Solana y vacunas a destajo en el estadio de fútbol
Jorge, jubilado de 64 años, vive en Móstoles, enfrente de un centro de salud. A sus 64 años y con las piernas bastante castigadas, contaba con que, cuando le llegase el turno de recibir la vacuna contra la COVID, se la despacharían al lado de casa. Pero la Comunidad de Madrid ha optado, para el grupo de edad de 60 a 65 años, por una gran operación de inoculación en el estadio Wanda Metropolitano y en el hospital Zendal (a partir de la semana que viene, también en el Wizink Center), que desde que comenzó esta semana ha generado largas colas. Así que Jorge llamó a su sobrino para que le acercase en coche al campo del Atlético. “Hay que ser comprensivos, somos muchos”, concedía el hombre, sentado a la exigua sombra de un respiradero, tras confesar que había llegado “asustado” ante las imágenes de congestión de los días previos.
El atasco fue mucho menor este sábado, al menos en las primeras horas de la tarde, pero tampoco por la mañana habían sido excesivas, según miembros del dispositivo. Aunque la afluencia de gente era continua, la fila avanzaba fluida, con un tiempo de espera de no más de 20 minutos, según varios de los citados. Gran parte del mérito de esta celeridad fue de los sanitarios, que trabajaron a destajo en turnos de 12 horas, casi sin tiempo para comer. “Deberíamos haber parado de 14.00 a 15.30, pero no hemos cerrado”, contaban dos empleadas mientras apuraban el café en un descanso.
El procedimiento de vacunación recuerda a una línea de montaje. “Entramos cuatro, dos se sentaban, dos esperaban y después otros 10 minutos por si había efectos secundarios”, contaba Antonio, de 64 años, contento porque el pinchazo no le había dolido. Nieves, de 63, bromeaba con los enfermeros al entrar: “No tengo quien me haga una foto”. “Pues hazte un selfi”, le respondieron. Y mientras estiraba la mano con el teléfono, recibió el pinchazo. “Hay muchísimo personal y son encantadores”, elogió. Su marido, madridista de guardia y también de buen humor, apostilló: “A pesar de que son del Atlético”.
El tramo de edad entre 60 y 64 años es objeto de debate en los foros económicos de postín sobre el futuro de las pensiones públicas. La calidad de vida en España es mayor que cuando se creó el sistema contributivo y los sexagenarios son muy jóvenes para dejar de trabajar, según una tesis de trabajo habitual en esos mentideros. Y, en efecto, cuando el personal no necesita de bastón y puede pisar firmemente con los dos pies, las colas avanzan más deprisa. Pero a las cuatro de la tarde el sol primaveral reverberaba en el cemento del exterior del Wanda, así que abundaban las estrategias para hacer menos fatigosa la espera. “Está mi marido haciendo cola y ya cuando me toque me cambia el sitio”, explicaba María Ángeles, que llegó con hora y media de adelanto. Lo de llegar antes de tiempo ha sido un comportamiento habitual. “Si te citan a las 12.00 no puedes venir a las 8.00”, protestaba Isabel, de 64 años, que tenía a la hija haciendo la cola por ella. “Hay gente que viene hora y media antes, no respetan”, lamentaba una de las sanitarias del café, tratando de explicar las colas de la víspera.
Como la fila avanzaba a buen ritmo, el sentir general era de tranquilidad, casi como cabría esperar de un sábado festivo de sol (más tarde cayó un chaparrón). En la cafetería del estadio, con refrescos a precio de noche de Champions, los que iban recibiendo el pinchazo se sentaban a tomar un café y comentar la experiencia, como Loli, de 63 años, que vino con su marido y se encontró con unos amigos con los que se paró a charlar.
Mientras los ciudadanos en el límite de la edad laboral reciben la dosis de la vacuna de AstraZeneca, los octogenarios han visto interrumpido el proceso durante la Semana Santa aduciendo falta de vacunas y respeto al descanso del personal, según la explicación de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Esto provocó la reacción de la Plataforma de Centros de Salud de Madrid. “Llevamos meses ofreciéndonos a vacunar más allá de nuestro horario, exigiendo que la vacunación se haga en los Centros de Salud y diseñando hasta la estrategia necesaria para su cometido”, protestó el colectivo en un comunicado en el que aseguraron: “Podemos y queremos vacunar, es el Gobierno de la Comunidad de Madrid el que no lo permite porque está convirtiendo la campaña de vacunación en un elemento de propaganda electoral, para la que le es mucho más útil el parque temático Zendal-Wanda”.
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