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Indignación por el cierre de la despensa solidaria de Malasaña: “El hambre no es una prioridad para Almeida”

La asociación Malasaña Acompaña, en uno de los repartos de los productos básicos que almacena y conserva en la Casa del Cura.

Guillermo Hormigo

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La Casa del Cura, gran exponente de los edificios de gestión vecinal en Madrid con su privilegiada ubicación en el número 1 de la Plaza Dos de Mayo, se enfrenta a un periodo de incertidumbre a partir del 16 de marzo, fecha límite para su desalojo. Todo indica que el espacio seguirá funcionando como centro sociocomunitario, aunque ahora de titularidad municipal, después de que el Ayuntamiento haya accedido a que los actuales cesionarios sigan implicados. Sin embargo, hay una discrepancia especialmente acuciante por la vulnerabilidad de las personas a las que atañe y por la falta de alternativas: la despensa solidaria pierde su sede y queda en riesgo un servicio que entrega alimentos a cientos de personas.

Esta iniciativa de la organización Malasaña Acompaña, surgida a raíz de la crisis del covid-19 y sus efectos económicos, lleva casi tres años asentada en este enclave. De hecho, en los meses posteriores al confinamiento la Casa del Cura se enfocó casi en su totalidad en la labor de conseguir y repartir alimentos, ante la urgencia de proporcionar recursos a quienes precisaban de ellos y las dificultades para desarrollar un programa social o cultural. Lo cuenta en conversación con Somos Malasaña Rodrigo Domínguez, portavoz del proyecto, que se explaya sobre las repercusiones que podría acarrear su desaparición: “La despensa de Malasaña, Conde Duque y Chueca atiende actualmente a 45 familias, un total de 133 personas entre las que están tres bebés”.

En contraste con esta visión, fuentes del consistorio explica en declaraciones a este diario que la actividad de despensa solidaria que desarrolla esta asociación en la Casa del Cura “nunca estuvo autorizada, ni con el Gobierno de Carmena”. Concretan que “el inmueble no cumple con las condiciones de almacenaje ni de reparto de alimentos y así se lo han trasladado los servicios sanitarios del distrito. La Junta Municipal de Centro les ha solicitado en numerosas ocasiones el listado de personas a las que atienden para poder hacerlo desde el distrito y nunca lo han facilitado”.

Una respuesta ante la “falta de recursos” del Ayuntamiento

Frente a una clausura que parece ya inevitable, en Malasaña Acompaña reclaman al menos que se les proporcione una nueva ubicación: “Si no queda más remedio nos podemos marchar, pero que nos ofrezcan una alternativa, tenemos que seguir ayudando a gente que los servicios sociales del Ayuntamiento no atienden”. Rodrigo considera que para el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, “el hambre no es una prioridad” y “hay una absoluta falta de recursos”.

Desde el Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del consistorio aseguran por contra, en respuesta a preguntas de este medio, que “los servicios sociales atienden a todas las personas vulnerables que lo requieren”. Recuerdan que “el Ayuntamiento ha entregado más de 21.000 Tarjetas Familias que apoyan a en torno 65.000 personas en la cobertura de sus necesidades básicas desde la dignidad, dado que es una tarjeta prepago que permite a las familias elegir qué adquirir y funciona en cualquier establecimiento de alimentación”.

Pero estas opciones no calman a las familias que van a perder el sustento de la despensa. “De hecho, lo primero que les pedimos es que antes pasen por servicios sociales y soliciten todas las ayudas oficiales que hay. Es entonces cuando actuamos”, dice Rodrigo. En Malasaña Acompaña creen que la administración “tarda mucho en responder” y se les niega la asistencia “por las cuestiones más variopintas”.

Destacan asimismo que el propio Ayuntamiento deriva muchas de estas personas a otras instituciones, como Cruz Roja, parroquias e incluso a esta misma despensa. “Hay mucha preocupación y una inquietud importante”, dice Rodrigo. Lo detectaron especialmente en el último reparto, en el que dieron más alimentos de lo normal a quien se acercó porque no saben si a partir del próximo día 16 van a poder almacenar reservas.

La batalla legal y política por la Casa del Cura

“Desde que llegó el actual Ayuntamiento hemos vivido un acoso y derribo para cerrar la Casa del Cura por las buenas o por las malas”, lamenta Rodrigo. Almeida y José Fernández (PP), concejal presidente del distrito Centro, llevaron incluso el asunto a los tribunales, aunque finalmente aceptaron que se cumplieran los cuatro años comprometidos con el Ejecutivo anterior después de un acuerdo con el Grupo Mixto.

Esta urgencia llama la atención teniendo en cuenta que el edificio estuvo cerrado al barrio durante décadas, también con el PP ocupando el Gobierno municipal. Funcionaba como residencia de los sacerdotes de la cercana parroquia de Maravillas, aunque la propiedad correspondía al consistorio madrileño. Fue así hasta que comenzaron los cuatro años de cesión a la Asociación de Vecinos de Malasaña, Universidad y Centro, lograda en concurso público en 2019 (con Manuela Carmena como alcaldesa).

Una vez finalizado ese periodo y después de las tensiones con el siguiente equipo de Gobierno, la nueva etapa del inmueble arranca con cierto entendimiento entre el proyecto vecinal Haciendo Barrio y la Junta del distrito Centro. El espacio transitará hacia un modelo sociocomunitario público, con contenidos similares a los que ofrece actualmente el Casino de la Reina de Lavapiés. “La asamblea de la Casa del Cura prefiere la autogestión, pero la administración municipal se acepta como un mal menor porque permite desarrollar actividades vecinales”, explica Rodrigo.

Fuentes del Ayuntamiento profundizan sobre esta cuestión en declaraciones a Somos Malasaña: “Este centro contará con profesionales de calidad ya que serán funcionarios de la administración local y será íntegramente de gestión municipal”. Y añaden: “Esta asociación, que en estos tres años ha preferido mantener cerrado el espacio y sin actividad en innumerables ocasiones, podrá acceder como cualquier otra entidad del barrio para el desarrollo de sus actividades en función de la disponibilidad. De hecho, se han mantenido varias reuniones con ellos para que ningún proyecto se quede fuera”.

Pero eso, quedar fuera, es precisamente lo que va a ocurrir con la despensa solidaria. Sus responsables no se plantean bajar los brazos, y ya planean acciones para que siga adelante: “Estamos dispuestos a llegar dónde haga falta a nivel de movilizaciones”, afirma Rodrigo. Han convocado una asamblea para el próximo lunes a la que están convocadas tanto las personas voluntarias como las familias beneficiadas, así como cualquier miembro de la Casa del Cura: “Queremos informar al barrio de lo que estábamos haciendo desde la despensa y lo que supondría su cierre”.

Aunque lo cierto es que la implicación vecinal ya es notable. Desde que se iniciara la pandemia, la despensa ha entregado alimentos a más de 800 personas gracias a la solidaridad de particulares y el pequeño comercio, así como la colaboración de otras organizaciones sin ánimo de lucro, como el Banco de Alimentos de Madrid o la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid.

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