceden de fuentes públicas municipales, como los Servicios Sociales o las juntas de distrito, aunque esto supone solo una parte pequeña de los productos que distribuyen.

El Consistorio ha gastado ocho millones de euros más para cubrir este aumento repentino de demanda, según datos del área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, y está en vías de ampliar la plantilla de los Servicios Sociales, copados con estas solicitudes. Las asociaciones vecinales, sin embargo, reducen esta cifra a 3,2 millones de euros. “Si se aterrizan estos datos en Latina, el distrito que más ayuda recibe de emergencia alimentaria es de 28,54 euros por cada persona bajo el umbral de la pobreza”, expresa la FRAMV, que ha pedido por escrito una reunión al alcalde.

“Buscamos dinero debajo de las piedras”

En los bancos de alimentos, la situación empieza a ser crítica. Algunas despensas se están planteando convertir los repartos semanales en quincenales. “Ayer nos quedamos sin leche. Estamos muy preocupados. Las donaciones van cayendo lógicamente y dar 1.000 bolsas a la semana de alimentos es cada vez más complicado. Estamos buscando dinero debajo de las piedras, revisando cada gasto”, explica Ana del Rincón, de AVA Aluche. Esta red, histórica en el barrio, atendía en marzo a 250 familias. Ahora son el cuádruple. En el distrito, Latina, la demanda se ha disparado de 3.550 personas en marzo y abril a 11.478 nuevas en mayo.



No es una excepción. Las tablas que manejan los voluntarios apuntan cada semana nuevos nombres, nuevas necesidades. Y los días de reparto flota en el ambiente una angustia colectiva porque a veces no hay alimentos para todos. Hasta que, si hay suerte, a última hora llega una donación grande, o aparece un donante en la puerta dispuesto a hacer una compra cuantiosa.

La asociación vecinal de La Elipa ha acordado echar el cierre al banco de alimentos en tres semanas. Cada vez hay menos voluntarios y, sobre todo, las donaciones económicas -con lo que se nutren mayoritariamente estas despensas- se han reducido a un tercio en los últimos tiempos. “Recaudábamos unos 1.500 euros a la semana y ahora apenas llegamos a 500”, cuenta Ricardo Garrido, miembro de la asociación. La red atiende a 400 familias, concreta Garrido. ¿Y qué va a pasar con ellas? “La idea es presionar a la Junta de Distrito para que se haga cargo. A ver qué éxito tenemos”, dice al otro lado del teléfono.

El desborde se ha producido pese a que la red de ayuda se ha multiplicado en el último mes. El número de entidades de barrio con una despensa propia ha pasado de 37 en abril a 62 en mayo en la ciudad de Madrid, según datos de la FRAVM. Todos los distritos cuentan al menos con un banco. Por primera vez la Federación incorpora en sus datos a 13 redes de municipios madrileños (Leganés, Fuenlabrada, Alcobendas, Alcorcón, Getafe, Alcalá de Henares...) que han ayudado a otras 5.721 personas. En las primeras dos semanas de junio se crearon otras siete despensas (Aravaca, Villaviciosa de Odón, Navalcarnero, El Álamo...) cuyos datos no se han incorporado.

No habrá mesas sociales

A esta coyuntura de tensión sostenida, por la alta demanda, se suman algunos problemas con el Ayuntamiento de Madrid. El área de Familias, Igualdad y Bienestar Social prometió la puesta en marcha de una mesas sociales de coordinación que, al final, no se van a crear, confirman fuentes municipales. En su lugar, se deja la relación al arbitrio de cada distrito. Latina y Hortaleza ya las han convocado, según la FRAVM. Esto complica las cosas en ciertas zonas donde las asociaciones vecinales han tenido conflicto con los concejales presidentes, como el caso de Chamberí o Fuencarral- El Pardo, dos distritos dirigidos por el edil Javier Ramírez. En una nota de prensa, la FRAVM denuncia “la falta de colaboración, cuando no oposición activa, de algunos concejales de distrito”.

La asociación El Palomar, en Las Tablas, tiene que dejar un local en el que repartían alimentos en unos días por orden de la Junta de Distrito (PP). La entidad contaba con el fin de la autorización demanial antes de la epidemia pero esperaba una solución alternativa toda vez que el local se estaban empleando como almacén solidario. El Ayuntamiento asegura que en el espacio se hacían “actividades no permitidas” y que busca otro local. El mismo distrito tampoco permitió hace dos semanas instalar unas mesas de recogida de alimentos frente a un supermercado por parte de la asociación vecinal de Montecarlo y la recolecta tuvo que anularse a última hora.

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, trata de rebajar las tensiones que han explotado con este caso pidiendo a las asociaciones vecinales que “se pongan en contacto con los Servicios Sociales del Ayuntamiento, que tiene que dar cobertura institucional para que se dé un reparto adecuado”. Pero lo cierto es que se han enquistado algunos conflictos con las redes barrieras en este tiempo. Por ejemplo, el Teatro del Barrio albergaba uno de las grandes despensas de Centro y, al retomar su actividad, la iniciativa se quedó sin local. Al final, un particular ha prestado un espacio en el barrio para continuar con los repartos.

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