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Madrid homenajeará con una placa a Gila, el humorista que se crió en Zurbano

Miguel Gila, en una actuación con su inseparable teléfono

Diego Casado

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“La casa de ladrillo rojo de la calle Zurbano era una isla pobre situada en un archipiélago donde había otras islas con palacetes de nobles”. Así describía el propio Miguel Gila (1919-2001) el número 84 de la calle Zurbano, su casa, donde se crió y el lugar en el que habrá una placa en su memoria, según ha aprobado este lunes el pleno de la Junta de Distrito de Chamberí.

Todos los grupos políticos han apoyado la propuesta de Ahora Madrid, por la que pedía instar a las autoridades competentes a que se instalara una placa en memoria del humorista en la calle Zurbano (antiguo número 68 y actual número 84), donde se crió. Durante el debate de la propuesta, uno de los amigos de Gila -el humorista argentino Rudy Chernicof- recordó alguna de las historias de su sufrimiento como combatiente en la Guerra Civil, que le contaba durante alguno de sus últimos encuentros en Barcelona.

Gila vivió con sus abuelos en una buhardilla del edificio, con una sola ventana y durmiendo en invierno a bajo cero y con un calor abrasador en verano. Huérfano de padre y con una madre que tenía que trabajar -a veces con él encima- limpiando casas para sacar a la familia adelante, se hizo adulto en este piso de un distrito muy diferente al de la actualidad, con enormes solares, calles mal pavimentadas, huertas y lavaderos.

Hoy, el edificio que le vio crecer sigue manteniendo su característico ladrillo rojo y unas imponentes puertas, acompañadas de dos inscripciones antiguas: Asegurada de incendios y Agua en todos los pisos.

El cartel no mentía y el agua llegaba hasta la buhardilla, como bien recordaba Gila en su autobiografía. Aunque en su caso solo había una pila con un grifo: “Servía para que mi abuela lavara la ropa, para lavarnos la cara, para fregar los cacharros con estropajo y asperón, para que mis tíos se afeitaran frente a un espejo que colgaban en la pared, y para beber agua cuando teníamos sed”.

Gila vivió en Zurbano hasta que marchó para luchar en la Guerra Civil. Un milagro le hizo salir vivo del pelotón de fusilamiento y salvar a un humorista al que siempre se le recordará teléfono en mano y -cuando el Ayuntamiento coloque la placa- también en el lugar en el que pasó su infancia.

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