Juana Capdevielle, la pionera de las bibliotecas asesinada por los franquistas
Juana María Clara Capdevielle San Martín fue asesinada a los 31 años, el mismo 18 de agosto que Federico García Lorca. Ella en Rábade (Lugo), él en Granada. Ejemplo de mujer pionera en muchos campos intelectuales, su figura no es sin embargo demasiado conocida por el público general aunque, como veremos, en los últimos años se ha llevado a cabo una importante labor de reivindicación de su memoria.
La pequeña Juana nació en el número 25 de la calle del Barco el 12 de agosto de 1905 en el seno de una familia de clase media. Su padre era un hostelero de origen francés y su madre procedía de una familia de Pamplona, lugar donde fue precisamente Juana a estudiar el bachillerato, siendo una de las primeras mujeres en el Instituto de Enseñanza Media de Pamplona. Ya de vuelta en Madrid, Juana se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras, licenciándose en Historia en 1928.
En la universidad, Juana mantuvo una actividad intelectual propia de la efervescencia de los tiempos. En la Facultad de Filosofía y Letras firmó en la nueva revista estudiantil Compluto, que vio la luz en 1932, fue alumna de Claudio Sánchez Albornoz, que la recuerda brevemente en sus memorias a propósito de su ejecución, de Ortega y Gasset y compañera de María Zambrano.
En 1930 Capdevielle es nombrada funcionaria del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y destinada a la Biblioteca Nacional. Pronto, ocupará el puesto de Jefe de la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras, donde trabajó en el traslado de las viejas bibliotecas dispersas de la Universidad Central a la nueva Ciudad Universitaria (la de Filosofía y Letras, que regía ella, fue precisamente la única que se pudo trasladar antes de la guerra). Durante la batalla de Madrid, el nuevo edificio racionalista de la biblioteca fue destruido y los libros que Juana empaquetara usados como parapetos para las balas.
Le tocó vivir un momento importante en la modernización de la bibioteconomía en nuestro país que la puso, por ejemplo, en el centro de la implantación de la Clasificación Decimal Universal, código cuyo nombre es desconocido para el lector lego pero que se corresponde con la numeración de las materias que todos hemos visto en las bibliotecas públicas. En febrero de 1936 sería becada por la Junta para la Ampliación de Estudios para realizar un viaje al extranjero a fin de profundizar en esta clasificación, aunque la Historia de España impedirá que pudiera llevarlo a cabo.
El nombre de Juana también se encuentra entre los de bibliotecarios y bibliotecarias pioneras en introducir los libros en los hospitales. Trabajó en las novedosas experiencias de las bibliotecas de los hospitales de San José y Santa Adela y del Hospital Clínico, experiencia que fue objeto de una ponencia presentada por Capdevielle en un congreso internacional en 1935. El periódico El Debate del 27 de mayo de 1934 se refería a estas bibliotecas en la noticia titulada Los enfermos tienen una ayuda para llevar su cruz: ha nacido la “Biblioterapia”, ilustrada con una fotografía en las que aparece Capdevielle.
Su actividad en ámbitos científicos no se limitó a su ocupación estrictamente profesional. En 1934 participó en las Primeras Jornadas Eugénicas Españolas de Genética, Eugenesia y Pedagogía Sexual, donde presentó la ponencia El problema del amor en el ambiente universitario.
Capdevielle trabajó, por último, en la Biblioteca del Ateneo de Madrid donde, a instancia suya, realizó su última actuación antes de la guerra el grupo teatral La Barraca.
En marzo de 1936 Juana se casó con Francisco Pérez Carballo, profesor de la Universidad de Derecho y militante de Izquierda Republicana, al que acompañó a A Coruña cuando este fue nombrado allí Gobernador Civil. El 20 de julio, tras caer la ciudad en manos de los golpistas, su marido fue apresado, y fusilado solo cuatro días después. Juana Capdevielle fue también arrestada, perdió al hijo que esperaba en la cárcel y fue liberada a condición de abandonar la ciudad, para ser finalmente detenida por la Guardia Civil y asesinada, apareciendo su cuerpo en una cuneta de la Nacional VI el día 19 de agosto. Los restos de Juana descansan en el cementerio de Rábade bajo una sencilla losa con su nombre.
La figura de Juana (también la de su marido) ha sido reivindicada en los últimos años. En 2005 su nombre salió a relucir gracias a la exposición de la Biblioteca Nacional Biblioteca en guerra; en 2010 fue objeto de una monografía (Juana Capdevielle San Martín, bibliotecaria de la Universidad Central, de María Cristina Gallego Rubio), y, desde ese mismo año, el edificio central de la Biblioteca de la Universidad de A Coruña lleva el nombre Xoana Capdevielle.
En el año 2009 Rodríguez Fer publicó, dentro de Ámote vermella, un poema en gallego sobre Juana Capdevielle cuyos versos pueden ser un buen final para este recuerdo que hoy le publicamos desde el barrio donde nació:
A Juana Capdevielle
Dispararon á cabeza de mapoula,
mais medraron libres as silveiras
e nunca desfaleceron as ideas.
Dispararon ao corazón da rosa,
mmis volveron voar as bolboretas
e nunca feneceron os amores.
Matáronna co prexuizo sen xuizo,
Como quen queima xestas florecidas,
E por iso é patrimonio da xustiza.
Chamábase Juana Capdevielle,
Como podía chamarse a vida mesma:
morreu, como viviu, de amor e libaerdade.
En Rábade deixounos un carábel
para reinventar o amar, un xirasol
co que pacer a paz e unha violeta
para fabricar futuros mais muller
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