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La verdadera muerte de Maravilla Leal y el bulo sobre la tumba que inauguró el Cementerio Civil de Madrid

Tumba de Maravilla Leal González en el Cementerio Civil de Madrid

Diego Casado

Madrid —

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El 9 de septiembre de 1884 murió en Madrid una joven que ha pasado a la historia por convertirse después de su muerte en una pionera, probablemente a su pesar. Ese día fallecía Maravilla Leal González, una mujer de 20 años con cuya inhumación sirvió para inaugurar el uso del Cementerio Civil de Madrid, uno de los primeros de carácter aconfesional que se pusieron en marcha en Europa.

“A última hora de la tarde de ayer fue llevado para su enterramiento al nuevo cementerio civil del Este el cadáver de una niña protestante”, relatan las crónicas de la Época. El Imparcial y otros medios madrileños daban la noticia y apuntaban los problemas que causaba este primer entierro: “Aunque la inhumación tenía que hacerse en el terreno destinado para los no católicos, y que por lo tanto está exento de bendición, los encargados del cementerio tropezaron con la dificultad de no estar aprobado aún el reglamento”.

El caso fue puesto en conocimiento del alcalde de Madrid, por entonces el marqués de Bogaraya, quien tomó la decisión de empezar a usar la que se convertiría con el tiempo en la mayor necrópolis de la Europa Occidental: “En atención a lo avanzado de la hora y para evitar los inconvenientes de la traslación del cadáver a otro cementerio, dispuso se le diera sepultura”. Tus familiares te dedican este recuerdo, indica desde entonces su lápida.

Esta inhumación ponía fin a varias décadas de negociaciones y obras de la ciudad para levantar su gran cementerio. La sepultura supuso un momento de ruptura con la Iglesia Católica, que hasta ese momento ostentaba en la ciudad el monopolio de los enterramientos y no veía con buenos ojos la apertura por parte del Ayuntamiento de Madrid de la Necrópolis del Este, que incluía el cementerio civil y el religioso de La Almudena. El objetivo del municipio era conseguir cerrar el resto de camposantos desperdigados por la capital, concentrando los enterramientos en unos terrenos que acababa de comprar al entonces municipio de Vicálvaro.

Pero la Iglesia se resistía a bendecir el nuevo camposanto y, por lo tanto, bloqueaba el enterramiento de católicos. Cuentan las crónicas que el rey Alfonso XII intervino de forma directa para que varios días después, el 13 de septiembre, se produjera el acto eclesiástico. A la vez, la capital acordaba con el municipio de Vicálvaro la segregación definitiva de los terrenos y la entrega por parte de Madrid de otros en pago por ello. La población, que a la larga se convertiría en un distrito más, se había quejado por el enterramiento de Maravilla sin esperar a haber completado los trámites administrativos, relataba también El Imparcial.

La necesidad del Ayuntamiento de Madrid por usar los nuevos cementerios venía acuciada por la epidemia de cólera que estaba sufriendo en aquella época la ciudad, que estaba multiplicando el número de enterramientos. Por ello comenzó a usar una zona de La Almudena hoy conocida como el cementerio de pandemias, a donde fueron a parar los primeros moradores de este espacio. El primer sepultado en la parte católica fue Pedro Regalado, un niño de 14 meses. Su tumba y la de Maravillas son las únicas de toda la necrópolis que el Ayuntamiento de Madrid concedió a perpetuidad y por las que no cobra a los familiares de los fallecidos. El resto han de renovarse periódicamente o, en caso contrario, los restos terminan en una fosa común.

La enfermedad por la que murió Maravilla

¿Por qué fue enterrada Maravilla en el Cementerio Civil? La explicación de las crónicas de la época es que la joven profesaba la religión protestante, por lo que no podía ocupar suelo católico. Pero pronto empezó a circular el bulo de que la joven se había suicidado, tal vez fruto de la tensión entre Iglesia y Ayuntamiento debido a la construcción del Cementerio Civil, con ánimo de desprestigiarlo. En aquella época, los suicidas eran enterrados fuera de los camposantos, por haber muerto en pecado mortal desde el punto de vista católico.

La teoría de que había sido enterrada en la parte civil por su supuesto suicidio y no por ser protestante se fue extendiendo y en la actualidad pervive en diferentes medios de comunicación e incluso en la Wikipedia, donde en el artículo dedicado al Cementerio Civil se habla de un “supuesto suicidio” sin citar ninguna fuente que lo corrobore. Pero la realidad fue bien distinta: Maravilla Leal falleció por tuberculosis, según el certificado de su fallecimiento consultado por los Servicios Funerarios de Madrid y que se cita durante las visitas a este entorno organizadas por la propia empresa municipal. La primera en poner en duda la versión oficial del suicidio fue Paloma Contreras en un artículo publicado en el blog Entre piedras y cipreses.

Hoy la tumba de Maravilla suele lucir recuerdos de visitantes anónimos del museo, que también dejan flores en otras sepulturas civiles cercanas a la suya, como la de Pablo Iglesias -el fundador del PSOE- o la de la escritora Almudena Grandes, fallecida hace un par de años. Son dos que forman parte de la larga lista de personajes históricos y famosos que encontraron en esta necrópolis su última morada.

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