La policía de la tiza
Hace tres años, cuando Ana Botella era la concejala responsable de la limpieza en Madrid, aprobó una ley para multar a todo aquel que rebuscara comida dentro de las basuras. Amenazaba con multas de hasta 750 euros a todo aquel que sacara bolsas de los contenedores.
A día de hoy, nadie ha sido sancionado por tomar cosas de la basura (o, al menos, el Ayuntamiento no lo ha comunicado) porque la policía -encargada de hacer cumplir esta ordenanza- no está para multar a alguien que esté tan desesperado como para revolver en la mierda de los demás buscando algo que llevarse a la boca. Es de sentido común.
La pasada semana varios agentes de la policía local aparcaron el sentido común y se llevaron a comisaría a un ciudadano por dibujar con tizas de colores en el suelo. En su caso, la sanción moral era doble, porque se trataba de un profesor que daba clase a un grupo de alumnos y la autoridad censuró no solo su acción sino también la enseñanza que les intentaba transmitir.
La misma comisaría dejó a un lado el sentido común en verano, cuando permitió durante semanas que una terraza ilegal ocupara el lugar en el que los niños jugaban a la pelota en esa misma plaza Luna (y en otros lugares), a pesar de que había sido denunciada por los vecinos. Y esos mismos agentes demuestran escaso sentido común cada día cuando utilizan esa misma plaza como aparcamiento ilegal de sus coches, destrozando el suelo que con tanto fervor quieren proteger de la tiza.
Hace varios años, un grupo de vecinos fue llevado a juicio por pintar con tiza en ese mismo lugar. Entonces, el juez les absolvió y criticó a los agentes por hacerle perder el tiempo y gastar recursos del sistema. Demostró mucho más sentido común de la policía.
No pedimos que nuestros agentes tengan el mismo sentido común que un juez -aunque sería maravilloso- pero sí que al menos se dediquen a perseguir lo que de verdad molesta y pone en peligro a los ciudadanos y dejen en paz a los inofensivos dibujantes de la tiza.
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