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Editorial: Una de cal y otra de arena

Antonio Pérez

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Resulta de vital importancia que cada vecino de los barrios de Universidad y Justicia vote por el proyecto de Jardines del Arquitecto Ribera que más le convenza. Podríamos ir más allá y hacer extensible ese deseo de participación a cada madrileño. No es frecuente que el Ayuntamiento acceda a que el diseño final de un espacio público sea fruto de un proceso conjunto de trabajo con la ciudadanía y del resultado de una encuesta a través de la cual se escuchó y se escucha la opinión de todo aquel que quiso y quiera darla.

Hay que aprovechar la oportunidad que se nos brinda de elegir el jardín que queremos y ejercer un derecho que no ha caído del cielo sino que se ha peleado y, sobre todo, se ha trabajado durante años, en pequeñas reuniones de personas anónimas que tenían claro que otra posible vergüenza de espacio común al estilo del de la plaza Soledad Torres Acosta (plaza Luna) no podía permitirse y que dejar en manos de quienes nos gobiernan todo el poder de decisión para actuar sobre un lugar que después íbamos a disfrutar, o a sufrir, todos quizá no fuera lo más inteligente que se pudiera hacer.

Votar es agradecer a los miembros de Vecinos Haciendo Jardines (las personas anónimas de las que hablábamos) todo su escuerzo y hacer que éste tenga sentido; es aplaudir también especialmente a la Junta Municipal de Centro -y al Ayuntamiento (cuando toca, toca)- por haber sabido escuchar y responder a lo que la calle pedía; es mostrar que un camino poco explorado como es la colaboración público-ciudadana para construir ciudad puede no sólo ser fértil sino ser el camino.

Hasta la primera semana de septiembre podemos depositar nuestro voto físico por el proyecto que más nos guste para Jardines del Arquitecto Ribera en el Mercado de Barceló, donde están expuestas las propuestas y habilitadas unas urnas. También podemos votar de forma virtual, descargando y rellenando una papeleta electrónica que podréis encontrar en Somos Malasaña y enviar a haciendojardines@gmail. com

...y una de arena

...y una de arena

Por otra parte, y aunque siempre hayamos escuchado aquello de que no hay que mezclar churras con merinas, resulta inevitable no hablar en esta columna, en la que celebramos del éxito de un proceso colaborativo público-ciudadano, de otra noticia de la que nos hacemos eco hoy y cuyo signo es totalmente contrario.

La orden parcial de derribo de un conjunto de edificios históricos como el formado por Corredera Baja de San Pablo 20 y Barco 39, ambos de propiedad municipal, muestra la otra cara de nuestros responsables municipales, aquella que dijo en su día que por falta de presupuesto no convertiría en espacio dotacional un lugar para el que ya había proyecto y compromiso, la misma que tiempo después impidió que una 'okupación' social y una propuesta de gestión y rehabilitación de los citados inmuebles, surgida desde abajo y negociada con el Ayuntamiento, prosperara y los salvara de la más que probable piqueta que ahora les espera ante el descarado abandono administrativo; la cara que trató de vender, sin suerte, en pública subasta unos edificios protegidos y que quizá ahora, una vez derribados, sí pueda colocar en el mercado. ¿Alguien dijo especulación inmobiliaria? Especulación inmobiliaria a la una, especulación inmobiliaria a las dos, especulación inmobiliaria a las tres. ¡Adjudicado a aquellos que no se dejan tomar el pelo!

Que la excepción -Jardines del Arquitecto Ribera- se convierta en regla... y viceversa.

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